miércoles, 14 de mayo de 2014

ORACIÓN PARA DAR GRACIAS A DIOS DESPUÉS DE LA CONFESIÓN Y COMUNIÓN

Señor mío Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que me has concedido en este día tantos y tan grandes beneficios, perdonando mis pecados por los méritos de tu santísima pasión y virtud del sacratísimo Sacramento de la Penitencia, como así lo creo y confieso con cierta y firme esperanza; y también me has hecho participante de tu precioso cuerpo y sangre en la Hostia consagrada que he recibido, aunque indignamente y sin suficientes méritos: Te suplico, Señor, por lo que eres, por tu infinita bondad y misericordia, que sin atender a mis pecados pasados, te dignes conservarme en tu gracia y en tu santo servicio. Dame, Señor, virtud para que pueda observar tus divinos mandamientos, según y como estoy obligado; te suplico, Señor, que te dignes concederme tu gracia, para que no vuelva de nuevo a pecar. Pero no por esto dejaré de creer y confiar que todas las veces que me convierta a ti con verdadera contrición, Tú, Dios mío, me has de perdonar por los méritos de tu santísima pasión, como verdadero Padre de misericordia y de todo consuelo. Yo, Señor, te glorifico, alabo y doy gracias, en cuanto me es posible, aunque no pueda darlas como debo. Deseo que todas las criaturas del mundo te den infinitas gracias por los beneficios presentes y pasados, que me has hecho, y por los que espero que me has de conceder en esta vida y en la otra. No sea, Señor, el Santísimo Sacramento que he recibido, mi pena y condenación, sino mi salud y mérito; sea la remisión de mis pecados para purificar mi alma; sea fuerza y virtud de toda bondad, remedio contra todos los peligros de esta vida, defensa de debilidad, y socorro de las tentaciones en que puedo ser tentado por el mundo, carne y demonio, para que con tu gracia la pueda vencer. ¡Oh Dios mío, misericordia mía y todo mi bien! ¡Oh vida mía! ¡Oh saciedad de mi alma! Yo me recomiendo a Ti, me pongo en tus manos y quiero ponerme debajo de la sombra de tus alas por todo el tiempo de mi vida, creyendo firmemente todo lo que cree y confiesa la Santa Madre Iglesia, y pidiendo siempre perdón de mis pecados. Yo pido y suplico a la sacratísima Virgen tu madre, a los ángeles, y a todos los santos y santas de la corte celestial, que como mis abogados te den gracias por el beneficio inefable que hoy me has concedido, convidándome a este celestial convite en este mundo de miserias y camino por donde he de hacer viaje hasta el deseado puerto del cielo; y para que me sea útil, y obre en mí con tanta fortaleza como en el profeta Elías el pan ceniciento, y a su imitación siga mi camino hasta llegar sin peligro al monte de tu gloria, y a aquel celestial convite que Tú, Señor, das con abundancia a los bienaventurados, concediéndoles alimentos de gloria tan grandes que no se pueden contar. Tú, Dios mío, eres fuente y río de gracia, que a todos embriaga, sanidad que santifica, luz que ilumina, alegría perfecta, felicidad verdadera, y gloria eterna que vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.

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