martes, 21 de octubre de 2014

ORACIÓN CONFIADA EN EL PELIGRO (SALMO 57)

Ten piedad de mí, ¡oh Dios!, ten piedad de mí, porque a Ti he confiado mi alma y me ampararé a la sombra de tus alas mientras pasa la desgracia.
Yo invocaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece.
Él mandará de los cielos y me salvará, y confundirá a los que me acosan. Mandará Dios su gracia y verdad.
Mi alma está en medio de leones, yazgo entre hombres encendidos en furor, cuyos dientes son lanzas y saetas, cuya lengua es tajante espada.
Álzate, ¡oh Dios!, allá en lo alto de los cielos y haz esplender sobre toda la tierra tu gloria.
Tendieron una red a mis pies para que sucumbiera; cavaron ante mí una fosa; fueron ellos los que cayeron en ella.
Pronto está mi corazón, ¡oh Dios!; está mi corazón dispuesto a cantar y entonar salmos.
¡Despierta, gloria mía; despierta, salterio y cítara, y despertaré a la aurora! Te alabaré entre los pueblos, ¡oh Señor!; te cantaré salmos entre las naciones.
Porque sobrepasa a los cielos tu benignidad, y a las nubes tu fidelidad.
Álzate, ¡oh Dios!, en lo alto de los cielos; haz esplender en toda la tierra tu gloria.