lunes, 22 de mayo de 2017

ESTAMPA 20 MAYO 2017 NOVENA MARÍA AUXILIADORA MÁLAGA



ORACIÓN PARA PEDIR UN FAVOR A SANTA RITA

Santa de lo imposible, oh Santa Patrona de los necesitados, Santa Rita, cuyas plegarias ante el Divino Señor son casi irresistibles, quien por la generosidad en otorgar favores has sido llamada Mediadora de los sin esperanza e incluso de lo Imposible; Santa Rita, tan humilde, tan pura, tan mortificada, tan paciente y de tan compadecido amor por Jesús Crucificado que podrías obtener de Él cualquier cosa que le pidas. A cuenta de esto recurrimos confiados a ti, esperando, si no siempre alivio, al menos consuelo. Sé favorable a nuestra petición, mostrando el poder de Dios a nombre de este/a suplicante, sé generosa con nosotros, como lo has sido en tantos casos maravillosos, para la más grande gloria de Dios, por la divulgación de tu propia devoción, y por el consuelo de aquellos que confían en ti. Prometemos, si nuestra petición es concedida, glorificar tu nombre, informando del favor concedido, para bendecir y cantar tus alabanzas por siempre. Confiando entonces en los méritos y poder ante el Sagrado Corazón de Jesús, te rogamos:
(Mencione ahora su petición)
Obtén para nosotros nuestra petición:
Por los singulares méritos de tu infancia.
Por la perfecta unión con la Divina Voluntad.
Por los heroicos sufrimientos durante tu vida de casada.
Por el consuelo que experimentaste con la conversión de tu esposo.
Por el sacrificio de tus niños antes de verlos ofender gravemente a Dios.
Por tu milagrosa entrada al Convento.
Por las austeras penitencias y las sangrientas ofrendas tres veces al día.
Por el sufrimiento causado por la herida que recibiste con la espina del Salvador Crucificado.
Por el amor divino que consumió tu Corazón.
Por la notable devoción al Sagrado Sacramento, con el cual exististe por cuatro años.
Por la felicidad con la cual partiste de tus pruebas para reunirte con el Divino Esposo.
Por el ejemplo perfecto que diste a la gente de cada estado de vida.

Oh Dios, Quien en tu infinita ternura has sido bondadoso para escuchar la plegaria de tu sierva, Santa Rita, y otorgas a su súplica lo que es imposible a la vista, conocimiento y esfuerzos, en recompensa de su compadecido amor y firme confianza en tu promesa, ten piedad en nuestra adversidad y socórrenos en nuestras calamidades, que el no creyente pueda saber que Tú eres la recompensa del humilde, la defensa de los sin esperanza, y la fuerza de aquellos que confían en Ti, a través de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


ORACIÓN A SOR MÓNICA DE JESÚS

Señor omnipotente, que glorificas a los humildes y abates a los soberbios, por la gloria de tu santo Nombre concédenos la gracia de ver glorificada en la tierra a tu fidelísima sierva sor Mónica que solo vivió para Ti y la salvación de las almas, y la gracia que con fe te pedimos (se hace la petición). Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

sábado, 20 de mayo de 2017

POR NO PERDER EL RESPETO (Juan Valera)

