jueves, 30 de marzo de 2017

MILAGRO DE LA DIALÉCTICA (Juan Valera)

De vuelta a su lugar cierto joven estudiante muy atiborrado de doctrina y con el entendimiento más aguzado que punta de lezna, quiso lucirse mientras almorzaba con su padre y su madre. De un par de huevos pasados por agua que había en un plato escondió uno con ligereza. Luego preguntó a su padre:
- ¿Cuántos huevos hay en el plato?
El padre contestó:
- Uno.
El estudiante puso en el plato el otro que tenía en la mano diciendo:
- ¿Y ahora cuántos hay?
El padre volvió a contestar:
- Dos.
- Pues entonces -replicó el estudiante-, dos que hay ahora y uno que había antes suman tres. Luego son tres los huevos que hay en el plato.
El padre se maravilló mucho del saber de su hijo, se quedó atortolado y no atinó a desenredarse del sofisma. El sentido de la vista le persuadía de que allí no había más que dos huevos; pero la dialéctica especulativa y profunda le inclinaba a afirmar que había tres.
La madre decidió al fin la cuestión prácticamente. Puso un huevo en el plato de su marido para que se lo comiera; tomó otro huevo para ella, y dijo a su sabio vástago:
- El tercero cómetelo tú.

EL RECTO (Juan Ramón Jiménez)

Tenía la heroica manía bella de lo derecho, lo recto, lo cuadrado. Se pasaba el día poniendo bien, en exacta correspondencia de líneas, cuadros, muebles, alfombras, puertas, biombos. Su vida era un sufrimiento acerbo y una espantosa pérdida. Iba detrás de familiares y criados, ordenando paciente e impacientemente lo desordenado. Comprendía bien el cuento del que se sacó una muela sana de la derecha porque tuvo que sacarse una dañada de la izquierda.
Cuando se estaba muriendo, suplicaba a todos con voz débil que le pusieran exacta la cama en relación con la cómoda, el armario, los cuadros, las cajas de las medicinas.
Y cuando murió y lo enterraron, el enterrador le dejó torcida la caja en la tumba para siempre.

EJERCICIO DE LA MAÑANA DEL CRISTIANO

Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 
Santa e individua Trinidad, mi Dios y todo mi bien, creo en Ti, espero en Ti, te amo y adoro con toda mi alma. Me pesa, Padre misericordioso, de haberte ofendido y propongo enmendarme con el auxilio de tu gracia. En los brazos de tu Providencia me entrego, Señor, para que dispongas de mí, según placiese a tu divina voluntad, con la cual deseo conformarme ahora y siempre, protestando contra toda tentación que de cualquier modo pudiera apartarme de Ti, induciéndome a cometer algún pecado grave o leve de propósito deliberado.
Te ofrezco, Señor, todos los pensamientos, palabras y obras de este día unidos a los merecimientos de Jesucristo y a los de su Santísima Madre la siempre inmaculada Virgen María.
Te los ofrezco en reconocimiento del supremo dominio que tienes sobre todas las criaturas, en agradecimiento a los beneficios que he recibido de tu soberana Majestad, en satisfacción de mis culpas y pecados y en sufragio de las benditas ánimas del purgatorio.
Por ellas te ruego, Señor, y por toda la Iglesia y sus Ministros, por nuestra patria y por los que la gobiernan, por mi familia y bienhechores, y también por mis enemigos.
Es mi ánimo ganar todas las indulgencias concedidas a las obras que hiciere y a las oraciones que rezare; y si hoy hubiere de morir, deseo hacerlo con mis pecados perdonados para así poder alcanzar la gloria eterna.
Protesto en fin que quiero vivir y morir en la santa fe, y en el seno de la Iglesia católica, apostólica, romana, ofreciéndome a observar exactamente todos sus mandamientos y constituciones a mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén. Credo.

Oración a la Virgen Santísima

¡Oh Señora mía y Madre mía! Yo me ofrezco del todo a Ti, y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, oh Madre de piedad, guárdame y defiéndeme, como hijo y posesión tuya. Amén. Salve

Oración al Santo Ángel custodio

Ángel santo, bajo cuya custodia me puso Dios con una bondad infinita, ilumíname, defiéndeme, rígeme y gobiérname. Amén. Padrenuestro.

miércoles, 29 de marzo de 2017

ORACIÓN EN LAS DIFICULTADES DE LA VIDA

Señor, haz que afrontemos con ánimo fuerte y sereno las dificultades, las obligaciones y las responsabilidades que tenemos y, consolados por Ti, sepamos confortar a nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

martes, 28 de marzo de 2017

ORACIÓN DEL HIJO POR LOS PADRES

Oh Dios, que nos has mandado honrar a nuestro padre y nuestra madre, escucha con benevolencia la oración que te dirijo por ellos. Concédeles largos días de vida en la tierra, y consérvales la salud del cuerpo y del espíritu. Bendice sus fatigas y sus iniciativas. Recompénsales por todo lo que han hecho por mí. Inspírales el amor y la práctica de tu santa ley. Ayúdame a hacer todo lo que pueda por ellos. Y haz que después de haber gozado de su afecto en la tierra, tenga la alegría de vivir eternamente con ellos en el cielo. Amén. 

ORACIÓN DE LOS PADRES POR LOS HIJOS

Señor, ilumina la mente de nuestros hijos para que conozcan el camino que Tú has querido para ellos, para que te puedan dar gloria y alcancen la salvación. Sostenlos con tu fuerza, para que alienten en su vida los ideales de tu Reino. Ilumínanos también a nosotros, sus padres, para que les ayudemos a reconocer su vocación cristiana y a realizarla generosamente, colaborando con tus inspiraciones interiores. Amén.

sábado, 25 de marzo de 2017

HIMNO AL MAESTRO DE PANAMÁ

Gloria al ser abnegado que cuida
con amor de la patria,¡salud!
Al que pone la luz de la vida
en el alma de la juventud.

