miércoles, 14 de diciembre de 2011

ÚLTIMO AMOR


                    Sentida dulzura celeste,
              ignota verdad de la vida,
              callada mirada que brilla
              cegando la luz de las mentes...
              al contemplarte.

              Loco el mundo, loco Orestes,
              ya mi vida en decadencia,
              a dos pasos de la muerte,
              da descanso a mi conciencia...
              al conocerte.

              Mi vida pasé cosechando
              frutos de vivos recuerdos,
              y ahora en tu rostro revive
              mi débil corazón, amando...
              al observarte.

              Si al menos tus manos tocara
              con estas en fin de destino,
              si al menos un beso en tu cara
              mis labios dejaran con tino,
              sabría que el tiempo ha pasado,
              que existe un presente de todos
              y que tú ya tendrás tu mañana.

              Coge el fruto, hermosa niña,
              que estos siglos que te ven
              por ti pedirán desde el Cielo
              porque allí también te querré.

               JOSÉ MARÍA LÓPEZ MADROÑERO   1982

ANGELUS (Se reza a las 12 del mediodía)

El Ángel del Señor anunció a María. R). Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. -Dios te salve. V). He aquí la esclava del Señor. R). Hágase en mí según tu palabra. -Dios te salve. V). Y el Verbo se hizo carne. R). Y habitó entre nosotros. -Dios te salve. V). Ruega por nosotros, santa Madre de Dios. R). Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración. -Te suplicamos, Señor, derrames tu gracia en nuestras almas, para que habiendo conocido por la voz del Ángel la encarnación de Cristo tu Hijo, por los méritos de su pasión y cruz alcancemos la gloria de su resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

EL PECECILLO DE ORO (Cuento popular ruso)

 
     Había una vez un pobre pescador que vivía en una cabaña. Estaba casado con una mujer gruñona y egoísta que cada día lo despertaba a gritos:
    - ¡Venga, perezoso! ¡Ve a pescar y no vuelvas hasta tener la barca llena!
    Y el pescador salía a pescar en su barca. Una tarde, cuando ya se ponía el sol, sacó con su caña un pececillo dorado:
    - ¡Qué pez más bonito! -dijo el pescador.
    Pero cuál fue su sorpresa cuando oyó que el pez hablaba:
    - Déjame libre, pescador. Soy el pececillo de oro, el hijo del rey del mar. Si me perdonas la vida, te concederé lo que quieras.
    El buen pescador dejó libre al pescadito. Al atardecer, llegó a su casa y se lo explicó a su mujer:
    - ¿Y no le has pedido nada? ¡Mira que eres tonto! Vuelve ahora mismo y dile que quieres un cubo nuevo.
    El buen pescador volvió al mar y llamó al pececillo:
    - ¡Pececillo de oro, pececillo de oro! ¿Me concedes ese deseo?
    El pez salió del agua muy contento y contestó:
    - Claro que sí, lo que quieras.
    - Mi mujer quiere un cubo nuevo...
    - Ve a casa y allí lo encontrarás -le dijo el pez.
    El pescador llegó a su casa muy contento. Pero su mujer le dijo:
    - ¿Sólo le has pedido esto? ¿Crees que es suficiente con un cubo nuevo? ¡Pídele una casa nueva!
    El buen pescador se fue otra vez hacia el mar:
    - Pececillo de oro, mi mujer cree que necesitamos una casa...
    El pez sacó la cabeza del agua, un poco irritado:
    - Está bien, te lo prometí.
    - ¡Gracias, muchas gracias, pececillo de oro!
    El pescador se fue a casa, pero antes de poder ver su casa nueva, su mujer ya le salía al paso:
    - ¡Hombre sin ambiciones! ¿Crees que puedo vivir en esta casa sin criadas? Ve y dile a tu pez que me haga reina y me dé un palacio.
    El pobre hombre, muy avergonzado, llamó otra vez al pececillo de oro:
    - Pececillo de oro, pececillo de oro. Mi mujer, ya la conoces, quiere ser reina y yo...
    Pero, por más que lo llamó, el pez no salió del agua.
    Cuando oscureció, el pescador volvió a su casa. De repente, un gran rayo iluminó el cielo y el pescador descubrió la cabaña de siempre
  en lugar de la casa nueva...
    - ¡Lo hemos perdido todo! ¡Qué tonto que eres! -le gritaba su mujer.
    Pero en el fondo, el pescador era feliz al ver que las cosas volvían a ser como siempre. Y del pececillo de oro nunca más se volvió a saber nada.

LA PRIMAVERA



                                Ya está aquí la primavera
                         con su dulce resplandor;
                         abejas y mariposas
                         se divierten en la flor.
                         Campesinos y labriegos,
                         admirando su labor,
                         elogian la primavera
                         por su luz y su color.
            
                 JOSÉ MARÍA LÓPEZ MADROÑERO  1973

HIMNO A MARÍA AUXILIADORA

        
       Rendidos a tus plantas
       Reina y Señora
       los cristianos te aclaman
       su Auxiliadora.