La señora Nicolasa, viuda del herrador, recibió una carta en que le participaban la imprevista y repentina muerte de su tío, el más rico tabernero de Córdoba. Convenía ir allí sin tardanza a recoger la herencia, antes que los entrantes y salientes de la casa lo hiciesen todo trizas y capirotes.
Resuelta y activa, la viuda se puso el mantón y sin perder tiempo se fue a ver al tío Blas, el cosario, para que la llevase a la antigua capital de los califas.
-Oiga usté, señá Nicolasa, yo estoy mal de salud, he tenido ciciones y aún no me he repuesto. Hasta dentro de siete u ocho días no pienso salir para Córdoba.
-Mucho me contraría lo que usted me dice -respondió la viuda. -¿Cómo me las compondré? Yo necesito ir a Córdoba inmediatamente.
-Ya usted sabe -replicó el tío Blas- que yo quiero complacerla siempre. Hay un medio de que mañana mismo, antes de rayar el alba, se ponga usted en camino. Puedo dar a usted dos mulos muy mansos y que andan mucho y una persona de toda mi confianza para que la acompañe.
-¿Y quién es esa persona?
-Pues mi nieto Blasillo.
-¡Jesús, María y José! ¿Qué no dirían las malas lenguas del lugar si yo me fuese sola por esos andurriales con un mozuelo de veinte años a lo más, y que, si mal no he reparado, es guapote y atrevido?
-Deje usté que digan lo que quieran, señá Nicolasa. ¿Quién está libre de malas lenguas y de testigos falsos? Hasta de Dios dijeron. Y por otra parte, créame usté, mi niño es un alma de Dios, mejor que el pan, incapaz de cualquier desacato. Con él irá usted más segura que con un padre capuchino.
La viuda estaba decidida a ir a Córdoba y pasó por todo.
-Iré con Blasillo -dijo por último. -Si murmuran, que murmuren. Yo confío en el buen natural y en la cristiana crianza del muchacho, y confío más aun en mi gravedad y entereza.
-Tiene usted razón que le sobra, señá Nicolasa. El chico es tan bueno, noble y tranquilo que no será menester que usté se haga de pencas.
La claridad del día iba extendiéndose por el cielo, se teñía el Oriente de un vago color de rosa que anunciaba la pronta salida del sol, y en la mitad del éter, como joya de oro sobre obscuro manto azul, resplandecía el lucero miguero. Corría un vientecillo fresco; los pajarillos cantaban; el rocío daba lustre y esmalte a la yerba nueva, blanqueaban los almendros en flor, y las nacientes hojas de los árboles deleitaban la vista con su tierna verdura. Era uno de los primeros días del mes de Abril.
La señá Nicolasa había enviudado temprano y tendría a lo más veintiséis o veintisiete abriles. Era alta y esbelta, aunque poco enjuta de carnes. Su ademán decidido y su aspecto señoril, grave y casi imperatorio, se hallaban en perfecta conformidad con la fama que tenía de honrada, severa, valerosa y sobrado capaz de tener a raya a los hombres más insolentes, y de no necesitar protección ni socorro para impedir que le perdiesen el respeto.
En aquella ocasión salió del lugar montada en un poderoso mulo romo, sobre muy lujosas y cómodas jamugas, con blandos almohadones de pluma y con su tablilla para apoyar los piececitos. Iba con tanta majestad y era tan gallarda morena que parecía la propia reina de Sabá cuando caminaba hacia Jerusalem para visitar a Salomón y poner a prueba su sabiduría con enmarañados acertijos.
En el otro mulo, que llevaba el baúl de la viuda y algunos encargos, Blasillo iba detrás muy respetuoso y sin atreverse a hablar a la adusta y floreciente matrona cuya custodia le había confiado su abuelo.
Pasaron no pocas horas, callados siempre los dos caminantes y marchando los mulos a buen paso.
Estaban en medio de la campiña. No había por allí olivares, ni huertas, ni árbol que diese sombra, sino terrenos sin roturar, donde las plantas que más descollaban eran el romero y el tomillo, entonces en flor y que exhalaban olor muy grato, o bien extensas hojas de cortijo, sembradas unas, otras en barbecho o en rastrojo. Lo sembrado verdeaba alegremente, porque aquel año había llovido bien y los trigos estaban crecidos y lozanos. El suelo, formado de suaves lomas, hacía ondulaciones, y como no había árboles, la vista se dilataba por grande extensión sin que nada le estorbase. Aquello parecía un desierto. No se descubría casa ni choza, ni rastro de albergue humano por cuanto abarcaba la vista.
El sol casi culminaba ya en el meridiano, y nuestros viajeros, recibiéndole a plomo sobre las cabezas, apenas proyectaban sombra. Ni en la vereda por donde iban, ni cerca ni lejos parecía bicho viviente.
La señá Nicolasa empezó a sentir calor, fatiga y hambre, y mostró deseos de almorzar y descansar un poco.
-Antes de diez minutos llegaremos -dijo Blasillo-. En cuantico subamos esta cuestecilla y estemos en lo alto de la loma, verá usted el arroyo que está del otro lado, y allí en medio de los álamos negros y de los mimbrones que crecen en la orilla, podremos almorzar muy regaladamente, descansar tres o cuatro horas y hasta echar una siesta.
Todo ocurrió como Blasillo lo anunciaba. Llegaron al arroyo cuya agua era limpia y cristalina. Cubrían su imagen tupido césped y silvestres flores. La espesura de los árboles formaba soto umbrío. En el follaje, por lo mismo que había poquísima arboleda por aquellos contornos, venía a guarecerse innumerable multitud de pajarillos de varias castas y linajes que animaban la esquiva soledad con sus trinos y gorjeos.
Como el tío Blas era muy buen cristiano, muy recto y temeroso de Dios, muy seguro en sus tratos y persona de estrecha conciencia, había, según suele decirse, leído la cartilla a Blasillo y encargándole que no se desmandase en lo más mínimo, que le sacase airoso y que no desmintiese con su conducta las alabanzas que había hecho de él a la joven viuda, aunque para este fin tuviese que luchar con todos los enemigos del alma y vencerlos.
A la verdad, no necesitaba Blasillo de aquellas amonestaciones. Siempre había contemplado a la joven viuda con tan profunda veneración, que el discurso de su abuelo de nada servía para disuadirle de propósitos audaces que jamás había formado. Antes bien, si Blasillo no hubiera sido tan bueno, el discurso del abuelo hubiera podido servir para despertar en su alma candorosa los propósitos susodichos.
Como quiera que fuese, Blasillo distaba tanto de haberlos concebido que se puso más colorado que un pavo cuando, con timidez que por dicha no deslustró su agilidad, su buena maña y la fuerza de sus brazos, recibió a la viuda, que se dejó caer en ellos para echar pie a tierra. Extendió allí Blasillo una limpia servilleta que sacó de las alforjas y colocó sobre ella los boquerones fritos, el pollo fiambre, el blanco pan y las apetitosas chucherías que para la merienda llevaba. Ni faltaron cuchillos y tenedores ni vasos de bien fregado vidrio, en el mayor de los cuales trajo Blasillo agua fresca del arroyo, reservando otros dos vasos más pequeños para el añejo y generoso vino de Montilla que había en su bota.
La viuda y su acompañante se sentaron amistosamente, él enfrente de ella, y comieron y bebieron con fruición y como dos príncipes.
Blasillo, más silencioso que parlanchín, apenas desplegaba los labios; pero la viuda hablaba y procuraba hacer hablar a Blasillo con preguntas y consideraciones. Casi ya terminado el festín y más animada la viuda, dijo a Blasillo:
-Estoy contenta de ti. Estoy satisfecha. Tu abuelito te ha dado muy buena crianza. Pero hablando con franqueza, bien es menester que tenga yo todo el valor que tengo para fiarme, como me he fiado, de un mozuelo como tú, y para venirme sola con él y sin amparo ninguno a un sitio como éste, cuya soledad aterra. Ya ves tú... Ahora serán las doce del día. La tranquilidad y el silencio de estas horas y en estos lugares son casi tan medrosos como la tranquilidad y el silencio de la media noche. No parece sino que tú y yo estamos solitos en el mundo, o por lo menos que no viven en él seres humanos y de bulto, prójimos nuestros, sino pajarillos que cantan y que no saben ni entienden lo que nosotros somos ni lo que hacemos. Declaro que si yo no estuviera tan segura de mí y de ti me arrepentiría de lo hecho como del más osado y peligroso disparate.
-Pues mire su mercé, señá Nicolasa, bien hace en no arrepentirse y mejor aún en no creer disparate lo hecho. Ya me recomendó el abuelo que me portase bien. Y no era menester que me lo recomendase. Yo soy quien soy, y conmigo va su mercé como bajo un fanal.
Lo sé, lo veo, hijo mío -replicó la viuda-. Tú eres de los que no hay; algo de extraño y que no se estila. Y sin embargo... a pesar de tu excelente condición... ¿quién sabe?... ni aquí ni a mucha distancia de aquí hay criaturas de nuestra casta. Pero ¿podremos afirmar que en torno nuestro, sin que nosotros los veamos ni los sintamos, no haya duendes o diablillos traviesos que nos hablen al oído y nos infundan malos pensamientos?... Si he de confesarte la verdad, yo tengo miedo. Y no temo por ti ni por mí, si, naturalmente, seguimos siendo como somos. Temo por el misterio que nos rodea y en el cual tal vez se esconda no sé qué brujería o hechizo.
-Pues nada, señá Nicolasa, sosiéguese usted y no tema. Aquí no hay diablo ni duende que valga. Contra todos ellos, si los hay, me defenderé yo y defenderé a su mercé, y su mercé y yo seguiremos siendo los mismos que antes, sin trastorno ni encantamiento.
Hubo una larga y silenciosa pausa. Luego exclamó la viuda:
-Quiero suponer, hijo mío, que tú a despecho de tu buen natural, movido por un poder irresistible, te atrevieses ahora a perderme el respeto. ¡Qué apuro el mío! ¿Qué recurso me quedaba? Tú tienes mucha más fuerza que yo.
¡Por los clavos de Cristo, señá Nicolasa! No se aflija su mercé ni me aflija suponiendo cosas indignas e imposibles.
-Y con tal de que no sean, ¿qué importa que yo las suponga? Supongámoslas, pues. ¿Qué haría yo entonces?
-Toma -contestó Blasillo-, gritar, que alguien acudiría.
-Pero muchacho, ¿quién había de oírme, si estoy algo ronca y tengo la voz muy débil?
Sobrevino otro largo rato de silencio. Luego dijo Blasillo:
-Aunque fuera su mercé muda, señá Nicolasa, y aunque viniese a tentarme una legión de demonios, en este desierto y a mi vera estaría su mercé tan libre de todo peligro y de toda ofensa como si se encontrase en medio de la plaza de nuestro lugar a la hora del mercado.
La señá Nicolasa se mordió los labios, hizo una ligera mueca, no se sabe si de satisfacción o de despecho, y calló durante largo rato, como sumida en profundas meditaciones.
-Quisiera dormir un poco, -dijo por último.
-Nada más fácil, -contestó Blasillo.
Y sin añadir palabra, trajo la manta y los almohadones de las jamugas, los extendió en el suelo, preparando cama para la viuda y la invitó por señas a que se tendiese y durmiese. Luego añadió:
-Yo me retiraré para que quede su mercé a sus anchas, no sienta ruido y duerma tranquila y a gusto.
-Oye, hijo mío, no te vayas muy lejos, que tendré miedo si me dejas sola.
-Pues está bien. No me iré muy lejos.
Acostóse la viuda, pero se cuenta que no se durmió, aunque cerró los ojos y pareció dormida, y durmiendo, tan bonita o más bonita que despierta.
Pasó más de una hora. Blasillo, desde el punto no muy distante a donde se había retirado, acudió de puntillas a ver si la viuda estaba aún durmiendo. La vio dormir, se detuvo inmóvil, mirando, mirando, reprimiendo el aliento, y se retiró para no despertarla. Siete u ocho veces repitió Blasillo la misma operación. No hacía más que ir y venir. Cada vez llegaba más cerca de la mujer dormida. La última vez, queriendo sin duda verla mejor y más despacio, se hincó de rodillas y se aproximó tanto a ella que, si hubiese estado despierta, según sospechamos, aunque no nos atrevemos a asegurarlo, hubiera sentido la respiración de Blasillo sobre su rostro y agitando los negros rizos de sus sienes, y hasta hubiera recelado que la boca de Blasillo iba al cabo a salvar la distancia cortísima que de la boca de ella la separaba.
Pero no hubo nada de esto. Blasillo se retiró de nuevo. Y entonces, en el supuesto siempre de que la viuda pudiera estar despierta y fingir que dormía, la viuda hubiera podido oír un tenue y larguísimo suspiro.
Al fin la viuda se recobró del sueño, fingido o verdadero, volvió a montar en su mulo, aupada por el respetuoso Blasillo que la levantó en sus brazos, y en gran silencio y sin otra novedad que merezca referirse, llegó a Córdoba aquella misma noche.
La señá Nicolasa tuvo tan buena suerte y estuvo tan hábil, que en menos de cuatro días despachó cuanto en Córdoba tenía que hacer.
Blasillo con sus mulos, la aguardó en una posada, según ella lo había exigido.
Y luego que ella lo dispuso, Blasillo la acompañó y la llevó desde Córdoba al lugar en la misma forma y manera en que hasta Córdoba había ido.
Hubo, no obstante, una notabilísima diferencia al volver.
La señá Nicolasa se mostró a la vuelta más entonada y seria que a la ida. Al merendar en el sotillo, a la margen del arroyo que promediaba el camino, habló poco. No recordó sus pasados recelos y temores, no los tuvo otra vez y no quiso dormir o fingir que dormía.
Por esto y porque los mulos, atraídos por la querencia, parecían tener alas y picaban prodigiosamente, el viaje de vuelta fue mucho más rápido que el de ida, y pronto se encontraron en el lugar los dos viajeros.
Cuando al otro día fue la señá Nicolasa a ver al tío Blas para ajustar cuentas con él y pagarle, se entabló entre ellos el siguiente diálogo:
-Estoy muy agradecida, tío Blas. Su nieto de usted es un santo. Se ha portado muy bien conmigo. Me ha cuidado mucho y no me ha perdido el respeto. Estoy muy agradecida.
Lejos de mostrarse el tío Blas satisfecho de lo que la viuda le decía, la miró fosco y enojado y le dijo:
-Pues yo, señá Nicolasa, no estoy agradecido ni mucho menos. Lo tratado fue que el niño no había de perderle a usted el respeto y no se le ha perdido; pero no fue lo tratado que usted había de hacerle perder el juicio. Y usted se lo ha hecho perder con mil retrecherías, de las que él no me ha hablado, pero de las que yo sospecho que usted se ha valido. El muchacho ha vuelto medio tonto. No come, ni duerme, ni habla, ni ríe. Está como si le hubieran dado cañazo. Si así paga usted que el chico no le perdiese el respeto, más le valiera habérsele perdido.
La desalmada viuda, en vez de afligirse al oír aquellas quejas y al saber la cruel transformación que se había realizado en Blasillo, no acertó a disimular su alegría y dijo al tío Blas:
-Tío Blas, yo me confieso culpada. He provocado a Blasillo. Prendada de él, he dicho y hecho diabluras procurando que me pierda el respeto. No me le ha perdido, pero en cambio yo he perdido el juicio por él, y ahora, aunque usted rabie y se enoje, me alegro de saber de boca de usted lo que yo sospechaba ya, que él también ha perdido el juicio por mí. Pero esto tiene fácil y pronto remedio. Si Blasillo me perdona los seis o siete años que tengo más que él, y si no forma mala opinión de mí por lo desenvuelta que anduve en el sotillo, y si entiende, como entienden todos en el lugar, que nadie me ha tocado el pelo de la ropa sino mi difunto marido, que buen poso haya, acudamos al cura para que nos cure y para que sin perderme el respeto, él y yo recobremos el juicio que ambos hemos perdido. Aquí está mi mano. ¿Querrá Blasillo tomarla?
-¡Pues no ha de querer, señá Nicolasa, pues no ha de querer!
Y el tío Blas, muy contento, se desgañitaba gritando:
-¡Blasillo!... ¡Blasillo!... ven acá, muchacho.
A las voces acudió Blasillo, que por dicha estaba en casa. El tío Blas le dijo:
-Mira hombre, aquí tienes a la señá Nicolasa. Hazme el favor y hazle el favor de ser ahora menos respetuoso con ella que durante el viaje y plantifícale media docena de besos en esa cara tan hermosa, donde ella está deseando que se los des. Si con esto le pierdes un poquito el respeto a la señá Nicolasa y cometes un pecado, ya el cura te absolverá, la absolverá a ella y os echará a ambos las bendiciones.
Blasillo no se hizo de rogar. Arremetió con la viuda, ya sin la menor timidez, le dio muchos más besos que los que el abuelo le recomendó que le diese, los recibió de ella en inmediato pago, y con el mismo brío y facilidad con que había levantado a la señá Nicolasa para subirla en el mulo, la levantó en el aire y la brincó y la chilló como preciada y queridísima prenda suya. La señá Nicolasa se reía de gusto, cerraba los ojos como si fuera a desmayarse y se alegraba de todo corazón de que Blasillo no le hubiese perdido el respeto, a fin de ser pronto toda de él con respeto y con todo.