En sus manos no luce y destella
ni la espada marcial ni el cañón
sino el libro, la bíblica estrella
que conduce hacia la redención.

El combate que mancha la tierra
no es el teatro de su heroicidad;
es la escuela su campo de guerra,
y su espada mejor, la verdad.

El error, enemigo siniestro,
va borrando su denso capuz,
cuando pasa triunfante el maestro
esparciendo torrentes de luz.

Gloria al ser abnegado que cuida
con amor de la patria,¡salud!
Al que pone la luz de la vida
en el alma de la juventud.


CÁNTICO PIADOSO A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Perdón, oh Dios mío,
perdón, indulgencia,
perdón y clemencia,
perdón y piedad.

Pequé, ya mi alma
su culpa confiesa;
mil veces me pesa
de tanta maldad.

Mil veces me pesa
de haber, obstinado,
tu pecho rasgado
¡oh suma Bondad!

Yo fui quien del duro
madero, inclemente,
te puso pendiente
con vil impiedad.

Por mí en el tormento
tu sangre vertiste,
y prendas me diste
de inmensa bondad.

Mi rostro, cubierto
de llanto, lo indica;
mi lengua publica
tan triste verdad.

Tu amor, Jesús mío,
será ya mi anhelo;
amantes del cielo,
su amor ensalzad.

viernes, 24 de marzo de 2017

HIMNO DE LA DIVISIÓN AZUL

Con mi canción
la gloria va
por los caminos del adiós,
que en Rusia están
los camaradas de mi División.

Cielo azul
a la estepa desde España llevaré,
se fundirá la nieve
al avanzar, mi capitán.

Vuelvan por mi
el martillo al taller,
la hoz al trigal.
Brillen al sol
las flechas en el haz
para ti,
que mi vuelta alborozada has de esperar
entre el clamor
del clarín inmortal.

En la distancia queda
gozo del hogar
con aires de campanas,
vuelo de la paz.

Resuenan los tambores;
Europa rompe albores,
aligerando nubes
con nuestro caminar.

Con humo de combate
yo retornaré,
con cantos y paisajes
que de allí traeré.

Avanzando voy;
para un mundo sombrío
llevamos el sol;
avanzando voy
para un cielo vacío
llevamos a Dios.



jueves, 23 de marzo de 2017

NOVENA POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre, Redentor mío, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Oración para todos los días 

Esposas muy queridas del Señor, que arrojadas en la cárcel de indecibles penas carecéis de la presencia del Amado hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; vosotras, que desde esas voraces llamas clamáis con mucha razón a vuestros amigos misericordia, yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda. Pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María santísima y a la sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo, y yo la gracia con que deteste cualquier culpa, aun la más ligera, y con que venza mi pasión dominante, hasta que el Señor nos lleve a la gloria. Amén.

DÍA PRIMERO

Oración

¡Oh, Señor y Dios omnipotente!, te suplico por la preciosa sangre que tu Hijo derramó en el Huerto, saques las almas del Purgatorio, y en particular las que están más olvidadas, y las lleves al descanso eterno, para que allí te alaben y bendigan eternamente. Amén.

Tres padrenuestros y avemarías y un Gloria al Padre.

Oración final para todos los días de la Novena

¡Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles! concede a las almas de tus siervos y siervas el perdón de todos los pecados, para que consigan con piadosas súplicas la indulgencia que desearon siempre. Amén.

DÍA SEGUNDO


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre, Redentor mío, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Oración para todos los días 


Esposas muy queridas del Señor, que arrojadas en la cárcel de indecibles penas carecéis de la presencia del Amado hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; vosotras, que desde esas voraces llamas clamáis con mucha razón a vuestros amigos misericordia, yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda. Pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María santísima y a la sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo, y yo la gracia con que deteste cualquier culpa, aun la más ligera, y con que venza mi pasión dominante, hasta que el Señor nos lleve a la gloria. Amén.

Oración

¡Oh Señor y Dios omnipotente! te suplico por la preciosa sangre que tu Hijo derramó con los crueles azotes que recibió, saques las almas del Purgatorio, y en particular las que están próximas a subir al eterno descanso, para que así empiecen cuanto antes a alabarte y bendecirte eternamente. Amén.

Tres padrenuestros y avemarías y un Gloria al Padre.

Oración final para todos los días de la Novena


¡Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles! concede a las almas de tus siervos y siervas el perdón de todos los pecados, para que consigan con piadosas súplicas la indulgencia que desearon siempre. Amén.

DÍA TERCERO


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre, Redentor mío, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Oración para todos los días 


Esposas muy queridas del Señor, que arrojadas en la cárcel de indecibles penas carecéis de la presencia del Amado hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; vosotras, que desde esas voraces llamas clamáis con mucha razón a vuestros amigos misericordia, yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda. Pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María santísima y a la sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo, y yo la gracia con que deteste cualquier culpa, aun la más ligera, y con que venza mi pasión dominante, hasta que el Señor nos lleve a la gloria. Amén.

Oración

¡Oh Señor y Dios omnipotente! os suplico por la preciosa sangre que derramó tu Santísimo Hijo cuando le pusieron la corona de espinas, saques las almas del Purgatorio, y en particular la que debiera ser la última de todas en salir, para que no tarde tanto en alabarte y bendecirte eternamente en la gloria. Amén.

Tres padrenuestros y avemarías y un Gloria al Padre.

Oración final para todos los días de la Novena



¡Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles! concede a las almas de tus siervos y siervas el perdón de todos los pecados, para que consigan con piadosas súplicas la indulgencia que desearon siempre. Amén.

