Buenos días. Feliz Pascua. Hoy el evangelio de san Juan nos dice que el mundo se alegrará de no ver al Señor, y es que sin Dios el mundo cree que es feliz, porque puede hacer lo que le dé la gana sin nadie que acuse su forma de actuar. Sin Dios en el mundo, el hombre se convierte en su propio dios, capaz de elegir sobre todo pero según su propia voluntad; así, lo que me parece bueno a mí y a mis planes eso es lo correcto, “caiga quien caiga”. Pero la Verdad es una sola. Cristo ha enseñado un camino para llegar a la felicidad y es cierto que ese camino parece oculto a nuestros ojos, pero quien lo sigue llega a la verdadera felicidad. Pidamos a Dios que nos abra los ojos de la fe, para descubrir la revelación de Cristo y comunicarnos con nuestros hermanos para que puedan ser auténticamente felices. Seamos buenos y confiemos en Dios, que revela su justicia y misericordia a todas las naciones de la Tierra.
1ª Lectura (Hch 18, 1-8): En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Áquila, judío natural del Ponto, y a su mujer, Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma. Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a vivir y trabajar en su casa; eran tejedores de lona para tiendas de campaña. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos.
Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, dando testimonio ante los judíos de que Jesús es el Mesías. Como ellos se oponían y respondían con blasfemias, Pablo sacudió sus vestidos y les dijo: «Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza. Yo soy inocente y desde ahora me voy con los gentiles». Se marchó de allí y se fue a casa de un cierto Ticio Justo, que adoraba a Dios y cuya casa estaba al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios, al escuchar a Pablo, creían y se bautizaban.
Salmo responsorial: 97
R/. El Señor revela a las naciones su victoria.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.
Versículo antes del Evangelio (Jn 14, 18): Aleluya. No os dejaré huérfanos, dice el Señor: voy y vengo a vosotros, y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
Texto del Evangelio (Jn 16, 16-20): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: ‘Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’ y ‘Me voy al Padre’?». Y decían: «¿Qué es ese ‘poco’? No sabemos lo que quiere decir». Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: ‘Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?’. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo».
"Vuestra tristeza se convertirá en alegría" (Jn 16, 16-20)
Señor Jesús, esta mañana en mi retina queda grabada la imagen de ese cayuco repleto de mujeres, niñas, niños y hombres que ha volcado justo cuando llegaban a puerto. Mi oración no puede mirar hacia otro lado. Me pregunto cómo es posible que ocurra esto a estas alturas.
Señor Jesús, esta crisis migratoria mundial, ¿No nos dice nada? ¿No nos hace más sensibles? ¿No nos mueve a misericordia? ¿Qué tengo yo que ver con esto?… Hoy mi oración, desde la conmoción y el impacto de la realidad, te pide por todas estas personas que lo único que desean es una vida digna, oportunidades y ser acogidos. ¡Cuándo entenderé que todos somos extranjeros en este mundo, todos migrantes, todos peregrinos!
Señor Jesús, ojalá tu palabra se cumpla. Ojalá toda nuestra tristeza, todas nuestras tristezas, como la de esta misma mañana, se conviertan en alegría. Sinceramente mi fe y mi esperanza quedan muy tocadas. Sin Ti, imposible mantenerse en pie ante tanto drama, tanta injusticia, tanta desigualdad y tanta deshumanización. Ayúdame y haz que mi oración nunca olvide a tantos y tantos que buscan su lugar en el mundo.
Así te lo pido. Así sea.
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