TANTUM ERGO SACRAMENTUM


LATÍN

Tantum ergo Sacraméntum, Venerémur cérnui: Et antíquum documentum Novo cedat rítui; Præstet fides suppleméntum Sénsuum deféctui. Genitori Genitóque, Laus et iubilátio; Salus, honor, virtus quoque, Sit et benedíctio; Procedénti ab utróque Compar sit laudátio. Amen. 


CASTELLANO

Veneremos, pues, inclinados tan gran Sacramento; y la antigua figura ceda el puesto al nuevo rito; la fe supla la incapacidad de los sentidos. Al Padre y al Hijo sean dadas alabanza y júbilo, salud, honor, poder y bendición; una gloria igual sea dada al que del uno y del otro procede. Amén.

ESTAMPA 19 MAYO 2017 NOVENA MARÍA AUXILIADORA MÁLAGA



ESTAMPA 18 MAYO 2017 NOVENA MARÍA AUXILIADORA MÁLAGA



ESTAMPA 17 MAYO 2017 NOVENA MARÍA AUXILIADORA MÁLAGA



domingo, 14 de mayo de 2017

TOQUE DE SILENCIO

El día ha terminado,
se fue el sol de los lagos,
de las colinas, de los cielos.
Todo está bien.
Descansa protegido, Dios está cerca.
La luz tenue oscurece la vista,
y la estrella embellece el cielo.
Brillando luminosa desde el cielo,
acercándose, cae la noche.
Agradecimientos y alabanzas
para nuestros días debajo del sol,
debajo de las estrellas, debajo del cielo.
Así vamos, esto sabemos: Dios está cerca.

VENID Y VAMOS TODOS

Venid y vamos todos
con flores a porfía,
con flores a María,
que Madre nuestra es.

De nuevo aquí nos tienes,
Purísima doncella,
más que la luna bella,
postrados a tus pies.

A ofrecerte venimos
flores del bajo suelo.
Con cuánto amor y anhelo,
Señora, Tú lo ves.


jueves, 11 de mayo de 2017

CENTENARIO DE LAS APARICIONES DE FÁTIMA. ORACIÓN JUBILAR DE CONSAGRACIÓN




¡Salve, Madre del Señor,
¡Virgen María, Reina del Rosario de Fátima!
Bendita entre todas las mujeres,
eres la imagen de la Iglesia vestida de la luz pascual,
eres la honra de nuestro pueblo,
eres el triunfo sobre la marca del mal.
Profecía del Amor misericordioso del Padre,
Maestra del Anuncio de la Buena Nueva del Hijo,
Señal del  Fuego ardiente del Espíritu Santo,
enséñanos, en este valle de alegrías y dolores,
las verdades eternas que el Padre revela a los pequeños.
Muéstranos la fuerza de tu manto protector.
En tu Inmaculado Corazón,
sé el refugio de los pecadores
y el camino que conduce hacia Dios.
Unido/a a mis hermanos,
en la Fe, la Esperanza y el Amor,
a ti me entrego.
Unido/a a mis hermanos, por ti, a Dios me consagro,
oh Virgen del Rosario de Fátima.
Y, en fin, envuelto/a en la Luz que de tus manos nos viene,
daré gloria al Señor por los siglos de los siglos.
Amén.

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS PARA DESPUÉS DE COMULGAR (CÁNTICO DE LOS TRES NIÑOS EN EL HORNO DE BABILONIA)

(Himno de acción de gracias del Antiguo Testamento (Daniel 3, 57-88, 56) que los tres jóvenes, Ananías (Sidrac), Misael (Misac) y Azarías (Abdénago), condenados por el rey Nabucodonosor a morir quemados en un horno, cantaron al verse salvados de las llamas por intervención divina).

Antífona:
Cantemos el himno de los tres mancebos, aquel que cantaban los santos en el horno ardiendo, bendiciendo al Señor.
R: 
¡Aleluya!