DÍA CUARTO


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre, Redentor mío, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Oración para todos los días 

Esposas muy queridas del Señor, que arrojadas en la cárcel de indecibles penas carecéis de la presencia del Amado hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; vosotras, que desde esas voraces llamas clamáis con mucha razón a vuestros amigos misericordia, yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda. Pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María santísima y a la sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo, y yo la gracia con que deteste cualquier culpa, aun la más ligera, y con que venza mi pasión dominante, hasta que el Señor nos lleve a la gloria. Amén.

Oración

¡Oh Señor y Dios omnipotente! te suplico por la preciosa sangre que derramó tu Santísimo Hijo por las calles de Jerusalén cuando iba con la cruz a cuestas, saques las almas del Purgatorio, y en particular la más rica de méritos para Contigo, a fin de que, desde el sublime trono de gloria que espera, te alabe y bendiga eternamente. Amén.

Tres padrenuestros y avemarías y un Gloria al Padre.

Oración final para todos los días de la Novena


¡Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles! concede a las almas de tus siervos y siervas el perdón de todos los pecados, para que consigan con piadosas súplicas la indulgencia que desearon siempre. Amén.

DÍA QUINTO


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre, Redentor mío, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Oración para todos los días 


Esposas muy queridas del Señor, que arrojadas en la cárcel de indecibles penas carecéis de la presencia del Amado hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; vosotras, que desde esas voraces llamas clamáis con mucha razón a vuestros amigos misericordia, yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda. Pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María santísima y a la sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo, y yo la gracia con que deteste cualquier culpa, aun la más ligera, y con que venza mi pasión dominante, hasta que el Señor nos lleve a la gloria. Amén.


Oración

¡Oh Señor y Dios omnipotente! te suplico por el precioso cuerpo y sangre de tu Santísimo Hijo que en la noche de su Pasión se dio en comida y bebida a sus Apóstoles, y se entregó a toda la Iglesia en sacrificio perpetuo y vivífico alimento de los fieles, saques las almas del Purgatorio, y en particular la más devota de este misterio de amor, para que ter alabe con tu divino Hijo y con el espíritu santo en tu gloria eternamente. Amén.

Tres padrenuestros y avemarías y un Gloria al Padre.

Oración final para todos los días de la Novena



¡Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles! concede a las almas de tus siervos y siervas el perdón de todos los pecados, para que consigan con piadosas súplicas la indulgencia que desearon siempre. Amén.

DÍA SEXTO


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre, Redentor mío, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Oración para todos los días 


Esposas muy queridas del Señor, que arrojadas en la cárcel de indecibles penas carecéis de la presencia del Amado hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; vosotras, que desde esas voraces llamas clamáis con mucha razón a vuestros amigos misericordia, yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda. Pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María santísima y a la sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo, y yo la gracia con que deteste cualquier culpa, aun la más ligera, y con que venza mi pasión dominante, hasta que el Señor nos lleve a la gloria. Amén.

Oración

¡Oh Señor y Dios omnipotente! te suplico por la preciosa sangre que tu Santísimo Hijo derramó desde el árbol de la Cruz, especialmente de sus sacratísimos pies y manos, saques las almas del Purgatorio, en particular aquellas por quienes tengo mayor obligación de rogarte, para que no queden allí penando por mi culpa, ni sean privadas de alabarte y bendecirte eternamente en la gloria. Amén.

Tres padrenuestros y avemarías y un Gloria al Padre.

Oración final para todos los días de la Novena

¡Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles! concede a las almas de tus siervos y siervas el perdón de todos los pecados, para que consigan con piadosas súplicas la indulgencia que desearon siempre. Amén.

DÍA SÉPTIMO


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre, Redentor mío, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Oración para todos los días 


Esposas muy queridas del Señor, que arrojadas en la cárcel de indecibles penas carecéis de la presencia del Amado hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; vosotras, que desde esas voraces llamas clamáis con mucha razón a vuestros amigos misericordia, yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda. Pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María santísima y a la sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo, y yo la gracia con que deteste cualquier culpa, aun la más ligera, y con que venza mi pasión dominante, hasta que el Señor nos lleve a la gloria. Amén.

Oración

¡Oh Señor y Dios omnipotente! te suplico por la preciosa sangre que salió del costado de tu Santísimo Hijo en presencia y con grandísimo dolor de su Santísima Madre, saques las almas del Purgatorio, en particular la que haya sido más devota de esta gran Señora, para que cuanto antes vaya a tu Gloria para alabarte en ella y a Ella en Ti, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Tres padrenuestros y avemarías y un Gloria al Padre.

Oración final para todos los días de la Novena


¡Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles! concede a las almas de tus siervos y siervas el perdón de todos los pecados, para que consigan con piadosas súplicas la indulgencia que desearon siempre. Amén.

DÍA OCTAVO


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre, Redentor mío, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Oración para todos los días 

Esposas muy queridas del Señor, que arrojadas en la cárcel de indecibles penas carecéis de la presencia del Amado hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; vosotras, que desde esas voraces llamas clamáis con mucha razón a vuestros amigos misericordia, yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda. Pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María santísima y a la sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo, y yo la gracia con que deteste cualquier culpa, aun la más ligera, y con que venza mi pasión dominante, hasta que el Señor nos lleve a la gloria. Amén.

Oración

¡Oh Señor y Dios omnipotente! te suplico por la preciosa sangre que derramó tu sacratísimo Hijo en el momento de su muerte para salvación de todos los hombres, saques las almas del Purgatorio, especialmente aquellas que no pudieron prepararse en la hora de su muerte y están privadas de toda ayuda espiritual, para que pronto estén junto a Ti para toda la eternidad. Amén.

Tres padrenuestros y avemarías y un Gloria al Padre.

Oración final para todos los días de la Novena

¡Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles! concede a las almas de tus siervos y siervas el perdón de todos los pecados, para que consigan con piadosas súplicas la indulgencia que desearon siempre. Amén.

