jueves, 26 de junio de 2025

EL CRUCIFIJO DE MI MADRE (Antonio Fernández Grillo)



Le cubrió de besos,
le contó sus males,
le bordó esas flores
que adornan su imagen;
puso en esa frente.
cubierta de sangre,
transida de pena,
sus labios amantes.
Juntó en ramillete
las rosas del valle,
y cubrió con ellas
las plantas del mártir.
Lo colgó a mi cuello
y con voz de ángel:
"Guárdalo!, me dijo,
llorando, mi madre.

El limpio sudario
que envuelve sus carnes,
las negras espinas,
los clavos punzantes;
la lámpara triste
que a intervalos arde,
al muro prestando
reflejos fugaces;
la cruz silenciosa,
y el santo cadáver
en ella clavado
por raza culpable.
¡Oh cuánta ternura
me inspira, al mirarle,
el Cristo que un día
guardaba mi madre!

Ya el sol, en el cielo,
se inflama radiante;
violetas y lirios
perfuman el aire;
ya tienen más música
las fuentes del valle;
vestidos de flores
se ven los altares;
se alegra mi aldea,
y allí, por las tardes,
al son de la esquila
se reza la Salve.
¡Feliz primavera!
¡Bendita la imagen
del Cristo a quien rezo
pensando en mi madre!

Yo siento a mis solas
hervir tempestades;
me acecha del mundo
la envidia cobarde;
el vicio asqueroso
con faz repugnante
su baba me arroja
su abismo me abre.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Mas no la serpiente,
con lucha implacable,
podrá de sus furias
el dardo arrojarme.
La Cruz es mi escudo
y allí, del combate
el Cristo me salva
que adora mi madre.

Por esos a sus plantas
le rezo constante
por eso en él busco
remedio a mis males;
por eso, arrancando
violetas del valle,
perfumo con ellas
las plantas del mártir.
Por eso, a mi cuello
llevando su imagen,
de mi cuerpo mismo
forma el suyo parte:
por eso, una noche,
cual siempre, al besarme,
"Guárdalo", me dijo,
llorando, mi madre. 

JUEVES XII TIEMPO ORDINARIO C





Buenos días. Jueves en el que rezamos por las vocaciones sacerdotales. Hoy leemos en el evangelio que Jesús nos invita a construir nuestra fe escuchando sus palabras y poniéndolas en práctica. Jesús enseña con autoridad. Hacer nuestra las palabras de Cristo nos da firmeza y seguridad. Hoy más que nunca, en este mundo lleno de tempestades, confiemos en su Palabra. Seamos buenos y confiemos en Dios, porque es eterna su misericordia.



1ª Lectura (Gén 16, 1-12.15-16): Por aquel entonces, Saray, esposa de Abram, no le había dado hijos a este; pero tenía una esclava egipcia, que se llamaba Agar. Saray le dijo entonces a Abram: «El Señor me ha hecho estéril. Acércate, pues, a mi esclava, a ver si por medio de ella puedo tener hijos». Y Abram siguió el consejo de Saray. Así, a los diez años de vivir Abram en Canaán, Saray, su esposa, tomó a su esclava Agar, la egipcia, y se la dio por mujer a Abram. Él se acercó a Agar y ella concibió. Pero luego, al verse encinta, Agar miraba con desprecio a su señora. Entonces Saray le dijo a Abram: «Tú eres el responsable de esta ofensa. Yo puse en tus brazos a mi esclava y ahora ella, al verse encinta, me mira con desprecio. Que el Señor juzgue entre tú y yo». Abram le respondió a Saray: «Tu esclava está a tu disposición. Haz con ella lo que tú quieras». Saray maltrató a Agar, y ella se escapó. El ángel del Señor la encontró junto a la fuente del desierto, la fuente del camino de Sur, y le dijo: «Hagar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y adónde vas?». Ella respondió: «Vengo huyendo de mi señora». El ángel del Señor le dijo: «Vuelve a tu señora y sométete a ella». Y el ángel del Señor añadió: «Haré tan numerosa tu descendencia que no se podrá contar». Y el ángel del Señor concluyó: «Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor te ha escuchado en la aflicción. Será un potro salvaje: él contra todos y todos contra él; vivirá separado de sus hermanos». Agar dio un hijo a Abram, y Abram llamó Ismael al hijo que le había dado Agar. Abram tenía ochenta y seis años cuando Agar dio a luz a Ismael.


Salmo responsorial: 105

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. ¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, pregonar toda su alabanza?

Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia. Acuérdate de mí por amor a tu pueblo.

Visítame con tu salvación: para que vea la dicha de tus escogidos, y me alegre con la alegría de tu pueblo, y me gloríe con tu heredad.


Versículo antes del Evangelio (Jn 14, 23): Aleluya. El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor. Aleluya.




Texto del Evangelio (Mt 7, 21-29): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’.
Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.

