Cántico de los tres niños en el horno de Babilonia

Obras todas del Señor, bendecid al Señor; loadle y ensalzadle sobre todas las cosas por todos los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al señor; cielos, bendecid al señor.
Aguas todas que estáis sobre los cielos, bendecid al Señor; virtudes todas, bendecid al señor.
Sol y luna, bendecid al Señor; estrellas del cielo, bendecid al Señor.
Lluvias todas y rocíos, bendecid al Señor; espíritus o vientos de Dios, bendecid todos al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; frío y calor, bendecid al Señor.
Heladas y nieves, bendecid al Señor; noches y días, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor; relámpagos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga al Señor la tierra; alábele y ensálcele sobre todas las cosas por todos los siglos.
Montes y collados, bendecid al Señor; plantas todas que nacéis en la tierra, bendecid al Señor.
Fuentes, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.
Grandes cetáceos y cuanto se mueve en las aguas, bendecid al Señor; aves todas del cielo, bendecid al Señor.
Bestias todas y ganados, bendecid al Señor; oh hijos de los hombres, bendecid al Señor.
Bendiga Israel al Señor; alábele y ensálcele sobre todas las cosas por todos los siglos.
Vosotros, sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.
Espíritus y almas de los justos, bendecid al Señor; vosotros, santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Vosotros, Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor; loadle y ensalzadle sobre todas las cosas por todos los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo; alabémosle y ensalcémosle por todos los siglos.
Bendito eres, Señor, en el firmamento del cielo; y digno de alabanza, de loor y de ser ensalzado por todos los siglos.

Salmo 150

Alabad al Señor, en su Santuario; alabadle en la mansión de su poder.
Alabadle por sus estupendos prodigios; alabadle por su inmensa grandeza.
Alabadle al son de clarines; alabadle con el salterio y la cítara.
Alabadle con vuestras danzas sagradas, al son del tímpano; alabadle con instrumentos de cuerda y con la flauta.
Alabadle con sonoros címbalos; alabadle con címbalos de júbilo.
Que alabe a Dios cuanto tenga un soplo de vida.
Gloria al Padre...

Antífona:
Cantemos el himno de los tres mancebos, aquel que cantaban los santos en el horno ardiendo, bendiciendo al Señor.
R: 
¡Aleluya!

Kyrie eléison, Christe eléison, Kyrie eléison. Padrenuestro.

V). Y no nos dejes caer en la tentación.
R). Y líbranos del mal.

V). Todas tus obras te reconozcan, Señor.
R). Y tus santos te bendigan.

V). Se alegrarán los santos en la gloria.
R). Se gozarán en sus mansiones.

V). No a nosotros, Señor, no a nosotros.
R). Sino a tu Nombre de toda la Gloria.

V). Señor, atiende mi oración.
R). Y mi clamor llegue a Ti.

V). El Señor esté con vosotros.
R). Y con tu espíritu.

Oración

Oh Dios, que a los tres niños mitigaste las llamas del fuego, concede propicio que la llama de los vicios no abrase a tus siervos.
Te suplicamos, Señor, que de tu santa inspiración provengan nuestras acciones y con tus auxilios las continúes, para que todas nuestras oraciones y operaciones reciban siempre de Ti su principio, y se encaminen a Ti como a su fin. Concédenos, te rogamos, omnipotente Dios, la gracia de que logremos apagar las llamas de nuestros vicios, Tú que diste al bienaventurado san Lorenzo superar el fuego de sus tormentos. Por Cristo, nuestro Señor.
R). Amén.

lunes, 8 de mayo de 2017

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN, PATRONA DE ARGENTINA, PARAGUAY y URUGUAY

¡Oh Inmaculada Virgen María!
Que has querido ser venerada por los fieles bajo el título de Nuestra Señora de Luján, manifestando en la imagen que te está dedicada en aquel pueblo, tu poder, tu amor y tu gloria; ten compasión de nosotros y líbranos de tantos males como nos rodean.

Haz que reine en las familias el espíritu religioso de nuestros mayores; conserva a la mujer cristiana en la práctica santa de la religión; preserva a la niñez y a la juventud de los peligros del vicio; ilumina a los que gobiernan.
Aparta de nosotros toda peste; fecunda con lluvias oportunas nuestros campos; bendice sus frutos, haciéndolos saludables.
Convierte, Virgen piadosísima, a los pecadores, que atraen sobre las naciones los castigos del cielo.
Escucha ¡Oh Madre de Clemencia!, el amor que de toda la República llega hasta tu glorioso Santuario y cólmanos a todos de tus maternales bendiciones.

ACTO HEROICO DE CARIDAD EN FAVOR DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

Este acto de caridad, tan agradable a Dios, tan útil a las benditas almas del Purgatorio y tan provechoso a nosotros mismos consiste en hacer entera donación de todas nuestras obras satisfactorias e indulgencias en favor de ellas.
Privilegios concedidos por varios Sumos Pontífices a los que hicieren este voto o donación:
1º.- Que los sacerdotes que hicieren dicho voto puedan gozar todos los días del año de la concesión de altar privilegiado personal.
(Por el voto de las ánimas solo ofrece el sacerdote en favor de ellas el fruto especial y personal que le corresponde, así que puede aplicar la Misa por la intención de otras personas, como si no hubiera hecho dicho voto).
2º.- "Que todos los fieles cristianos que se obligaren con el mismo voto puedan ganar indulgencia plenaria, tan solo aplicable a los fieles difuntos, en cualquier día que se llegaren a la sagrada Comunión, y en cualquier lunes del año que oyeren el Santo Sacrificio de la Misa en sufragio de los mismos fieles difuntos, con tal que en ambos casos visiten alguna iglesia u oratorio público, y por algún espacio de tiempo oren allí por la intención de Su Santidad".
3º.- "Que sea también permitido a los mismos fieles cristianos aplicar por las almas de los difuntos todas y cada una de las indulgencias que pudieren ganar, en cualquier forma que se hubieren concedido o en adelante se concedieren". (Pío IX).

FÓRMULA PARA HACER EL VOTO

Dios mío, uno en esencia y trino en Personas: deseando vuestra mayor gloria e imitar mejor a mi dulcísimo Redentor Jesucristo, y mostrar mi sincera esclavitud a la Madre de misericordia María Santísima, que también es Madre de las pobres almas del Purgatorio, me propongo cooperar a la redención y libertad de aquellas almas, encarceladas por deudas de penas a la divina Justicia, merecidas por sus pecados; y en aquel modo que puedo lícitamente, sin obligación a pecado, os ofrezco mi espontáneo deseo de librar del Purgatorio todas las almas que María Santísima quisiere que sean libres; y en su virtud pongo en manos de esta piadosísima Señora todas mis obras satisfactorias, propias y participadas, tanto en vida como en muerte. Os ruego, Dios mío, que aceptéis y confirméis este mi ofrecimiento que yo os reitero a honra vuestra y bien de mi alma.
Y si tal vez mis obras satisfactorias no bastasen para pagar todas las deudas de aquellas almas predilectas de la Santísima Virgen, y para satisfacer las que yo mismo hubiese contraído por mis culpas, que de todo corazón odio y detesto, me ofrezco, oh Señor, para pagaros, si es vuestra voluntad, en el Purgatorio, todo lo que me faltare, abandonándome al propio tiempo en los brazos de vuestra misericordia, y en los de mi dulcísima Madre María. Y de este mi voto sean testigos todos los vivientes en las tres Iglesias: triunfante, purgante y militante.

Advertencias.

1ª.- Para hacer este voto no es necesario pronunciar palabras; basta que se haga con el corazón: ni es preciso repetirlo muchas veces.
2ª.- en nada se opone este voto al orden de la caridad, que nos obliga a pedir primero por nuestros parientes difuntos, puesto que una cosa es pedir, a lo cual pertenece el fruto impetratorio de que aquí no se trata, y otra el sufragar, a lo cual corresponde el fruto satisfactorio; y si bien es cierto que la caridad también nos pide que ofrezcamos nuestros sufragios en primer lugar por nuestros más allegados, esto no obstante, María santísima conoce mejor que nosotros cuáles son nuestros deberes, y distribuirá nuestras buenas obras entre nuestros parientes, amigos, etc., según el beneplácito divino. Por consiguiente, podemos practicar todas las oraciones acostumbradas, dirigidas a obtener de Dios, de la Virgen santísima y de los Santos cualquier gracia, pues esto no se opone al voto, por el cual solo se aplica a las benditas almas el fruto satisfactorio de nuestras obras, quedando en nosotros siempre el meritorio, el propiciatorio y el impetratorio, cuyos frutos son personales, y no podemos comunicarlos a otros.

Del "Devocionario manual" de la Compañía de Jesús (1893)


Aclaración:

En palabras de San Agustín, todas las obras buenas que se practican en estado de gracia santificante, tienen la virtud de producir cuatro efectos: meritorio, propiciatorio, impetratorio y satisfactorio. El efecto meritorio aumenta la gracia de quien la hace, y no puede cederse. Lo propiciatorio aplaca la ira de Dios; lo impretratorio inclina a Dios a conceder lo que se le pide. Por último, es satisfactoria porque ayuda a satisfacer o pagar la pena por los pecados. Es este último efecto satisfactorio el que se cede a las ánimas del Purgatorio, ofreciendo a Dios una compensación por la pena temporal debida. No es un voto riguroso, ni requiere ningún formalismo más allá de hacerlo con el corazón, sino una cesión voluntaria que puede rectificarse en cualquier momento. Tampoco debería decirse heroico pues se gana más de lo que se cede.