DÍA NOVENO


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre, Redentor mío, por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Oración para todos los días 

Esposas muy queridas del Señor, que arrojadas en la cárcel de indecibles penas carecéis de la presencia del Amado hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; vosotras, que desde esas voraces llamas clamáis con mucha razón a vuestros amigos misericordia, yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda. Pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María santísima y a la sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo, y yo la gracia con que deteste cualquier culpa, aun la más ligera, y con que venza mi pasión dominante, hasta que el Señor nos lleve a la gloria. Amén.

Oración

¡Oh Señor y Dios omnipotente! te suplico por la preciosa sangre que tu sacratísimo Hijo impregnó en el Santo Sudario para después resucitar gloriosamente, saques las almas del Purgatorio, especialmente las de los familiares y amigos de los que rezan esta Novena, para que puedan estar eternamente junto a Ti alabándote y bendiciéndote y a los que esperamos unirnos los que te amamos por encima de todo. Amén.

Tres padrenuestros y avemarías y un Gloria al Padre.

Oración final para todos los días de la Novena

¡Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles! concede a las almas de tus siervos y siervas el perdón de todos los pecados, para que consigan con piadosas súplicas la indulgencia que desearon siempre. Amén.



CUANDO ALLÁ SE PASE LISTA (HIMNO CRISTIANO)

Cuando la trompeta suene
en aquel día final
y que el alba eterna rompa en claridad;
Cuando las naciones salvas
a su patria lleguen ya
y que sea pasada lista allí he de estar.

En aquel día sin nieblas,
en que muerte ya no habrá,
y su gloria el Salvador impartirá;
cuando los llamados entren
a su celestial hogar,
y que sea pasada lista, allí he de estar.

Cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista;
a mi nombre yo feliz responderé.

Trabajemos por el Maestro,
desde el alba al vislumbrar;
siempre hablemos de su amor y fiel bondad.
Cuando todo aquí perezca
y nuestra obra cese ya,
y que sea pasada lista, allí he de estar.

Cuando la trompeta suene
en aquel día final,
y que el alba eterna rompa en claridad;
cuando las naciones salvas
a su patria lleguen ya,
y que sea pasada lista, allí he de estar.

Cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista;
a mi nombre yo feliz responderé.

lunes, 20 de marzo de 2017

ORACIÓN DE LA DISPONIBILIDAD (1)

¡Cuánto me has amado, Dios mío!
¡Cuánto has hecho para que yo te ame, Dios mío!
¡Cuánto has deseado y sigues deseando que yo te ame!
Aquí estoy, Dios mío, aquí estoy.
Mi corazón está dispuesto.
No me niego a nada que pueda probarte mi amor.
¿Qué quieres que haga?
Aquí estoy.



ORACIÓN DE LA DISPONIBILIDAD

Nuestra Señora, Madre del Soberano Jesús, ven a visitar nuestro corazón y nuestra casa como hiciste con tu prima Isabel.
Ven, Dulce Madre de la Iglesia, a visitar a tu pueblo para librarlo de sus culpas.
Ven, María, para nuestra casa y nuestro corazón, trayéndonos paz y perfumando nuestra vida con los aromas de las flores de mayo.
Ven, Madre de la humanidad, a guiar nuestros pasos en los caminos que tenemos que recorrer.
Haz, María, que tengamos disposición como tú para amparar a los débiles, confortar a los enfermos, convertir a los pecadores, suavizar los sufrimientos y secar las lágrimas de nuestros hermanos.
Trayéndonos Cristo, nos trae también los dones del Espíritu Santo, para que fielmente alabemos la misericordia y compasión de Dios para con nosotros. 
Amén.

UN MINUTO CON MARÍA PARA PEDIR SU BENDICIÓN

Madre, bendíceme, ruega por mí sin cesar; 
aleja el pecado de mí hoy y siempre. 
Si tropiezo, extiende tu mano para mí; 
si caigo cien veces, cien veces levántame;
si yo te olvido, no te olvides de mí;
si me dejas, Madre, ¿qué será de mí?
En los peligros del mundo, asísteme;
en las tristezas y aborrecimientos, consuélame;
mírame con amor y compasión.
Quiero que mi vida te haga sonreír,
y en el fin, recíbeme y llévame a Jesús.
Sé mi abogada junto a tu Hijo,
consíguele el perdón de mis faltas,
y que en la hora de mi muerte me llame,
mandándome entrar en su Reino.
Tu bendición me acompañe hoy y siempre.
Gracias, amén. Aleluya, amén.

ORACIÓN DE CONFIANZA EN EL AMOR DE LA VIRGEN MARÍA

Oh, Virgen María, fortaléceme en tu amor para que yo no me desespere; me siento débil, aumenta mi fe. Quiero continuar en el firme propósito de esperanza en la Providencia divina. Lleva a tu divino Hijo, nuestro Señor Jesucristo, mi pedido de socorro, mi gemido de aflicción. Dígnate a socorrerme sin demora, pues en la confianza en tu poderosa intercesión sustento mi seguridad. A la luz de tu amor confío mis pasos, a tu misericordia entrego mi corazón, y a ti, oh Madre, consagro mi vida, todo lo que tengo y todo lo que soy.

domingo, 19 de marzo de 2017

ACTO DE CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ

¡Glorioso San José!, amabilísimo padre de Jesús, virginal esposo de María, dígnate recibirme en este día en el número de tus hijos, yo te elijo por mi padre, mi protector y mi guía en el camino de la salvación, y me pongo en tus brazos. ¡Oh tú que has tenido la dicha de ser el guardián de Jesús y de María, y has tenido presentes a sus ojos los divinos ejemplos de nuestro dulcísimo Salvador, que has vivido y conversado con él y muerto entre sus brazos, alcánzame las virtudes de que tengo mayor necesidad, enséñame, amantísimo padre, a hablar a Jesús en la oración, a vivir con él y por él, haciendo todas mis acciones por puro amor; y que así la más pequeña como la más grande sea un acto de este amor! Que sea manso, humilde y casto como Jesús; en una palabra, que me asemeje a Él en todas las cosas; enséñame a amar los trabajos y humillaciones, y haz, amado protector mío, que no encuentre alegría ni contento alguno sino en el cumplimiento de la voluntad de mi Dios; y con esto espero que, mediante tu intercesión, llegaré a ver a mi Jesús. Amén.
¡Viva Jesús, María y José!

