Señor Jesús, que elevas a los humildes y revelas tus secretos a los simples, te bendecimos por haber elegido a santa Catalina Labouré para revelar al mundo el tesoro precioso de la Medalla Milagrosa que tu Madre le mostró.
Santa Catalina Labouré, tú que fuiste elegida por la Virgen Inmaculada para contemplar ya en la Tierra su dulce sonrisa de Madre, obtén la gracia de que la Virgen Santa vuelva hacia nosotros sus ojos misericordiosos y derrame los rayos de su gracia sobre la Iglesia, el Santo Padre, los Sacerdotes, los que están lejos, sobre nosotros, pecadores, y sobre el mundo entero.
Virgen María, Tú nos aseguraste que grandes gracias se les concederían a quienes las pidieran con fe a la Medalla Milagrosa: confiados en esa promesa estamos aquí para pedirle a Dios Padre la sanación de los enfermos, el consuelo de los afligidos, la conversión de los pecadores y la gracia de la salvación eterna: que todos podamos un día participar contigo de la Luz de tu Hijo Resucitado en la alegría sin fin del Paraíso.
¡OH María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!
¡Santa Catalina Labouré, ruega por nosotros!
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