VIDA, MARTIRIO Y ORACIÓN A SAN PELAYO


Pelayo (nacido en Galicia, España, en el 911), vivía con su tío Hermogio, que era el obispo de la ciudad de Tuy y bajo su cuidado había aprendido precozmente latín, gramática, retórica y las bases de la teología y en todas estas materias era un alumno aventajado lo que hacía suponer que tendría una brillante carrera eclesiástica, pero en el 920, cuando Abderramán III venció las tropas del reino de León, tío y sobrino fueron apresados y confinados en una lóbrega mazmorra en la ciudad de Córdoba y en vista de que –después de tres años–, nadie pagaba rescate por ellos, el califa mantuvo como rehén a Pelayo, mientras el obispo salía a reunir el dinero suficiente para cancelar la suma exigida por el gobernante moro. Pero el prelado Hermogio murió al poco tiempo, y Pelayo, al saber la noticia, puso su vida en manos de Dios y con más bríos redobló su celo por los compañeros, sin preocuparse de lo que pudiera suceder. Y no fue nada bueno lo que ocurrió.

 

El califa, curioso, quiso saber si eran ciertos los rumores sobre Pelayo. Antes de llevarlo a su presencia, le quitaron sus andrajos, lo vistieron como un príncipe y al verlo Abderramán, quedó tan prendado de su inteligencia y de su belleza física, que le prometió honores, riquezas, altos cargos, si renunciaba a su fe y accedía a sus requerimientos amorosos, pero el adolescente le dijo: “Sí, ¡oh rey!, soy cristiano; lo he sido y lo seré. Tus riquezas no valen nada. No pienses que por cosas tan pasajeras voy a renegar de Cristo que es mi Señor y el tuyo, aunque tú no lo quieras”. Luego Abderramán III, pretendió acariciarlo y el chico, lo abofeteó; entonces el retorcido soberano montó en cólera y quiso ablandarlo con refinadas torturas, pero Pelayo se mantuvo firme.

 

En vista de que no podía doblegarlo, el 26 de junio del año 925, ordenó que le desgarraran sus carnes con tenazas y luego desde una catapulta de guerra, lo lanzaron a la otra orilla del río Guadalquivir y como continuaba vivo, un verdugo lo degolló, cuando apenas contaba 14 años. Su brutal sacrificio le mereció un lugar de honor en el catálogo de los mártires y por eso hoy 26 de junio, día de su festividad, pidámosle a san Pelayo, que nos mantenga firmes en nuestra fe.



ORACIÓN


Querido san Pelayo, te veneramos en este día y te suplicamos que intercedas por nosotros ante el Señor. Tú, que fuiste un joven valiente en la defensa de la fe, danos la fortaleza para enfrentar los desafíos y adversidades de nuestra vida diaria. Ayúdanos a ser fieles a nuestros principios y a vivir con integridad, incluso cuando enfrentemos oposición. Inspíranos con tu ejemplo de valentía y entrega total a Dios. Te pedimos que nos protejas de todo mal y nos guíes por el camino de la santidad. Amén. ¡San Pelayo, ruega por nosotros! 

 



HUMORADA DE RAMÓN DE CAMPOAMOR (216)


¿Qué es preciso tener en la existencia?
Fuerza en el alma y paz en la conciencia.


 

CANTAR DEL PUEBLO 145 (AUGUSTO FERRÁN)


Mira que todos conocen
que no viéndonos de día,
nos hemos de ver de noche.



 

ORACIÓN E HIMNO A SANTA OROSIA


ORACIÓN

Santísima virgen y mártir santa Orosia, a tus manos encomendamos nuestros corazones, ofreciéndolos a nuestro Señor contritos y humillados. Tú, que sufriste martirio por defender tu fe, alcánzanos la gracia de ser fieles a Cristo en medio de las pruebas y dificultades de esta vida. Te pedimos que intercedas por nosotros ante Dios para que nos conceda la fortaleza necesaria para perseverar en la virtud, para que nos libres de las tentaciones y peligros que nos acechan, y para que nos guíes por el camino de la salvación. Amén. 


HIMNO


Santa Orosia tan pura y tan bella / de tus gracias venimos en pos / te alabamos dulce doncella / qué martirios sufriste, por Dios. / De país extranjero llegaste / y sintiendo un divino placer / en el monte de Yebra entregaste / tu vida por la fe. / Todos los pechos aragoneses / los jacetanos y  montañeses / a Orosia aclaman con frenesí / para ofrecerte tu pleitesía / para decirte, patrona mía, / que sus alientos son para ti.

Santa Orosia, tan pura y tan bella [bis]

Eres, Orosia, rosa de oro / en el tesoro espiritual / tu amor del cielo que en el pecho inflama / nos guía y llama desde la corte celestial. / Que el dulce brillo de tu mirada / sea promesa de mi redención / bella princesa, tierna abogada / te alaba siempre mi corazón. / Bella princesa, tierna abogada… [bis].