sábado, 18 de marzo de 2017

DETENTE DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


ORACIÓN A SAN JOSÉ (23)

Entre todas tus alegrías, no era la menor, antes ocupaba un lugar de preferencia ¡oh José glorioso! el verte en íntimo enlace, y aun en cierta igualdad, con el Espíritu Santo. Este, por modo milagroso y estupendo, fecundizó las virginales entrañas de María, como que era su Esposo, cuando la Encarnación del Hijo de Dios; y sin duda, buscando entre los hijos de Adán, uno que dignamente, en cuanto era posible a la humana flaqueza, le representara, se fijó en ti, y al efecto te unió con María por medio de los indisolubles lazos del matrimonio. Y notoria y evidente cosa es, por lo tanto, que siendo aquel todo amor y cariño, y de consiguiente, gozo y contento, a ti se te prendería con sus ardientes llamas, el amoroso y eterno fuego que en Él ardía, para que se lo comunicaras a su amada esposa María. ¡Oh, José, cómo se habría derretido tu corazón, si Dios no lo hubiese impedido, al calor de tan ondulantes llamas!
JACULATORIA. Haz que seamos dignos de recibir en nuestras almas al Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA DE SAN PEDRO DAMIÁN

¡Oh Santísima Virgen!, socorred a aquellos que imploran vuestra asistencia; volveos a nosotros, oh clementísima Madre. ¿Podréis por ventura olvidaros de los hombres porque sois Madre de Dios? Ah, no ciertamente. Vos ya sabéis los peligros en que vivimos y el estado miserable en que se hallan vuestros siervos. No, no conviene a una misericordia tan grande como la vuestra olvidarse de una miseria tan grande como la nuestra; reprimid con vuestro poder el furor de nuestros enemigos. Si Vos nos ayudáis con eficacia, jamás prevalecerán contra nosotros, porque aquel Señor, que es omnipotente, os ha hecho poderosísima en el cielo y en la tierra; y cuanto más poderosa sois, tanto más misericordiosa sois.
¡Oh Madre de Dios!, ya sé que sois toda benigna, y que nos amáis con un amor sumamente compasivo. ¿Cuántas veces aplacáis la ira de nuestro Juez, haciendo que suspenda los castigos que merecemos? Todos los tesoros de la misericordia de Dios están en vuestras manos. ¡Ay, Señora mía! Vos que no perdéis ocasión de salvar a los miserables, que arrepentidos recurren a Vos, y de hacerlos participantes de vuestra gloria, nunca dejéis de favorecernos en el cielo, pues la mayor gloria que podemos tener, después de la vista y posesión de Dios, es la de veros y amaros, y de estarnos debajo de vuestra dulce protección. Oid, Señora, ahora nuestras súplicas, ya que vuestro Hijo quiere honraros, no negándoos cosa alguna de cuantas le pidierais.

ORACIÓN A LA VIRGEN DE CHAPI, PATRONA DE AREQUIPA (PERÚ)

Madre,
dame tus ojos para saber mirar,
si miro con tus ojos jamás podré pecar.
Madre,
dame tus labios para saber rezar,
si rezo con tus labios, Jesús me escuchará.
Madre,
dame tus manos para poder trabajar,
entonces mi trabajo valdrá una eternidad.
Madre,
dame tu manto para que cubra la maldad,
cubierto con tu manto, al cielo he de llegar.
¡Oh Madre!,
dame a Jesús para poder amar,
esta será mi dicha por una eternidad.


viernes, 17 de marzo de 2017

LA VOZ EN LA CAJA (Paul Villiard)

