Los primeros instantes de este día
a escuchar la Palabra consagremos
y el Espíritu ponga en nuestros labios
la alabanza al Padre de los cielos.
Se convierte en nosotros la Palabra
en la luz que a los hombres ilumina,
en el Pan que repara nuestras fuerzas,
en la fuente que salta hasta la vida.
En el himno de amor y de alabanza
que se canta en el cielo eternamente
y en la carne de Cristo se hizo canto
de la tierra y del cielo juntamente.
Gloria a Ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,
el Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y al Espíritu Santo que en nosotros
glorifica tu nombre por los siglos. Amén.
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