Himno elaborado en los años 40 por Francisco Quintilla Aramendía, letra, y Manuel Gállego Nasarre, música.

ESPERANDO (J. J. Benítez)


En la espera,
mi amor son estrellas prisioneras.

Esperando un gesto de tus ojos,
mi amor es eco.
Un eco sin retorno,
mudo.

En la espera,
frente a la mar,
sufro como la boya solitaria.

Esperando, has pasado junto a mí,
pero sólo eres estela cimbreante.

En la espera,
tu sonrisa ha escapado,
aleteando hacia los que no esperan.

Esperando,
no he sabido mecerte en la corriente de mi amor.

Esperando,
mi vida es ya sólo un contraluz.


 

MIÉRCOLES XII TIEMPO ORDINARIO C


Buenos días. Feliz miércoles. Nos advierte Jesús sobre los falsos profetas. Ayer celebramos al último de los profetas que anuncia la Salvación y bautiza al Señor, santificando nuestro bautismo y convirtiéndonos en profetas. Pero cuidado, porque ser profetas no es anunciarnos a nosotros, sino a Cristo, que nos ha prometido que estaremos siempre con Él. Por eso advierte contra los falsos profetas que no dan frutos buenos. Los cristianos debemos dar testimonio y nuestros frutos han de ser buenos (miremos a cuantos hermanos nuestros dan su vida por los demás). Pero para poder dar frutos de Dios tenemos que tener una fe firme como la de Abraham, que a pesar del miedo y la duda, salió de su tierra y confió en la promesa de Dios, que le concedió ser padre de una muchedumbre. Si queremos dar buenos frutos pidamos al Señor fe firme. Seamos buenos y confiemos en Dios, que se acuerda de su alianza eternamente para los que cumplen sus mandamientos.



1ª Lectura (Gén 15, 1-12.17-18): En aquellos días, Abrán recibió en una visión la palabra del Señor: «No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante». Abrán contestó: «Señor, ¿de qué me sirven tus dones, si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?». Y añadió: «No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará». La palabra del Señor le respondió: «No te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas». Y el Señor lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes». Y añadió: «Así será tu descendencia». Abran creyó al Señor, y se le contó en su haber. El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra». Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré que yo voy a poseerla?». Respondió el Señor: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón». Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Eufrates».


Salmo responsorial: 104

R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos. Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas.

Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, Él gobierna toda la Tierra.

Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones; de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac.


Versículo antes del Evangelio (Jn 15, 4.5): Aleluya. Permaneced en mí y yo en vosotros, dice el Señor; el que permanece en mí da fruto abundante. Aleluya.



Texto del Evangelio (Mt 7, 15-20): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis».

 














HUMORADA DE RAMÓN DE CAMPOAMOR (215)


¿Preguntas qué es amor? Es un abismo,
mal y bien, esperanza y desaliento,
antídoto y veneno a un tiempo mismo,
odio y pasión, deleite y sufrimiento. 



CANTAR DEL PUEBLO 144 (AUGUSTO FERRÁN)



En la casita de enfrente
y en la casita de al lado,
viven mi novia y mi madre,
mi perdición y mi amparo. 

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA


Buenos días. Feliz día de san Juan. Escuchamos un relato milagroso como el del nacimiento de Cristo. Juan crece en sabiduría y en espíritu del Señor y está apartado en el desierto hasta que prepare el camino de la salvación. Los paisanos de Isabel y Zacarías se quedan admirados por los acontecimientos y porque sienten que la mano del Señor está con él. Todos los cristianos estamos llamados a ser profetas que anuncien la salvación; Juan no sólo va a proclamar al Salvador sino que lo va a bautizar, el gesto que significa que Cristo se somete a la voluntad de Dios poniéndose en la fila de los pecadores, contando como uno más, para asumir los pecados y salvarnos. Será la palabra que anuncia en medio del desierto la esperanza, la salvación, la vida. Demos hoy gracias a Dios porque nos ha escogido como profetas suyos para transmitir al mundo las maravillas del Señor. Seamos buenos y confiemos en Dios, que nos preparó desde el vientre materno y conoce nuestro ser y nuestros pensamientos.  Y no le pongamos excusas.



1ª Lectura (Is 49, 1-6): Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso». Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel —tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza—: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».


Salmo responsorial: 138

R/. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.

Señor, Tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.

Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma.

No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra.


2ª Lectura (Hch 13, 22-26): En aquellos días, dijo Pablo: «Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: ‘Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos’. Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: ‘Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias’. Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación».


Versículo antes del Evangelio (Lc 1, 76): Aleluya. Tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo; irás delante del Señor para preparar sus caminos. Aleluya.




Texto del Evangelio (Lc 1, 57-66.80): Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados.
Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.