ESTAMPA DEL BEATO MARCELO SPÍNOLA



domingo, 7 de mayo de 2017

NOVENA AL GLORIOSO PATRIARCA SEÑOR SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, COMPUESTA POR UN DEVOTO (1863)

PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS


Hincado con devoción de rodillas ante algún altar o imagen del glorioso San José, hará la señal de la cruz, y pasando un breve espacio levantará el espíritu a Dios, poniéndose interiormente en su divina presencia, y dirá luego el Acto de contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

DEPRECACIÓN AL GLORIOSO SAN JOSÉ

Santísimo Patriarca, gloriosísimo José, digno Esposo de la Inmaculada Virgen y Madre de Jesucristo, yo os suplico interpongáis vuestros méritos, y me alcancéis del señor que consiga mi humildad lo que intenta y pide en esta Novena, siendo para gloria suya, honra vuestra y provecho de mi alma; pero si no fuere así, enderezad mi petición para que solo pretenda y pida lo conveniente para mayor gloria suya, culto vuestro y salvación de mi alma. Amén.

DÍA PRIMERO

ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR

Dios y Señor mío, que llenasteis de innumerables favores, gracias y dones al glorioso Patriarca y santísimo José, para hacerle digno Esposo, compañero y vigilante custodio de la Santísima Virgen, ayo y putativo padre de Cristo redentor nuestro; yo os doy repetidísimas gracias por tan alta dignidad y soberanos favores con que honrasteis a vuestro glorioso Santo, y os suplico me concedáis la pureza de alma y cuerpo para que acierte a agradaros, y que merezca alcanzar, mediante su intercesión, la gracia que solicito y pido en esta Novena. Amén.

Considere la alteza de las virtudes y gracias de que fue felizmente ennoblecida el alma del glorioso Patriarca, y pida gracia para imitar sus virtudes cuanto le sea posible. Y rezará siete Padrenuestros y siete Avemarías con un Gloria al Padre.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Oh santísimo José, protector y amparo mío, en reverencia de las gracias y favores con que adornó la Trinidad beatísima vuestra santísima alma, para que en ella brotasen las suavísimas flores de tan heroicas virtudes que os hicieron digno Esposo de la Santísima Virgen, padre putativo, ayo y custodia de su Unigénito Hijo, yo os suplico, y rendidamente imploro, vuestra intercesión benigna, para alcanzar de la divina bondad los celestiales rocíos que fertilizan las almas, para que pueda la mía llevar frutos de virtudes que la mantengan en gracia durante esta vida, y final perseverancia con que llegue a celebrar los sagrados desposorios que esperamos en la eterna. Asimismo devotamente os suplico aleguéis vuestros poderosos méritos, alcanzándome lo que ruego y pido en esta Novena, si conviene a la salud de mi alma. Amén.

Esforzando los afectos de su alma con la mayor devoción y eficacia que pudiere, pedirá en su corazón al glorioso San José alcance de la Majestad divina la gracia particular que deseare conseguir por medio de esta Novena y después dirá:

Antífona. José, hijo de David, no temas ni rehúses recibir a tu castísima Esposa en tu santa compañía, porque lo que ha concebido es por gracia del divino Espíritu.
V. Ruega por nosotros, Santísimo José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Te suplicamos, Dios y Señor nuestro, que los méritos del Santísimo José, Esposo de tu Santísima Madre, nos ayuden, amparen y favorezcan, para que lo que no alcanza nuestro débil y limitado poder se nos conceda por su intercesión y ruego: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Purísima Concepción de la Virgen María, Señora nuestra.

DÍA SEGUNDO

 PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Hincado con devoción de rodillas ante algún altar o imagen del glorioso San José, hará la señal de la cruz, y pasando un breve espacio levantará el espíritu a Dios, poniéndose interiormente en su divina presencia, y dirá luego el Acto de contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

DEPRECACIÓN AL GLORIOSO SAN JOSÉ

Santísimo Patriarca, gloriosísimo José, digno Esposo de la Inmaculada Virgen y Madre de Jesucristo, yo os suplico interpongáis vuestros méritos, y me alcancéis del señor que consiga mi humildad lo que intenta y pide en esta Novena, siendo para gloria suya, honra vuestra y provecho de mi alma; pero si no fuere así, enderezad mi petición para que solo pretenda y pida lo conveniente para mayor gloria suya, culto vuestro y salvación de mi alma. Amén.

ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR

Dios y Señor mío, cuya suave providencia discretamente ordenó el entrañable dolor que padeció el glorioso San José al considerar encinta a su soberana Esposa, y velando con la pena de dejarla, amaneció el primer gozo con la embajada de un Ángel que sosegó sus temores, asegurándole que lo que había concebido nuestra Señora en sus entrañas purísimas era merced del Espíritu Divino. Yo os doy, amantísimo Señor, gracias por tan singular favor, y os suplico me concedáis prontitud para abrazar resignado los trabajos que vuestra mano me envíe, para saber merecer los consuelos de vuestro amor y piedad, y conseguir el favor que pido en esta Novena. Amén.

Considere el primer dolor del glorioso San José, cuando quiso ausentarse de su Esposa advirtiendo su preñez, porque ignoraba el misterio; y el gozo que recibió cuando el Ángel le mandó que no la dejase, porque había concebido por el Espíritu Santo. Pida gracia para guardar la castidad propia de su estado. Rezará siete veces el Padrenuestro y el Avemaría con un Gloria al Padre.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Oh santísimo José, protector y amparo mío, en reverencia del dolor que padecisteis no alcanzando la alteza de los misterios al considerar encinta a vuestra castísima Esposa, y del gozo que recibisteis del Ángel, que aseguró ser el Espíritu Santo especialísimo autor de su virginal preñez, yo imploro vuestro favor para alcanzar de las divinas piedades cumplida gracia para guardar la limpieza y castidad de alma y cuerpo que pide mi estado, pues tanto resplandecisteis y os esmerasteis en ella. Asimismo devotamente os suplico me alcancéis de la Majestad divina la especial gracia y favor que pido en esta Novena, siendo conveniente a mi eterna salvación. Amén.

Esforzando los afectos de su alma con la mayor devoción y eficacia que pudiere, pedirá en su corazón al glorioso San José alcance de la Majestad divina la gracia particular que deseare conseguir por medio de esta Novena y después dirá:

Antífona. José, hijo de David, no temas ni rehúses recibir a tu castísima Esposa en tu santa compañía, porque lo que ha concebido es por gracia del divino Espíritu.
V. Ruega por nosotros, Santísimo José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Te suplicamos, Dios y Señor nuestro, que los méritos del Santísimo José, Esposo de tu Santísima Madre, nos ayuden, amparen y favorezcan, para que lo que no alcanza nuestro débil y limitado poder se nos conceda por su intercesión y ruego: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Purísima Concepción de la Virgen María, Señora nuestra.

DÍA TERCERO


PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Hincado con devoción de rodillas ante algún altar o imagen del glorioso San José, hará la señal de la cruz, y pasando un breve espacio levantará el espíritu a Dios, poniéndose interiormente en su divina presencia, y dirá luego el Acto de contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

DEPRECACIÓN AL GLORIOSO SAN JOSÉ


Santísimo Patriarca, gloriosísimo José, digno Esposo de la Inmaculada Virgen y Madre de Jesucristo, yo os suplico interpongáis vuestros méritos, y me alcancéis del señor que consiga mi humildad lo que intenta y pide en esta Novena, siendo para gloria suya, honra vuestra y provecho de mi alma; pero si no fuere así, enderezad mi petición para que solo pretenda y pida lo conveniente para mayor gloria suya, culto vuestro y salvación de mi alma. Amén.

ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR

Dios y Señor mío, que viendo la compasión dolorosa que cruelmente atormentaba al Esposo de María al mirar al Redentor recién nacido desnudo, reclinado en las pajas de un pesebre, frío al rigor del temporal, desacomodado y pobre, le alegrasteis regocijando su espíritu con la dulce melodía de celestiales cantares, y ofrendas pobres pero amorosas de unos pastores devotos; os suplico me concedáis piadoso que a imitación de nuestro glorioso Santo desprecie yo las vanidades del mundo, ame la santa pobreza, coja el fruto de los celestiales dones, y consiga la gracia que pido en esta Novena. Amén.

