lunes, 9 de junio de 2025

LUNES X TIEMPO ORDINARIO C - BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA


Buenos días. Retomamos el tiempo ordinario, en el que vamos a descubrir por qué Dios, a pesar de nuestro pecado e infidelidad, nos ama sin medida, hasta darnos a su propio Hijo para que por Él podamos ser hijos de Dios. Por eso hoy las lecturas nos presentan a los primeros padres que desobedecieron a Dios y se apartaron de su Amor. Sin embargo, Dios prepara en Cristo, su Hijo, y en María la nueva Eva, la redención y el cumplimiento de la promesa del Génesis: “Cuando la serpiente hiera a su descendencia en el talón, Él le aplastará la cabeza”. Promete que de la nueva Eva nacerá la Fortaleza, el Amor y el autor de la Vida que nos abre las puertas del Cielo, la Jerusalén celeste. Aprovechemos este tiempo ordinario para degustar en el día a día que Dios cumple su promesa y nos ha regalado ser auténticos hijos de Dios. Seamos buenos y confiemos en Dios, que ha fundado la Jerusalén celeste para que todos vivamos en ella.




1ª Lectura (Gén 3, 9-15.20): El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: «Dónde estás?». Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí». El Señor Dios le replicó: «Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?». Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí». El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?». La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí». El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón». Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.


Salmo responsorial: 86

R/. Cosas admirables se dicen de ti, Ciudad de Dios.

¡Esta es la ciudad que fundó el Señor sobre las santas montañas! Él ama las puertas de Sión más que a todas las moradas de Jacob.

Cosas admirables se dicen de ti, Ciudad de Dios. Así se hablará de Sión: «Este, y también aquel, han nacido en ella, y el Altísimo en persona la ha fundado».

Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá: «Este ha nacido en ella». Y todos cantarán, mientras danzan: «Todas mis fuentes de vida están en ti».


Versículo antes del Evangelio: Aleluya. ¡Oh feliz, Virgen María, que has dado a luz al Señor!; ¡oh santa Madre de la Iglesia, que mantienes vivo en tu corazón el Espíritu de tu Hijo, Jesucristo. Aleluya.



Texto del Evangelio (Jn 19, 25-34): Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.» Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu.
Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua.



"Ahí tienes a tu madre" (Jn 19, 25-34)

Señor Jesús, hoy que celebramos la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, hoy que hemos dejado atrás la Pascua, hoy que el mes de mayo ya lo vemos lejos, hoy tu Evangelio nos dice a cada uno de nosotros, en primera persona: "Ahí tienes a tu madre". Es como si supieras que necesitamos que María siga presente en nuestra vida, cada día, en cada circunstancia, en cada fase, en cada situación, en cada espera. Gracias, Señor, por tu sensibilidad y preocupación por nosotros.

Señor Jesús, entramos de nuevo en el tiempo ordinario, ese en el que ocurre todo, ese en el que nos ocurre de todo, ese en el que recordamos y necesitamos la fuerza de la Pascua y en el que ponemos en juego los dones recibidos de tu Espíritu. Recomenzamos la vida cotidiana, la vida en la que nos pides ser sal y luz, ser hermanos y profetas, ser horizonte y esperanza para el mundo. Gracias, Señor, por invitarnos una vez más a seguir escribiendo la Historia como Tú deseas que lo hagamos. Cuida Tú de nuestras pequeñas historias, esas en las que nos dejamos la vida y en las que nuestro corazón anhela ser acunado con ternura incondicional.

Señor Jesús, gracias por dejarnos a tu Madre como compañera de camino. Ojalá aprendamos de ella el valor de su entrega, la fidelidad de su compañía, la donación sin reservas y la humildad que hace posible vivir las bienaventuranzas en toda su hondura. Te pedimos que nos hagas buenos hijos e hijas. 

Así te lo pido. Así sea.







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