Cuando era pequeño, mi familia tuvo uno de los primeros teléfonos en el vecindario. Recuerdo muy bien la caja de madera de roble, perfectamente pulida, fijada a la pared, en el descanso de la escalera. Recuerdo su receptor plateado brillante e incluso el número: 105.
Yo era muy pequeño para alcanzar el aparato, y solía escuchar fascinado a mi madre hablar por él. Una vez me levantó para que hablara con mi padre, que estaba en un viaje de negocios. ¡Parecía obra de magia!.
Luego descubrí que en algún lugar dentro del maravilloso aparato vivía una criatura asombrosa que se llamaba “Información, por favor“. No existía nada que ella no supiera. Mamá podía preguntarle el número telefónico de cualquier persona, y si nuestro reloj se detenía, ”Información, por favor“ nos daba la hora exacta al instante.
Mi primera experiencia de comunicarme con ese genio atrapado en la botella ocurrió un día cuando mi mamá fue a visitar a una vecina. Mientras jugaba en el sótano con herramientas, me golpeé un dedo con el martillo. El dolor era terrible pero pensé que no me servía de nada llorar pues no había nadie en casa para consolarme. Di una vuelta por la casa chupándome el dedo lastimado, llegando al fin a la escalera. ¡El teléfono! Rápidamente corrí por la silla de la sala y la arrastré hasta el descanso. Me subí al taburete, decolgué el receptor y lo acerqué al oído.
“Información, por favor”, le dije al receptor. Después de un par de clics, una voz serena me contestó: ”Información“. ”Me lastimé un dedo“, lloré al teléfono. Ahora que tenía público no podía contener las lágrimas.“¿No está tu mamá en casa?”, siguió la pregunta. “No hay nadie, estoy solo“, contesté. ”¿Estás sangrando?”. “No”, y le expliqué: ”Me lo golpeé con un martillo y duele mucho“. ”¿Puedes abrir el congelador?“, indagó ella. Le dije que sí. “Rompe un pedazo de hielo y apriétalo contra el dedo. Te quitará el dolor. Y no llores. Todo estará bien”.
Después de eso, llamaba a ”Información, por favor“ por cualquier cosa. Le pedía que me ayudara con mis tareas de geografía y ella me decía dónde quedaban Filadelfia y Orinoco, el río romántico que iba a explorar cuando creciera. Me ayudaba a resolver problemas de aritmética, y me dijo que la ardilla que yo había atrapado en el parque el día anterior, comía frutas y nueces.
Luego falleció Petey, nuestro canario. Llamé a ”Información, por favor" y le conté esa historia triste. Me escuchó y luego dijo las cosas usuales que los adultos utilizan para consolar a los niños. Sin embargo, no podía dejar de llorar.
“¿Por qué las aves cantaban tan bonito y traían alegría a las familias solo para terminar como una bola de plumas en el fondo de una caja?”. Seguramente ella percibió mi consternación profunda porque me dijo: “Paul, siempre recuerda que existen otros mundos dónde cantar“. Por alguna razón, con esta explicación me sentí mejor.
Al día siguiente le llamé como si nada hubiera sucedido y le pregunté cómo se ecribía la palabra ”fijar”.
Cuando cumplí nueve años nos mudamos a otro pueblo. Extrañaba mucho a “Información, por favor” y muchas veces me acordaba de ella, pero esa voz le pertenecía a aquel viejo y enorme aparato telefónico en mi casa anterior y no la podía asociar con el nuevo y reluciente teléfono que estaba en la mesa de la sala.
De adolescente, los recuerdos de ella tampoco me dejaban: en muchas ocasiones de duda y perplejidad recordaba el sentimiento de seguridad que tenía sabiendo que podía llamar a “Información, por favor“ en cualquier momento y recibir la respuesta correcta.
Ahora entiendo qué paciente, atenta y bondadosa era ella conversando con un niño pequeño.
Unos años después, tuve un viaje en avión e hice una escala en mi ciudad natal. Solo tenía media hora para cambiarme de avión.
Sin perder el tiempo, me acerqué a un teléfono público y marqué el número:
Asombrosamente su voz, tan conocida, contestó. Entonces pregunté:
”¿Me podría decir cómo se deletrea la palabra “fijar“?
Tras un largo silencio, recibí la respuesta:
”Creo que tu dedo ya se ha curado”.
Me reí:
“¡De verdad es usted! No se imagina lo mucho que significó para mi nuestras conversaciones en aquellos tiempos”.
”Y tú no te imaginas lo mucho que significaban tus llamadas para mí. Nunca tuve hijos, y siempre esperaba con ansias tus llamadas“.

Entonces le conté cuántas veces la había recordado en todos esos años, y le pregunté si la podía ver la próxima vez que estuviera en la ciudad.
”Por supuesto“, me contestó. “Simplemente llama y pregunta por Sally”.
”Adiós, Sally“. Me pareció extraño que la ”Información, por favor" ahora tuviera un nombre. “Si encuentro algunas ardillas, les diré que coman frutas y nueces”. “Hazlo“, contestó, ”y espero que algún día vayas al Río Orinoco. Bueno, adiós”.
Tan solo tres meses después, nuevamente hice una escala en la ciudad. Llamé y me contestó una voz diferente, entonces pregunté por Sally. “¿Eres su amigo?”. “Sí“, contesté. ”Un viejo amigo“.“Entonces lamento tener que decírtelo. En los últimos años, Sally solo trabajaba de medio tiempo porque estaba enferma. Murió hace cinco semanas”. Antes de que colgara, la voz me dijo: ”Espera, ¿tú eres Paul?“. ”Sí”. “Sally dejó un mensaje para ti. Espera, lo anoté por aquí”. “¿Cuál mensaje?“, pregunté casi sabiendo con anticipación cuál sería. ”Aquí está, te lo leeré: Dile que aún digo que existen otros mundos dónde cantar. Él entenderá qué quiero decir”.
Le di las gracias y colgué. Sí, sabía bien lo que Sally quería decirme.

ORACIÓN DE SAN ANSELMO A MARÍA SANTÍSIMA

Socorrednos ¡oh misericordiosísima Señora! sin deteneros por la multitud de nuestros pecados. Acordaos que nuestro Creador tomó carne humana de vuestro casto seno, no para condenar a los pecadores, sino para salvarlos. Si no hubieseis sido hecha Madre de Dios, sino para vuestra honra y gloria, se podría decir, tal vez, que os interesaba menos el que nosotros nos salvásemos o perdiésemos; mas si Dios se vistió de vuestra carne por vuestra salvación y por la salvación de todos los hombres, ¿de qué nos serviría que fueseis tan poderosa y tan gloriosa, si no nos hicierais participantes de vuestra felicidad? Ayudadnos y protegednos. Vos sabéis bien la necesidad que tenemos de vuestra asistencia. A Vos nos recomendamos: haced que no nos condenemos, sino que sirvamos y amemos eternamente a vuestro Hijo Jesucristo.

ORACIÓN A SAN JOSÉ (22)

Al punto, sobre nuestra vista sube tu gloria y contento, al fijarla en la participación de la divina autoridad que te daba tu mando sobre Jesús. En dos distintas ocasiones, en el Tabor y en el Jordán, dejó oír su voz el Eterno, velado por oscura nube, al exclamar, hablando de su Hijo encarnado: "Este es mi Hijo en quien he puesto mis complacencias". ¿Y quién te vedaba, ¡oh José glorioso!, exclamar en iguales o parecidas frases? Decir podías, y sin duda lo habrías repetido en tu interior, y acaso a tus amigos y allegados, señalando a Jesús: "Este es mi Hijo en quien pongo todo mi contento y alegría". No debía, en verdad, ser de otro modo si atendemos a que es también el blanco de todas las miradas que se cruzan en el Cielo; el fin y objeto de todos los suspiros y exclamaciones de los santos; la paz y dicha de los predestinados.