Considere el segundo dolor del glorioso San José cuando vio al Niño Jesús reclinado en el pesebre, frío, desacomodado y pobre, y el segundo gozo cuando le admiró aclamado por los ángeles del cielo, y festejado por los humildes pastores. Procurará ejercitarse y hacer actos de humildad, desestimando las vanidades del mundo, que arriesgan las verdades de la Gloria, y rezará siete veces el Padrenuestro y el Avemaría con un Gloria al Padre.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Oh santísimo José, protector y amparo mío, en reverencia del doloroso quebranto que sentisteis al mirar la pobreza y desnudez de Jesús, el frío y sus tiernos llantos, que os llenaron de compasión amorosa, y en reverencia del consuelo celestial que regocijó a vuestra alma oyendo la música misteriosa que entonaron los cortesanos del cielo, y aceptando los regalos que con tierna sencillez ofreció la devoción de los pastores humildes, os suplico interpongáis vuestra poderosa intercesión para que yo desestime la vanidad de las galas y riquezas engañosas con que se goza el mundo, que no me sirvan de estorbo para buscar los verdaderos contentos que en esta vida por gracia aseguran los eternos de la gloria. Os suplico interceda la eficacia de vuestros copiosos méritos para alcanzar el favor que os pido en esta Novena, si conviene a mi eterna salvación. Amén.

Esforzando los afectos de su alma con la mayor devoción y eficacia que pudiere, pedirá en su corazón al glorioso San José alcance de la Majestad divina la gracia particular que deseare conseguir por medio de esta Novena y después dirá:

Antífona. José, hijo de David, no temas ni rehúses recibir a tu castísima Esposa en tu santa compañía, porque lo que ha concebido es por gracia del divino Espíritu.
V. Ruega por nosotros, Santísimo José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Te suplicamos, Dios y Señor nuestro, que los méritos del Santísimo José, Esposo de tu Santísima Madre, nos ayuden, amparen y favorezcan, para que lo que no alcanza nuestro débil y limitado poder se nos conceda por su intercesión y ruego: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Purísima Concepción de la Virgen María, Señora nuestra.

DÍA CUARTO


PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Hincado con devoción de rodillas ante algún altar o imagen del glorioso San José, hará la señal de la cruz, y pasando un breve espacio levantará el espíritu a Dios, poniéndose interiormente en su divina presencia, y dirá luego el Acto de contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

DEPRECACIÓN AL GLORIOSO SAN JOSÉ


Santísimo Patriarca, gloriosísimo José, digno Esposo de la Inmaculada Virgen y Madre de Jesucristo, yo os suplico interpongáis vuestros méritos, y me alcancéis del señor que consiga mi humildad lo que intenta y pide en esta Novena, siendo para gloria suya, honra vuestra y provecho de mi alma; pero si no fuere así, enderezad mi petición para que solo pretenda y pida lo conveniente para mayor gloria suya, culto vuestro y salvación de mi alma. Amén.

ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR

Dios y Señor mío, que disponéis suavemente en vuestros amados siervos y queridos escogidos la alternativa de aflicciones y consuelos, pues a la pena que atravesó el corazón del glorioso San José cuando en la Circuncisión fue herido el Niño Jesús y derramó preciosísimos corales de su santísima sangre, siguió el gozo inefable al ponerle el dulce y suave nombre de Jesús, que significa Salvador de los hombres; os suplico, piadosísimo señor, me concedáis, mediante la intercesión de nuestro glorioso Santo, amor a todos mis prójimos, compasión de sus penas, y deseo eficacísimo de aliviar cuanto me sea posible sus trabajos, necesidad y pobreza, y os inclinéis a concederme la gracia que pido en esta Novena. Amén.

Considere el dolor tercero que padeció San José cuando vio circuncidar y derramar la preciosísima sangre del tierno infante Jesús, y el gozo que recibió al imponerle tan glorioso nombre. Procurará ejercitar la caridad con el prójimo, dando hoy alguna limosna. Rezará siete veces el Padrenuestro y el Avemaría con un Gloria al Padre.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Oh santísimo José, defensor y amparo mío, en reverencia del compasivo dolor y ternura de lágrimas que derramaríais sin duda viendo herir al Niño Dios cuando se circuncidó, y derramar el tesoro de su sangre preciosísima, y en reverencia del gozo espiritual que recibió vuestro espíritu llamando al niño JESÚS, pues era verdadero Salvador de todo el linaje humano, yo os suplico me alcancéis que acierte a circuncidar los perniciosos resabios del demasiado amor propio, mejorándolo en caridad de mi prójimo, que les alivie todas sus necesidades cuanto me sea posible. Y juntamente suplico propongáis en el tribunal divino vuestros poderosos méritos que alcancen la especial gracia que pido en esta Novena, y que sea eficaz medio para conseguir la gloria. Amén.

Esforzando los afectos de su alma con la mayor devoción y eficacia que pudiere, pedirá en su corazón al glorioso San José alcance de la Majestad divina la gracia particular que deseare conseguir por medio de esta Novena y después dirá:

Antífona. José, hijo de David, no temas ni rehúses recibir a tu castísima Esposa en tu santa compañía, porque lo que ha concebido es por gracia del divino Espíritu.
V. Ruega por nosotros, Santísimo José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Te suplicamos, Dios y Señor nuestro, que los méritos del Santísimo José, Esposo de tu Santísima Madre, nos ayuden, amparen y favorezcan, para que lo que no alcanza nuestro débil y limitado poder se nos conceda por su intercesión y ruego: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Purísima Concepción de la Virgen María, Señora nuestra.

DÍA QUINTO


PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Hincado con devoción de rodillas ante algún altar o imagen del glorioso San José, hará la señal de la cruz, y pasando un breve espacio levantará el espíritu a Dios, poniéndose interiormente en su divina presencia, y dirá luego el Acto de contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

DEPRECACIÓN AL GLORIOSO SAN JOSÉ


Santísimo Patriarca, gloriosísimo José, digno Esposo de la Inmaculada Virgen y Madre de Jesucristo, yo os suplico interpongáis vuestros méritos, y me alcancéis del señor que consiga mi humildad lo que intenta y pide en esta Novena, siendo para gloria suya, honra vuestra y provecho de mi alma; pero si no fuere así, enderezad mi petición para que solo pretenda y pida lo conveniente para mayor gloria suya, culto vuestro y salvación de mi alma. Amén.

ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR

Dios y Señor mío, que atendiendo a la terrible e incomparable tristeza que ocupaba el corazón del santísimo José cuando anunció el santo Simeón los trabajos, contradicciones y penas que había de padecer el Niño Dios, y al compasivo dolor que traspasaba el corazón de su Santísima Madre que le presentaba, dispuso vuestra fineza amorosa aliviarla, inspirando al santo anciano que profetizase también que había de ser aquel tierno Infante la deseada salud y redención de los hombres; os suplico, amorosísimo Dios, infundáis en lo interior de mi alma profunda resignación y total conformidad en los dolores y trabajos corporales, y en las tribulaciones y desconsuelos del alma, hasta que merezca veros sin peligro de perderme. Y por ahora concededme piadoso la especial gracia y favor que os pido en esta Novena. Amén.

Considere el dolor cuarto que padeció San José oyendo la triste profecía del santo Simeón, y el gozo que recibió conociendo que los tormentos de Jesús se ordenaban al remedio de los hombres. Procurará conformarse en los trabajos presentes y esforzarse para los que puedan sobrevenirle. Rezará siete veces el Padrenuestro y el Avemaría con un Gloria al Padre.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Oh santísimo José, mi abogado y especialísimo amparo, en reverencia de aquel triste desconsuelo que atormentó vuestro tierno corazón cuando el anciano Simeón profetizó los dolores, escarnios, contradicciones y penas que preparó la malicia a vuestro amado Jesús, y en reverencia del gozo que vuestra alma sintió al oír que todos estos trabajos se disponían para ejemplo y redención de los hombres, yo os pido, santísimo Patriarca, seáis mi especial abogado y me alcancéis que, mediante la total conformidad en las penas y desgracias de esta vida, sea mi alma del número felicísimo de las que logran y con efecto consiguen el fruto de los tormentos y la pasión de mi Señor Jesucristo. Yo os suplico que presentéis vuestros méritos a las divinas piedades para alcanzarme la gracia que pido en esta Novena, si no impide la salvación de mi alma. Amén.

