jueves, 6 de febrero de 2025

JUEVES IV T.O. C


Buenos días. Feliz jueves en el que la Iglesia nos pide rezar por las vocaciones, especialmente al sacerdocio. Hoy el evangelio de san Marcos nos muestra a Jesús enviando a los apóstoles y discípulos para preparar al pueblo, ayudando a las personas de buen corazón a recibir la conversión de sus vidas. Es lo que nos recuerda la primera lectura, no nos acercamos a un Dios que pide sangre, sino que viene a nosotros para darnos una nueva vida. Seamos buenos, confiemos en Dios y meditemos su misericordia con nosotros.



1ª Lectura (Heb 12, 18-19.21-24): Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Y tan terrible era el espectáculo, que Moisés exclamó: «Estoy temblando de miedo».

Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.



Texto del Evangelio (Mc 6, 7-13): En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.




"Los fue enviando de dos en dos" (Mc 6, 7-13)

Señor Jesús, así es y desde entonces, desde el principio hasta hoy, has ido enviándonos al mundo a llevar tu buena nueva. Y nosotros nos sentimos bendecidos y unos verdaderos privilegiados. Gracias, un día más, por enviarnos en tu nombre a predicar y, si es necesario, también con palabras.

Señor Jesús, y desde el principio nos fuiste enviando de dos en dos, es decir, nunca solos, nunca por iniciativa propia, sino acompañados, enviados por Ti para sanar, transformar y ser buena nueva allí donde vamos. Te pedimos, Señor, que nunca olvidemos que nos envías Tú y que sólo en Ti es posible ser evangelio allí donde nos envías.

Señor Jesús, haznos unción y tirita para otros, haznos escucha y anuncio para todos, haznos tus pies, tus manos, tus labios y, sobre todo, tu corazón. Que hoy seamos presencia tuya en casa, en nuestra comunidad, en nuestro trabajo, con los nuestros y con aquellos con los que nos encontremos. Envíanos, Señor, envíanos, adonde Tú quieras…

Así te lo pido. Así sea.







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