JACULATORIA. Haz que nos fijemos en nuestro modelo Jesús y copiemos sus virtudes, para que, como tú, tengamos en Él nuestra eterna felicidad. Amén.

ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA CONFESIÓN

Por los merecimientos de la Bienaventurada siempre Virgen María vuestra Madre, y de todos los santos, humildemente te suplico, Señor mío Jesucristo, que te sea acepta y agradable esta confesión que acabo de hacer: suple con tu misericordia los defectos que en ella haya cometido, para que por los méritos de tu preciosa Sangre alcance la perfecta y plenaria absolución de mis pecados. Amén.

jueves, 16 de marzo de 2017

ORACIÓN PARA ANTES DE CONFESARSE

Dios y Señor de las misericordias: todo cubierto de confusión, y penetrado del dolor de mis culpas, vengo, Señor, a tus pies. Yo vengo con firme resolución de abominarlas todas, y con un verdadero pesar de haber ofendido a un Dios tan bueno, tan amable y tan digno de ser amado. ¡Ay Dios mío de mi alma! ¿Es esta la correspondencia que merecen, Señor, tus piedades? ¿Es este, Dios mío, el reconocimiento que Tú esperabas de mí, después de haberme amado, hasta derramar tu preciosa sangre por librarme de la crueldad de mis enemigos y de las llamas del infierno? Sí, Señor, yo he sido contigo muy vil e ingrato. Te pido humildemente perdón de todos mis pecados; dame gracia para hacer digna penitencia de ellos; haz, Dios mío, que me llegue a los pies del confesor, que en tu nombre me espera, con las disposiciones necesarias; dame luz para conocer la fealdad de mis culpas; dame una verdadera contrición de ellas; abre mi boca para que las confiese enteramente, a fin de que reciba dignamente el Santo Sacramento de la Penitencia, y obtenga tu divina gracia. Amén.

ORACIÓN A SAN JOSÉ (21)

¡Oh Santo Patriarca!, desearíamos saber qué es lo que por tu corazón pasaría al oír de los divinos labios de Jesús, dulce y amable, el escogido entre millares, aquellas tiernísimas palabras con que en todas partes te llamaba: ¡Padre mío!, expresión mágica y fuerte que resistirla no puede aun el mismo Dios, cuando arranca de un corazón arrepentido. ¡Padre mío! lo dice un hijo, el más hermoso; así exclamó el salmista: eres de más hermoso talante que los demás hijos de los hombres; la gracia y ternura están como de asiento en tu semblante. este, pues, te llamaba ¡Padre! y así es que, amándote como a tal, te comunicaba, en cuanto le era posible, las infinitas perfecciones que en grado también infinito poseía. ¡Qué humildad en el Hijo del Eterno! ¡Qué alteza y elevación en ti, oh José glorioso! ¡Jesús, Dios, Hijo de José! ¡José, padre de Jesús, Verbo eterno!

JACULATORIA. Acreditar queremos, ¡oh glorioso Patriarca! para con nuestro Padre celestial, que somos sus hijos; como Cristo lo acreditó contigo, durante su vida. Así sea.

AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Corazón Santo,
Fuente de amor,
consuela el llanto
del pecador.

Jesús del alma,
Dueño amoroso,
Padre piadoso,
Dios de bondad:

Yo herí tu pecho
con mi pecado.
¡Lloro humillado
mi iniquidad!

Jesús amable,
Jesús piadoso,
Dueño amoroso,
Dios de bondad.

Vengo a tus plantas,
si Tú me dejas,
humildes quejas
a presentar.

Divino pecho
donde se inflama
la dulce llama
de caridad.

Tu sangre pura
borre del mío,
perverso y frío,
tanta maldad.

En él arroja
divino fuego,
y todo luego
se inflamará.

Que si lo abrasa
tu amor ardiente
eternamente
tuyo será.

Corazón dulce,
manso y clemente,
divina fuente
de santidad.

Tú eres la prenda
de mi victoria;
Tú eres mi gloria,
mi eterna paz.

Tú solo puedes,
omnipotente,
mi sed ardiente
refrigerar.

Aquí, Bien mío,
aquí el postrero
suspiro quiero
por Ti exhalar.

