Pero el más famoso de todos se recuerda todavía por la Fiesta Mayor del Pi: es el de los rábanos y las monedas, que ilustra muy bien el talante del santo. Cuenta la leyenda que, en 1698, san José Oriol decidió que quería ir a misiones y emprendió un peregrinaje hacia la Santa Sede. El primer tramo del viaje lo hizo acompañado de un obrero llamado Buenaventura Ballescà. Se detuvieron en un hostal situado en el actual término de Montcada i Reixac porque Ballescà tenía hambre. Famélico y confiado de que José Oriol, que siempre ayudaba a los pobres, le pagaría lo que consumiera, Buenaventura se atiborró tanto como pudo. Pero, cuando llegó la hora de pagar, se dio cuenta de que, como ya era costumbre, José Oriol no llevaba ni una moneda encima. Al ver el problema, el futuro santo, según explica la leyenda, tomó un rábano y lo hizo rodajas, que se convirtieron en las monedas necesarias para pagar la comida.
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