miércoles, 18 de diciembre de 2024

MIÉRCOLES III DE ADVIENTO C


Buenos días. Hoy 18 de diciembre, en las lecturas nos explica la profecía de Jeremías “daré a David (el rey) un vástago legítimo.” Y ese hijo reinará sobre todo el pueblo judío. Esa promesa la refleja hoy Mateo en el evangelio. Jesús es el hijo de David que ha nacido de una virgen y al que es necesario que José, descendiente de la familia del rey David acoja como su hijo. José, hombre bueno, prudente y respetuoso de Dios, acepta la responsabilidad. Hoy José será el prototipo del creyente que abre sin reservas su corazón a Dios y acepta su voluntad, y este gesto será el que trae al mundo al Rey que reina para unirnos en un solo pueblo, el De Dios. Sigamos el ejemplo de José y acojamos al Dios con nosotros. Seamos buenos y confiemos siempre en Dios.



1ª Lectura (Jer 23, 5-8): Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que daré a David un vástago legítimo: reinará como monarca prudente, con justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y le pondrán este nombre: «El-Señor-nuestra-justicia». Así que llegan días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: «Lo juro por el Señor, que sacó a los hijos de Israel de Egipto», sino: «Lo juro por el Señor, que sacó a la casa de Israel del país del norte y de los países por donde los dispersó, y los trajo para que habitaran en su propia tierra».


Texto del Evangelio (Mt 1, 18-24): La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.




"José, tú le pondrás por nombre Jesús" (Mt 1, 18-24)

Señor Jesús, en este día, después de leer tu evangelio, contemplamos a José, padre de Jesús. Y sin mucho esfuerzo traemos a la oración a nuestros padres, a los que viven entre nosotros y a los que ya partieron, a los que acaban de estrenarse y los que ven cómo las generaciones que les siguen crecen en su descendencia. Por todos los padres del mundo, te damos hoy gracias y te pedimos que les bendigas y les colmes de bendiciones.

Señor Jesús, gracias por la presencia de los padres en nuestra vida, por su incondicionalidad, por la seguridad que nos da saberlos a nuestro lado, por su modo de cubrirnos y defendernos, por su carácter, por su vocación familiar, por su querer siempre ver a los suyos cerca, por su infinita capacidad de sacrificio por sus hijos.

Señor Jesús, te pedimos por nuestros padres que, a ejemplo de José, el padre de Jesús, sean hombres justos, cercanos, acogedores, dispuestos a cumplir tu voluntad, sin limitaciones en el darse, siempre sirviendo, siempre cariñosos y protectores.

Señor Jesús, gracias por nuestros padres. Dales salud, dales fortaleza, dales fe, dales esperanza, dales caridad, dales ganas de vivir, hazles hombres enamorados de los suyos, tiernos en el trato con sus hijos, sensibles ante las necesidades de sus parejas y sus hijos, dispuestos a ser una imagen fidedigna de ese Dios al que llamamos Padre.

Señor Jesús, que mirando a nuestros padres veamos al Padre. Que nunca nos olvidemos de cuidarlos, de acompañarlos y de quererlos sin condiciones y sin límites. 

Gracias, Señor, por nuestros padres, vivos y difuntos.  Bendícelos, cuídalos, quiérelos.

Así te lo pido. Así sea.








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