viernes, 30 de mayo de 2025

VIERNES VI DE PASCUA C


Buenos días. Feliz viernes de Pascua. El Señor ha resucitado y por eso estamos alegres. Nuestra alegría consiste en que Dios no nos ha dejado solos, se ha quedado con nosotros para siempre y nos ha enviado al Espíritu Santo para que nos consuele, proteja y ayude a entender a Dios. Los primeros apóstoles no tienen miedo de predicar el evangelio y de ir a donde el Espíritu los lleve, y sienten alegría porque saben que Dios está con ellos a pesar de la incomprensión o el fracaso humano. Ante esto, san Pablo experimenta que cuando es débil, entonces es cuando se manifiesta la grandeza De Dios. No hay mayor alegría que sentir que Dios nos da la fuerza para seguir adelante y poder continuar con su obra de salvación. Pidamos paciencia, amor y fe para transmitir al mundo la alegría de Dios. Seamos buenos y confiemos en Dios, que es Altísimo sobre toda la Tierra. 



1ª Lectura (Hch 18, 9-18): Cuando estaba Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión: «No temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá la mano encima para hacerte daño, porque tengo un pueblo numeroso en esta ciudad». Se quedó, pues, allí un año y medio, enseñando entre ellos la palabra de Dios.

Pero, siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron de común acuerdo contra Pablo y lo condujeron al tribunal diciendo: «Este induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley». Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los judíos: «Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos». Y les ordenó despejar el tribunal.

Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal, sin que Galión se preocupara de ello. Pablo se quedó allí todavía bastantes días; luego se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se había hecho rapar la cabeza, porque había hecho un voto.


Salmo responsorial: 46

R/. Dios es el rey del mundo.

Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor altísimo es terrible, emperador de toda la tierra.

Él nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones; él nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado.

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas: tocad para Dios, tocad; tocad para nuestro Rey, tocad.


Versículo antes del Evangelio (Lc 24, 46): Aleluya. Convenía que Cristo padeciese y resucitara de entre los muertos; y que así entrase en su gloria. Aleluya.



Texto del Evangelio (Jn 16, 20-23a): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. Aquel día no me preguntaréis nada».




"Se alegrará vuestro corazón" (Jn 16, 20-23a)

Señor Jesús, termina la semana y sentimos el cansancio de estos meses y las fuerzas flaquean. Ojalá seas Tú esa alegría que nadie nos quitará jamás. Gracias por este sol, esa luz, esta vida que estrenamos una mañana más. 

Señor Jesús, haz que todas nuestras tristezas, todas nuestras heridas, todas nuestras historias sin terminar, todos nuestros fracasos, todos nuestros intentos de ser lo que estamos llamados a ser... se dejen transformar por tu presencia y por tu alegría. 

Señor Jesús, oramos hoy especialmente por los más pobres, por los enfermos, por los descartados, por los que no tienen voz, por los más pequeños, por nuestros mayores, por nuestras familias y por nuestras comunidades, por nosotros mismos... haznos evangelio de la alegría para el mundo. 

Señor Jesús, danos de esa verdadera alegría de la que Tú hablas. Esa que nada ni nadie puede quitarnos. Esa que nos fundamenta y nos hace hermanos, esa que canta que estamos vivos, que Tú nos habías y que en Ti somos, nos movemos y existimos. 

Así te lo pido. Que así sea.





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