Esforzando los afectos de su alma con la mayor devoción y eficacia que pudiere, pedirá en su corazón al glorioso San José alcance de la Majestad divina la gracia particular que deseare conseguir por medio de esta Novena y después dirá:

Antífona. José, hijo de David, no temas ni rehúses recibir a tu castísima Esposa en tu santa compañía, porque lo que ha concebido es por gracia del divino Espíritu.
V. Ruega por nosotros, Santísimo José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Te suplicamos, Dios y Señor nuestro, que los méritos del Santísimo José, Esposo de tu Santísima Madre, nos ayuden, amparen y favorezcan, para que lo que no alcanza nuestro débil y limitado poder se nos conceda por su intercesión y ruego: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Purísima Concepción de la Virgen María, Señora nuestra.

DÍA SEXTO


PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Hincado con devoción de rodillas ante algún altar o imagen del glorioso San José, hará la señal de la cruz, y pasando un breve espacio levantará el espíritu a Dios, poniéndose interiormente en su divina presencia, y dirá luego el Acto de contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

DEPRECACIÓN AL GLORIOSO SAN JOSÉ

Santísimo Patriarca, gloriosísimo José, digno Esposo de la Inmaculada Virgen y Madre de Jesucristo, yo os suplico interpongáis vuestros méritos, y me alcancéis del señor que consiga mi humildad lo que intenta y pide en esta Novena, siendo para gloria suya, honra vuestra y provecho de mi alma; pero si no fuere así, enderezad mi petición para que solo pretenda y pida lo conveniente para mayor gloria suya, culto vuestro y salvación de mi alma. Amén.

ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR

Dios y Señor mío que, huyendo el santísimo José con su purísima Esposa y el tierno infante Jesús por la ambiciosa crueldad y tiranía de Herodes que amenazaba de muerte al Santísimo Niño en la fiera mortandad de tantos inocentes y ausentándose con tristeza inconsolable a las tinieblas de Egipto, alegrasteis su espíritu atribulado con la fuerza de vuestro eterno poder en la ruina y destrucción de innumerables ídolos en que eran los demonios adorados, que perecieron luego que entró en aquel país el Hijo de Dios; yo os suplico, omnipotente Señor, visitéis con vuestra amorosa presencia la oscuridad de mi espíritu, y derribando los ídolos de vanidades, deleites y perniciosos afectos, solo reine el desengaño de verdades infalibles, respire con los alientos de las divinas promesas, y viva a inextinguibles incendios una caridad ardiente, a cuyo fin os suplico me deis la gracia especial que pido en esta Novena. Amén.

Considere el dolor quinto que ocasionó a San José la apresurada partida a aquella tierra de infieles por huir de la persecución de Herodes, y el consuelo que su alma recibió viendo caer los demonios que estaban apoderados de aquella gente engañada. Pida gracia para arrojar de su alma los ídolos que la seducen y desterrar la afición a las locuras del mundo. Rezará siete veces el Padrenuestro y el Avemaría con un Gloria al Padre.

ORACIÓN A SAN JOSÉ   

Oh santísimo José, mi defensa y abogado especialísimo, en recompensa del compasivo dolor que atravesó vuestra alma al disponer la partida, huyendo de la tiranía y crueldad del rey Herodes, y del gozo que sentisteis cuando arruinados los ídolos empezó a desfallecer el poder de los demonios, yo os pido, amantísimo José, interpongáis vuestra intercesión piadosa, alcanzando se desvanezca en mi alma, a las luces de la ilustración divina, la oscuridad que mantiene las aficiones e ilusiones del mundo, y solo abrace las verdades y desengaños que la dispongan para recibir los frutos de soberanos influjos, y ahora la especial gracia que os pido en esta Novena, y os suplico se encamine a conseguirla consumada en la Gloria. Amén.

Esforzando los afectos de su alma con la mayor devoción y eficacia que pudiere, pedirá en su corazón al glorioso San José alcance de la Majestad divina la gracia particular que deseare conseguir por medio de esta Novena y después dirá:

Antífona. José, hijo de David, no temas ni rehúses recibir a tu castísima Esposa en tu santa compañía, porque lo que ha concebido es por gracia del divino Espíritu.
V. Ruega por nosotros, Santísimo José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Te suplicamos, Dios y Señor nuestro, que los méritos del Santísimo José, Esposo de tu Santísima Madre, nos ayuden, amparen y favorezcan, para que lo que no alcanza nuestro débil y limitado poder se nos conceda por su intercesión y ruego: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Purísima Concepción de la Virgen María, Señora nuestra.

DÍA SÉPTIMO

PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Hincado con devoción de rodillas ante algún altar o imagen del glorioso San José, hará la señal de la cruz, y pasando un breve espacio levantará el espíritu a Dios, poniéndose interiormente en su divina presencia, y dirá luego el Acto de contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

DEPRECACIÓN AL GLORIOSO SAN JOSÉ

Santísimo Patriarca, gloriosísimo José, digno Esposo de la Inmaculada Virgen y Madre de Jesucristo, yo os suplico interpongáis vuestros méritos, y me alcancéis del señor que consiga mi humildad lo que intenta y pide en esta Novena, siendo para gloria suya, honra vuestra y provecho de mi alma; pero si no fuere así, enderezad mi petición para que solo pretenda y pida lo conveniente para mayor gloria suya, culto vuestro y salvación de mi alma. Amén.

ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR

Dios y Señor mío, yo os ofrezco el amargo desconsuelo que atormentó al santísimo José, que volviendo de Egipto, muerto ya el tirano Herodes, oyó decir que reinaba Arquelao, hijo suyo, y temió que el heredero del reino heredase la tiranía de su padre; y os doy afectuosísimas gracias por el gozo con que aliviasteis su pena, mandándole por un ángel se retirase para más seguridad a la provincia de Galilea; yo os suplico, piadosísimo Señor, me deis gracia para que acierte a imitar el cuidadoso desvelo con que el santo Patriarca sirvió, reverenció y asistió a su purísima Esposa, para que yo la sirva, asista, reverencie y honre con la mayor devoción que mis fuerzas alcanzaren, ayudadas de vuestros santos influjos; y os pido por la intercesión de ambos me concedáis el favor que pido en esta Novena. Amén.

Considere el dolor sexto del glorioso Patriarca, cuando volviendo de Egipto temió el rigor de Arquelao, y el gozo que su espíritu sintió, avisado por el ángel para que fuese a vivir a Galilea. Solicite con afectuoso empeño ser devoto de la Reina de los Ángeles a imitación de su amantísimo Esposo. Rezará siete veces el Padrenuestro y el Avemaría con un Gloria al Padre.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Oh santísimo José, protector y amparo mío, en reverencia de la tristeza y dolor que atormentó a vuestra alma, sabiendo al volver de Egipto que muerto Herodes era rey un hijo suyo, que temisteis imitase la tiranía de su padre, y en reverencia del gozo que alivió vuestra tristeza con la embajada del ángel, que os mandaba retirar con el Infante y su purísima Madre a la provincia de Galilea, yo os suplico, custodio vigilantísimo de estas dos divinas prendas, me concedáis especialísima gracia de la Majestad suprema para imitar cuanto pueda vuestra atención cuidadosa y reverencial amor, para servir con perpetua esclavitud a esa celestial Señora, purísima Esposa vuestra, digna Madre de mi Dios y mi especial abogada; y empeño vuestra fineza para que ambos intercedáis con mi Dios, y me alcancéis el favor que pido en esta Novena, si ha de ser medio y oportuna disposición para la salud de mi alma. Amén.

Esforzando los afectos de su alma con la mayor devoción y eficacia que pudiere, pedirá en su corazón al glorioso San José alcance de la Majestad divina la gracia particular que deseare conseguir por medio de esta Novena y después dirá:

Antífona. José, hijo de David, no temas ni rehúses recibir a tu castísima Esposa en tu santa compañía, porque lo que ha concebido es por gracia del divino Espíritu.
V. Ruega por nosotros, Santísimo José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Te suplicamos, Dios y Señor nuestro, que los méritos del Santísimo José, Esposo de tu Santísima Madre, nos ayuden, amparen y favorezcan, para que lo que no alcanza nuestro débil y limitado poder se nos conceda por su intercesión y ruego: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Purísima Concepción de la Virgen María, Señora nuestra.