miércoles, 15 de marzo de 2017

HABLA EL CRUCIFIJO QUE ESTÁ EN LA IGLESIA

Quien quiera que por aquí pasas y entras en este sagrado templo, espera un poco y pon los ojos en mí que, siendo inocente, por tus culpas padecí muerte tan cruel.
Mira traspasada mi cabeza con una corona de espinas, corriendo hilos de sangre viva sobre mi rostro, en pena de tus vanos y perversos pensamientos. ¿Y tú, emplearás aún el entendimiento y razón que yo te di, para acrecentar mis dolores?
Mira mis ojos tristísimos y llenos de lágrimas que en esa cruz se oscurecieron para librarte a ti de las tinieblas perdurables. ¿Y tú, me ofenderás con tus ojos lascivos, y los harás ventanas por donde entre la muerte en tu alma?
Mira cómo están mis labios cárdenos y secos, y amargados con hiel y vinagre, en justo castigo de lo que pecaste por tu boca. ¿Y tú soltarás esa lengua para blasfemarme, y para maldecir y murmurar de tu prójimo?
Mira la palidez de mi rostro difunto, afeado con las salivas que escupieron en él mis verdugos, cuando por ti padecía yo tan grandes ultrajes. ¿Y tú me afrentarás todavía, avergonzándote de parecer mi discípulo, entre los impíos y pecadores?
Mira los agujeros de mis manos taladradas por tu amor con los clavos durísimos, para satisfacer la pena de tus malas obras. ¿Y tú osarás hacer de tus manos instrumentos para ofenderme con abominables torpezas?
Mira las llagas de mis pies enclavados también en este árbol de la cruz para redimirte. ¿Y tú, llevarás tus pasos como Judas traidor, por los caminos de la iniquidad, huyendo siempre como Caín de tu Dios?
Mira esa gran herida de mi costado que me abrieron con la lanza para que pudiese derramar por tu amor hasta las últimas gotas de sangre que en mi corazón quedaban. ¿Y tú me pagarás estas finezas de amor imitando la negra ingratitud de los judíos?
Mira todo mi cuerpo descoyuntado, consumido y hecho un retablo de dolores para librarte a ti de los eternos suplicios. ¿Y tú, volverás a crucificarme por no mortificar un poco ese tu cuerpo criminal que debieras mirar como tu mayor enemigo?
Mírame colgado y lleno de ignominia en este patíbulo airentoso, pagando aquí el castigo de la soberbia del hombre. ¿Y tú, te alzarás aún con orgullo, hasta el extremo de no humillarte a nadie ni aun a tu Dios?
Mira cuán desnudo y avergonzado estoy habiéndose los verdugos repartido mis vestiduras. ¿Y tú, añadirás a mi confusión tus impurezas, escándalos y desvergüenzas?
Mira qué pobre y miserable me ha puesto la codicia de los hombres, sin tener una gota de agua para templar mi sed, ni vestido con que cubrir mis carnes, ni otro lecho en que morir que este lecho durísimo de la cruz. ¿Y tú, que tantas veces usaste de mis bienes para ofenderme, no podrás llevar en paciencia alguna falta de las cosas necesarias?
Mírame ultrajado y escarnecido en esta cruz por los autores de mi muerte, y rogando yo a mi Padre Eterno por los sayones que me estaban crucificando. ¿Y tú, no perdonarás a tus enemigos, después de haberte yo perdonado y haberte librado de la muerte eterna?
Mírame clavado en este madero, por obedecer a mi Padre celestial, que con mi pasión y muerte quiso salvar a los pecadores. ¿Y tú, desobedecerás a Dios, y arrojarás como el rebelde Lucifer el yugo suavísimo de mis santos mandamientos?
Mira cuánta sangre derramé por ti cuando con acerbísima muerte te compré el paraíso y la vida eterna. Y tú por un vil interés, por un punto de honra y por un sucio placer venderás el cielo que me ha costado toda la sangre de mis venas?
Mírame, pecador, hecho víctima de propiciación y llevando sobre mí el peso de la ira de Dios, irritada por el pecado de los hombres. ¡Ay de ti si no te conviertes y no te acoges a mi clemencia y misericordia infinita! porque, ¿qué será del pecador, si Dios no perdonó a su unigénito Hijo?
Haz de saber en fin, que cuando yo moría en la cruz, el sol se oscureció, y la tierra tembló con espantoso terremoto, y se quebraron las piedras, y hasta los pérfidos judíos, atemorizados y consternados, se daban golpes al pecho y me confesaban por Hijo de Dios. ¿Y tú, cristiano, serás más insensible que la naturaleza falta de sentido, y más duro que las piedras y más obstinado que los judíos? Hinca pues las rodillas y adórame como a tu divino Redentor en ese venerable madero de la cruz: todo el día te estoy aguardando con los brazos extendidos para abrazarte, no solo a ti sino a todos los pecadores. A todos los tenía presentes cuando por todos padecía y moría. En ti pensaba también, por ti padecía y por ti moría. Y era tanto mi amor que por ti solo hubiera padecido y muerto en esa cruz. No desprecies mi amor: besa con reverencia mis llagas y mezcla tus lágrimas con mi sangre preciosa, para alcanzar por los méritos de mi pasión y muerte la eterna vida.

(Del libro "Manual del pueblo" del R. P. Francisco de P. Morell, S. J., 1894)   


jueves, 9 de marzo de 2017

ORACIÓN A SAN JOSÉ (20)

Si es verdad ¡oh glorioso Patriarca! que Dios, fuera de habitar, por la ubicuidad, en todas partes, se halla de un modo especial en el alma justa, comunicándole del tesoro de sus infinitas perfecciones, también lo es que tú, como justo por excelencia, recibirías, con muchas creces sobre los demás, los consuelos que en tu corazón derramaría el Rey de cielos y tierra, no ya solo por la gracia, sino, y especialmente, por aquella íntima y familiar unión que con Él te ligaba. Y como las cosas de Dios, y del Cielo, cuanto más se gustan, tanto más se apetecen, y el hombre se hace más capaz de recibirlas, mientras de ellas se van llenando los profundos senos de su corazón, claro está que tú, José, moverías a emulación, a ser de ella capaces, a los ángeles mismos del Empíreo, al fijarse en el sinfín de felicidad y dichas que Dios a tu lado te daba a disfrutar.

JACULATORIA. Haz que cada día aumentemos en amor a Dios, y así crecerá también la paz de nuestra alma. Así sea.

ORACIÓN PARA LOS MALOS PENSAMIENTOS (Tomás de Kempis)

Señor, Dios mío, no te alejes de mí. Dios mío, mira en mi favor, que se han levantado contra mí varios pensamientos y grandes temores que afligen mi alma. ¿Cómo pasaré sin lesión?, ¿cómo los destruiré? Yo iré, dice Dios, delante de ti, y humillaré a los soberbios de la tierra, abriré la puerta de la cárcel, y revelarte he los secretos de las cosas escondidas. Hazlo así, Señor, como lo dices, y huyan de tu presencia todos los malos pensamientos. Esta es mi esperanza y singular consolación, confiar en Ti, y llamarte de todas maneras y esperar pacientemente tus consuelos.

(De la obra "Imitación de Cristo")

ESTAMPA DE SANTA GEMA



SOLO LA MISERICORDIA DE DIOS PUEDE CAMBIAR EL MUNDO (Revista "Misión" nº 43, marzo-abril-mayo 2017)