       Yo tus auxilios
       vengo a pedir.
       Virgen Santísima,
        ruega por mí.

        De este mar tempestuoso
        fúlgida estrella,
        cada vez que te miro
        eres más bella.


        Guíame al puerto
        salvo y feliz.
        Virgen Santísima,
         ruega por mí.


         En las horas de la lucha
         sé mi consuelo,
         y al dejar esta vida
         llévame al Cielo.


         En cuerpo y alma
         me ofrezco a Ti.
         Virgen Santísima,
         ruega por mí.


EL TESTARUDO (Cayetano Fernández y Cabello)

     De noche, en un mal paso y sin linterna,
                Juan se rompió una pierna.
                ¡Vaya todo por Dios!
     Le curaron tal cual; pero volviendo
                a aquel paso tremendo,
                ¡Juan se rompió las dos!
     Sanó al fin; mas tornando a la aspereza
                partióse la cabeza
                ¡y muerto quedó allí!
     Si a un cristiano su culpa se le absuelve,
                y al vicio vuelve y vuelve,
                ¿no le sucede así?
               
     

martes, 13 de diciembre de 2011

CREDO CAMPESINO

 
      Creo Señor firmemente que de tu pródiga mente todo este mundo nació,

que de tu mano de artista, de pintor primitivista, la belleza floreció; las estrellas

y la luna, las casitas, las lagunas, los barquitos navegando sobre el río rumbo

al mar; los inmensos cafetales, los blancos algodonales y los bosques

mutilados por el hacha criminal.

     Creo en Vos, arquitecto, ingeniero, artesano, carpintero, albañil y armador.

Creo en Vos, constructor del pensamiento, de la música y el viento, de la paz y

del amor.

     Yo creo en Vos, Cristo obrero, luz de luz y verdadero unigénito de Dios, que

para salvar al mundo en el vientre humilde y puro de María se encarnó. Creo

que fuiste golpeado, con escarnio torturado, en la cruz martirizado siendo

Pilatos pretor, el romano imperialista, puñetero y desalmado, que lavándose

las manos quiso borrar el error.

     Creo en Vos, arquitecto, ingeniero, artesano, carpintero, albañil y armador.

Creo en Vos, constructor del pensamiento, de la música y el viento, de la paz y

del amor.

      Yo creo en Vos, compañero, Cristo humano, Cristo obrero, de la muerte

vencedor. Con tu sacrificio inmenso engendraste al hombre nuevo para la

liberación. Vos estás resucitando en cada brazo que se alza para defender al

pueblo del dominio explotador, porque estás vivo en el rancho, en la fábrica,

en la escuela; creo en tu lucha sin tregua, creo en tu resurrección.

     Creo en Vos, arquitecto, ingeniero, artesano, carpintero, albañil y armador.

Creo en Vos, constructor del pensamiento, de la música y el viento, de la paz y

del amor.


SALVE REGINA

Salve, Regina, Mater misericordiae, vita, dulcedo et spes nostra, salve. Ad te clamamus exules filii Hevae. Ad te suspiramus gementes et flentes in hac lacrymarum valle. Eja ergo, advocata nostra, illos tuos misericordes oculos ad nos converte. Et Jesum benedictum fructum ventris tui, nobis post hoc exsilium ostende. O clemens, o pia, o dulcis Virgo Maria.

V. Ora pro nobis sancta Dei Genitrix

R. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.


ME GUSTA SER YO

                 A veces nos ponemos a pensar qué nos gustaría ser:

                 un pájaro que vuela, un pez que nada dentro del agua azul.

                 Pues bien, voy a decir algo: "Me gusta ser yo".

                 No soy un pez, no soy un pájaro, no soy un canguro.

                 Soy un árbol y crezco aquí. Soy como yo y no como tú.

                 No puedo volar como las golondrinas, pero las golondrinas

                 no pueden tener hojas.

                 Y me gusta mucho estar lleno de hojas. Me gusta

                 ser yo.

                 No tengo miedo de gritar, no tengo miedo de cantar

                que soy un árbol que pasa el tiempo contándolo todo.

                No puedo nadar como los peces, pero los peces no se hacen tan altos.

                 Y me gusta ser un árbol alto y grande. Me gusta ser yo.

                 No soy un gato, no soy un perro, no soy un chimpancé.

                 Nadie negará que soy el Árbol Sabio.

                 No puedo sacar la tierra como los conejos, pero los conejos

                 no pueden cantar versos mágicos.

                 Me gusta ser un árbol mágico. Me gusta ser yo.

                 Así que si quieres ser una golondrina que vuela en el cielo

                 recuerda que tú puedes hacer cosas que las golondrinas no pueden.

                 De ti depende decir: "Estoy contento de ser yo, hoy".

                 No eres un pez, no eres un pájaro, no eres un canguro.

