Buenos días. Leemos hoy, sábado por la mañana, que dos discípulos de Juan siguen al Cordero que quita el pecado, uno de ellos será Andrés, hermano de Simón (Pedro). Lo más interesante es que el evangelista cuenta que era la hora décima, porque cuando algo importante nos ocurre nos acordamos de casi todos los detalles. Cristo los invitó: “venid y lo veréis“ y aquello los marcó, descubrieron al Mesías y lo comunican a sus seres queridos. Andrés a su hermano Simón, y Cristo le da a este un nuevo nombre/misión (piedra de la Iglesia), el que guarda en la fe. Transmitamos ese momento que nos marcó en la fe y ayudemos a que con nuestra experiencia otros puedan seguir a Cristo. Seamos buenos y confiemos en Dios, que nos enseña que amar es la única justicia verdadera.
Texto del Evangelio (Jn 1, 35-42): En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que quiere decir, “Maestro”— ¿dónde vives?». Les respondió: «Venid y lo veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» —que quiere decir, Cristo—. Y lo llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» —que quiere decir, “Pedro”.
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