DÍA OCTAVO

PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Hincado con devoción de rodillas ante algún altar o imagen del glorioso San José, hará la señal de la cruz, y pasando un breve espacio levantará el espíritu a Dios, poniéndose interiormente en su divina presencia, y dirá luego el Acto de contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

DEPRECACIÓN AL GLORIOSO SAN JOSÉ

Santísimo Patriarca, gloriosísimo José, digno Esposo de la Inmaculada Virgen y Madre de Jesucristo, yo os suplico interpongáis vuestros méritos, y me alcancéis del señor que consiga mi humildad lo que intenta y pide en esta Novena, siendo para gloria suya, honra vuestra y provecho de mi alma; pero si no fuere así, enderezad mi petición para que solo pretenda y pida lo conveniente para mayor gloria suya, culto vuestro y salvación de mi alma. Amén.

ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR

Dios y Señor mío, que ordenasteis que vuestro querido Hijo a los doce años de edad se ausentase de la vista de sus compasivos Padres, ocasionando inconsolable dolor en el tierno corazón del santísimo José, pero alegrasteis su espíritu con el gozo que sintió cuando, después de buscado por espacio de tres días, le halló su solicitud en medio de los doctores y maestros de la ley, disputando en las escuelas del templo los textos y profecías que en la Sagrada Escritura anunciaban su venida; os suplico, amantísimo Dios mío, me deis gracia para que siempre le busque, imitando los cuidadosos desvelos de sus santísimo Padres, y cuando le hubiere hallado, me ayudéis eficazmente para que nunca le pierda, y aprovechando en virtudes logre en ellas final perseverancia, a cuyo dichoso fin me concedáis piadoso la gracia que solicito por medio de esta Novena. Amén.

Considere el dolor séptimo del glorioso San José, el tiempo que estuvo ausente y perdido el Niño Dios, y el gozo que experimentó al encontrarle en el templo, escuchando y preguntando a los doctores de la ley. Pida gracia con que logre la final perseverancia, y rezará siete veces el Padrenuestro y el Avemaría con un Gloria al Padre.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Oh santísimo José, mi especialísimo amparo, en reverencia del desconsuelo y tristeza con que estuvo vuestro amante corazón los tres días que se retiró Jesús y ausentó de vuestros ojos, y del gozo en que se bañó vuestra alma viéndole entre los doctores proponiéndoles dificultades gravísimas de la sagrada Escritura, yo os suplico que ofrezcáis vuestro gran merecimiento a la Majestad divina, otorgándome eficaz gracia para que siga mi alma el verdadero camino y senda de las virtudes, su aumento y perseverancia en ellas, para que hallado por gracia el dulcísimo Jesús en las vicisitudes de esta vida, viva en Él por amor perseverante hasta que quede seguro sin el miedo de perderle en la quietud de la eterna; y os suplico seáis mi fiel intercesor, y me concedáis el favor y la gracia que pido en esta Novena, si conviene a mi eterna salvación. Amén.

Esforzando los afectos de su alma con la mayor devoción y eficacia que pudiere, pedirá en su corazón al glorioso San José alcance de la Majestad divina la gracia particular que deseare conseguir por medio de esta Novena y después dirá:


Antífona. José, hijo de David, no temas ni rehúses recibir a tu castísima Esposa en tu santa compañía, porque lo que ha concebido es por gracia del divino Espíritu.
V. Ruega por nosotros, Santísimo José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Te suplicamos, Dios y Señor nuestro, que los méritos del Santísimo José, Esposo de tu Santísima Madre, nos ayuden, amparen y favorezcan, para que lo que no alcanza nuestro débil y limitado poder se nos conceda por su intercesión y ruego: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Purísima Concepción de la Virgen María, Señora nuestra.

DÍA NOVENO

PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Hincado con devoción de rodillas ante algún altar o imagen del glorioso San José, hará la señal de la cruz, y pasando un breve espacio levantará el espíritu a Dios, poniéndose interiormente en su divina presencia, y dirá luego el Acto de contrición: Señor mío Jesucristo, etc.

DEPRECACIÓN AL GLORIOSO SAN JOSÉ

Santísimo Patriarca, gloriosísimo José, digno Esposo de la Inmaculada Virgen y Madre de Jesucristo, yo os suplico interpongáis vuestros méritos, y me alcancéis del señor que consiga mi humildad lo que intenta y pide en esta Novena, siendo para gloria suya, honra vuestra y provecho de mi alma; pero si no fuere así, enderezad mi petición para que solo pretenda y pida lo conveniente para mayor gloria suya, culto vuestro y salvación de mi alma. Amén.

ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR

Dios y Señor mío, fuente de todos los bienes y destierro de los males; yo, aunque indigno pecador, en nombre del glorioso Patriarca y santísimo José os doy las gracias que mi devoción alcanza, porque habiendo ennoblecido en esta vida a su alma con tan estupendos dones, tan raras prerrogativas y singulares virtudes que fuese verdadero y digno Esposo de la escogida entre todas para ser Madre de Dios, y para ser estimado, tenido y reputado por Padre del mismo Cristo, le sublimasteis en los palacios del cielo a tan alta dignidad y tanta excelencia de gloria, cual convenía al Esposo verdadero de la que es Madre de Dios, y a su ayo y vigilante custodio, tanto que es muy piadosa sentencia que goza ya en cuerpo y alma el premio de sus virtudes en la patria celestial; yo os suplico, amantísimo Dios, que por la intercesión de este santísimo Patriarca y en atención a sus virtudes, olvidando mis pecados, me concedáis mientras viva en este mundo un entrañable desprecio de todas sus vanidades, odio a todos los pecados, detestación de los vicios, afición a las virtudes, amor a los desengaños, y final perseverancia que asegure la felicidad del premio en los descansos eternos. Y por ahora os suplico me deis la gracia especial que pido en esta Novena. Amén.

Considere los altos grados de gloria que goza el santísimo José en premio de sus virtudes, y pida gracia para alcanzar en el cielo la que Dios ha prometido a los trabajos que padeciere en la tierra. Rezará siete veces el Padrenuestro y el Avemaría con un Gloria al Padre.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Oh santísimo José, protector y amparo mío, el más dichoso Patriarca, de los más favorecidos y más honrados de Dios en los palacios del cielo, cuyo gran merecimiento predicó el espíritu divino, llamándoos digno Esposo de María y Padre putativo de Jesucristo; yo, humilde devoto vuestro, me regocijo en el alma, y os doy amorosos parabienes del alto grado de gloria que gozáis en la feliz compañía de vuestra divina Esposa. Y pues sois liberal dispensador de los tesoros del cielo, y facilita vuestra intercesión piadosa lo que parece imposible a nuestra humana flaqueza, pues no negará Jesús cosa ninguna en el cielo a quien quiso su fineza vivir sujeto en la tierra, yo os suplico, amantísimo José, interpongáis toda vuestra autoridad con vuestra Esposa santísima, y ambos con vuestro querido Hijo y mi Redentor Jesús, para alcanzarme de su infinita piedad luz que destierre las tinieblas de mi entendimiento, gracia que enfervorice mi alma en el amor de las virtudes, y la final perseverancia, que dé fin a los trabajos y ejercicios de esta vida con los bienes, felicidades y descanso de la eterna. Asimismo rendidamente os suplico alcancéis de las divinas piedades paz y verdadera concordia a los príncipes cristianos, salud a nuestros Reyes católicos, extirpación de todas las herejías, creces copiosas de gracia a todos los fieles, a las almas del purgatorio el eterno descanso, y el don de la perseverancia a los que se esmeran en vuestro culto; y finalmente, os ruego solicitéis para mí el favor y especial gracia que pido en esta Novena, y que todo sea a mayor gloria de Dios, honra vuestra y salvación de mi alma. Amén.

Esforzando los afectos de su alma con la mayor devoción y eficacia que pudiere, pedirá en su corazón al glorioso San José alcance de la Majestad divina la gracia particular que deseare conseguir por medio de esta Novena y después dirá:

Antífona. José, hijo de David, no temas ni rehúses recibir a tu castísima Esposa en tu santa compañía, porque lo que ha concebido es por gracia del divino Espíritu.
V. Ruega por nosotros, Santísimo José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN

Te suplicamos, Dios y Señor nuestro, que los méritos del Santísimo José, Esposo de tu Santísima Madre, nos ayuden, amparen y favorezcan, para que lo que no alcanza nuestro débil y limitado poder se nos conceda por su intercesión y ruego: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Purísima Concepción de la Virgen María, Señora nuestra.