                 Tú sólo existes una vez, no hay nadie igual que tú.

                 No puedes volar como las golondrinas,

                 pero las golondrinas no pueden   aplaudir.                                

                 Y aplaudir es una cosa muy divertida.

                 Así que alégrate de ser tú,

                 alégrate de ser tú.

EL ABUELO Y EL NIETO (Hermanos Grimm)

Había una vez un pobre muy viejo que no veía apenas, tenía el oído muy torpe y le temblaban las rodillas. Cuando estaba a la mesa, apenas podía sostener su cuchara, dejaba caer la copa en el mantel, y aun algunas veces escapar la baba. La mujer de su hijo y su mismo hijo estaban muy disgustados con él, hasta que, por último, lo dejaron en un rincón de un cuarto, donde le llevaban su escasa comida en un plato viejo de barro. El anciano lloraba con frecuencia y miraba con tristeza hacia la mesa. Un día se cayó al suelo, y se le rompió la escudilla que apenas podía sostener en sus temblorosas manos. Su nuera lo llenó de improperios a los que no se atrevió a responder, y bajó la cabeza suspirando. Le compraron por un cuarto una tarterilla de madera, en la que se le dio de comer de allí en adelante.
Algunos días después, su hijo y su nuera vieron a su niño, que tenía algunos años, muy ocupado en reunir algunos pedazos de madera que había en el suelo.
-¿Qué haces? -preguntó su padre.
-Una tartera -contestó, para dar de comer a papá y a mamá cuando sean viejos.
El marido y la mujer se miraron por un momento sin decirse una palabra. Después se echaron a llorar, volvieron a poner al abuelo a la mesa; y comió siempre con ellos, siendo tratado con la mayor amabilidad.
FIN

A SAN JOSÉ



¡Oh, Dios!, que con inefable providencia te dignaste elegir a San José para esposo de tu Santísima Madre: te rogamos nos concedas tenerle como intercesor en el Cielo, ya que lo veneramos como protector en la Tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

EL PIYAYO


     ¿Tú conoces al "Piyayo":
     un viejecillo renegro, reseco y chicuelo,    
     la mirada de gallo
     pendenciero
     y hocico de raposo
     tiñoso...
     que pide limosna por "tangos"
     y maldice cantando "fandangos"
     gangosos?
     ¡A chufla lo toma la gente
     y a mí me da pena
     y me causa un respeto imponente!
     Ata a su cuerpo una guitarra,
     que chilla como una corneja
     y zumba como una chicharra
     y tiene arrumacos de vieja
     pelleja.
     Yo lo he visto cantando,
     babeando
     de rabia y de vino,
     bailando
     con saltos felinos,
     tocando a zarpazos
     los acordes de un viejo "tangazo".
     Y el endeble Piyayo" jadea,
     y suda, y renquea.
     Y, a sus contorsiones de ardilla,
     hace son la sucia calderilla.
     ¡A chufla lo toma la gente!
     A mí me da pena
     y me causa un respeto imponente.
     Es su extraño arte
     su cepo y su cruz,
     su vida y su luz,
     su tabaco y su aguardientillo...
     y su pan y el de los nietecillos:
     "churumbeles" con greñas de alambre
     y panzas de sapos,
     que aúllan de hambre
     tiritando bajo los harapos,
     sin madre que lave su roña,
     sin padre que "afane",
     porque pena una muerte en Santoña,
     sin más sombra que la del abuelo...
     ¡Poca sombra, porque es tan chicuelo!
     En el Altozano
     tiene un cuchitril
     -¡a las vigas alcanza la mano!-,
     y por lumbre y por luz, un candil.
     Vacía sus alforjas
     -que son sus bolsillos-,
     bostezando, los siete chiquillos,
     se agrupan riendo.
     Y entre carantoñas les va repartiendo
     pan y pescao frito,
     con la parsimonia de un antiguo rito:
     -¡chavales!
     ¡Pan de flor de harina!...
     Mascarlo despasio.
     Mejó pan no se come en palasio.
     Y este pescaíto, ¿no es ná?
     ¡sacao uno a uno del fondo der má!
     ¡Gloria pura é!
     Las espinas se comen tamié,
     que tó es alimento...
     Así..., despasito.
     Muy remascaíto.
     ¡No llores, Manuela!
     Tú no pués, porque no tiés muelas-
     ¡Es tan chiquita
     mi niña bonita!...
     Así, despasito.
     Muy remascaíto,
     migaja a migaja -que dure- ,
     le van dando fin
     a los cinco reales que costó el festín.
     Luego, entre guiñapos, durmiendo,
     por matar el frío, muy apiñaditos,
     la Virgen María contempla al "Piyayo"
     riendo.
     Y hay un ángel rubio que besa la frente
     de cada gitano chiquito.
     ¡A chufla lo toma la gente!
     ¡A mí me da pena
     y me causa un respeto imponente!

            JOSÉ CARLOS DE LUNA