lunes, 30 de junio de 2025

LUNES XIII T. O. C


Buenos días. Feliz lunes. Qué bonito es decirnos que somos seguidores del Señor, como los que aparecen hoy en el evangelio. Los dos quieren seguir al Señor, pero uno de ellos no sabe lo que significa seguir a Cristo (supone dejarlo todo para confiarse por completo en las manos de la providencia de Dios, que la mayoría de las veces no entendemos) y el otro se da cuenta de la radicalidad del seguimiento y empieza a poner excusas (muy válidas para los hombres, pero no para seguir el camino de Dios). ¿Queremos seguir al Señor? Pues pongámonos a trabajar por el Reino de los Cielos, confiando en su promesa y sabiendo que es Dios quien actúa a través de nosotros, pobres siervos, para que se pueda cumplir el plan de Dios en el mundo. Seamos buenos y confiemos en Dios que es compasivo y misericordioso y nunca nos paga como mereceríamos.



1ª Lectura (Gén 18, 16-33): Cuando los hombres se levantaron de junto a la encina de Mambré, miraron hacia Sodoma; Abrahán los acompañaba para despedirlos. El Señor pensó: «¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que pienso hacer? Abrahán se convertirá en un pueblo grande y numeroso, con su nombre se bendecirán todos los pueblos de la tierra; lo he escogido para que instruya a sus hijos, su casa y sucesores, a mantenerse en el camino del Señor, haciendo justicia y derecho; y así cumplirá el Señor a Abrahán lo que le ha prometido». El Señor dijo: «La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré».

Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán. Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: «¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?». El Señor contestó: «Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos». Abrahán respondió: «Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?». Respondió el Señor: «No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco». Abrahán insistió: «Quizá no se encuentren más que cuarenta». Le respondió: «En atención a los cuarenta, no lo haré». Abrahán siguió: «Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?». Él respondió: «No lo haré, si encuentro allí treinta». Insistió Abrahán: «Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte?». Respondió el Señor: «En atención a los veinte, no la destruiré». Abrahán continuó: «Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez?». Contestó el Señor: «En atención a los diez, no la destruiré». Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se fue; y Abrahán volvió a su puesto.



Salmo responsorial: 102

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo.

No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles.


Versículo antes del Evangelio (Sal 94, 8): Aleluya. Hagámosle caso al Señor, que nos dice: «No endurezcan su corazón». Aleluya.



Texto del Evangelio (Mt 8, 18-22): En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Le dijo Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le dijo Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».




"Maestro, te seguiré adonde vayas" (Mt 8, 18-22)

Señor Jesús, ¡cuántas veces he leído y escuchado este fragmento del evangelio! ¡Cuántas veces he pensado que es eso lo que quiero hacer! ¡Y cuántas veces me descubro incapaz de seguirte tal y como me pides!

Por eso hoy, Señor Jesús, quiero pedirte que me des la fe necesaria para discernir si en verdad quiero seguirte y si es así, descubrir cómo quieres que te siga. Toda tu vida, tu proyecto, tus palabras, tus gestos, tus acciones... todo lo tuyo me atrae de un modo inexplicable y, sin embargo, me siento siempre empezando.

Señor Jesús, me gustaría seguirte sin condiciones, sin tenerlo todo claro, sin más seguridad que saberme acompañado por Ti, sin más pretensión que intentar ser fiel a tu llamada, a tu deseo de que yo viva según tu voluntad.

Señor Jesús, enséñame a seguir tus huellas; enséñame a configurar mi vida, mis palabras, mis gestos y acciones a tu modo de proceder; enséñame a ser testigo tuyo en medio del mundo, hazme sal y luz, hazme profecía y esperanza para otros, hazme valiente y desprendido, hazme un discípulo deseoso de seguir siempre aprendiendo de Ti.

Señor Jesús, que tu Espíritu me guíe y acompañe, me muestre el camino y me dé la capacidad para seguir diciéndote cada mañana que quiero seguirte. Ahora que cerramos este mes de junio, que busque motivos de agradecimiento para todo lo vivido en tu seguimiento durante este curso. Gracias por tanto. Gracias por todo. Gracias por Ti.

Así te lo digo. Así sea.












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