jueves, 28 de noviembre de 2024

JUEVES XXXIV T.O. B


Buenos días. San Lucas utiliza en el Evangelio los acontecimientos ocurridos al caer Jerusalén ante el imperio romano, para advertir a los cristianos de lo que significa vivir y seguir a Cristo. Pero señala que cuando todo esto suceda no tengamos miedo y levantemos la cabeza porque se acerca la liberación. Un abrazo, seamos buenos y confiemos en que quien a Dios tiene, nada le falta.



Texto del Evangelio (Lc 21, 20-28): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación. Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella; porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y cólera contra este pueblo; y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación».




“Habrá signos…” (Lc 21, 20-28)

Padre bueno, una mañana más nos acercamos a Ti y buscamos tu presencia y compañía. Una mañana más, con todas nuestras intenciones, con todas nuestras heridas, con todos nuestros asuntos pendientes, con todos nuestros principios y con todos nuestros intereses, una mañana más aquí nos tienes para escucharte y dejar que tu Palabra nos esponje el corazón y nos anime a seguir adelante… a pesar de los signos o precisamente por esos mismos signos.

El evangelio de hoy, Padre nuestro, nos advierte de que habrá signos. Nos preguntamos si serán visibles, si nos daremos cuenta de ellos, si nos dará tiempo a reaccionar, si nos tocará algo de todo lo que nos dice la Palabra. Reconocemos que estamos cegados ¡por tantas cosas!

Padre bueno, hay signos: millones de seres humanos sin acceso a agua potable, millones de personas que no tienen qué comer, ingentes cantidades de alimentos que se tiran, una explotación contra natura de la tierra, conflictos armados, radicalismos, extremismos, exclusivísimos, integrismos, injusticia, confrontación política sin el pueblo, intereses que dejan a un lado los principios, desastres naturales, amenazas nucleares, jóvenes que no tienen trabajo, ni casa, ni posibilidad de soñar un futuro estable, escasez de nacimientos, un consumismo que aniquila relaciones, vínculos y bien común. Signos hay… ayúdanos a leer los signos de los tiempos y a responder, desde nuestra fe en Ti, que es posible otro mundo.

Padre nuestro, una jornada más te pedimos que nos hagas sensibles a los signos que nos dicen que algo no estamos haciendo del todo bien. Que nos quieres a todos y que la salvación no hace acepción de personas. Que no olvidemos que en el mundo, en tu Iglesia y en nuestro corazón hay sitio para todos, todos, todos. Y que volvamos a escuchar hoy, como siempre de Ti: “No temas, confía…”.

Así te lo pido. Así sea.









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