Buenos días. Feliz miércoles. Qué palabras tan bonitas nos dice hoy el Señor: “Eres príncipe desde el día de tu nacimiento”. Así nos considera Dios. Por eso, no deja de repartir su palabra por todo el mundo, aunque parezca que tirar semillas al borde del camino o entre espinos, puede parecer una mala idea; sin embargo para Dios no lo es, porque considera que somos príncipes, sólo debemos abrir el entendimiento y descubrir su voluntad. Seamos buena tierra y confiemos en Dios, que siembra buena semilla.
Texto del Evangelio (Mc 4, 1-20): En aquel tiempo, Jesús se puso otra vez a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento». Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga».
"El que tenga oídos para oír, que oiga" (Mc 4, 1-20)
Señor Jesús, ¡qué sordera tenemos! ¡Qué manera más elegante gastamos de obviar lo que no nos interesa o sencillamente nos resulta indiferente!Ahora que sólo se habla de la inteligencia artificial, de la carrera espacial y de algunos mandatarios, parece que ya no hay hambres, ni miserias, ni ausencias, ni otros dolores y enfermedades... pero sólo es posible no oír los gritos de tantos si sufrimos esta sordera pandémica que nos aísla, nos desvincula y nos empobrece a todos. Haznos oír y oírte con el corazón.
Señor Jesús, el egoísmo nos vuelve sordos. Nuestro mirarnos al ombligo, nos vuelve sordos. Nuestra ceguera, nos vuelve sordos. Nuestro estado de bienestar por barrios, nos vuelve sordos. Nuestro acomodo indiferente, nos vuelve sordos. Nuestra conexión constante, nos vuelve sordos. Necesitamos que nos digas al oído que "el que tenga oídos para oír, que oiga". Necesitamos que Tú nos despiertes y nos ayudes a escucharte y a escuchar a los otros. Haznos oír y oírte con el corazón.
Señor Jesús, haznos atentos a lo que acontece. Haznos mujeres y hombres despiertos, resolutivos, solidarios y comprometidos. Haznos Evangelio vivo. Haznos escucha y presencia. Haznos sembradores de razones para seguir adelante. Haznos peregrinos de la esperanza.
Así te lo pido. Así sea.
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