Buenos días. Feliz martes. Hoy en el evangelio volvemos a escuchar al Señor decirnos que pidamos trabajadores para su mies (su rebaño). Y justo al principio leemos en el evangelio de Mateo que Cristo cura a un endemoniado y la gente se admira, pero los fariseos lo critican. Ser testigo del Amor de Dios en medio del mundo nos llevará a ser criticados por vivir de otra manera, pero necesitamos muchos trabajadores que vivan la novedad del evangelio (la entrega, el servicio, el amor sacrificado, hacer el bien sin mirar a quien). Así la gente sabrá que ha llegado el Reino de Dios. Seamos buenos y confiemos en Dios, que si ladran es porque cabalgamos.
1ª Lectura (Gén 32, 22-32): En aquellos días, todavía de noche se levantó Jacob, tomó a las dos mujeres, las dos siervas y los once hijos y cruzó el vado de Yaboc; pasó con ellos el torrente e hizo pasar sus posesiones. Y él quedó solo. Un hombre luchó con él hasta la aurora; y, viendo que no le podía, le tocó la articulación del muslo y se la dejó tiesa, mientras peleaba con él. Dijo: «Suéltame, que llega la aurora». Respondió: «No te soltaré hasta que me bendigas». Y le preguntó: «¿Cómo te llamas?». Contestó: «Jacob». Le replicó: «Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con dioses y con hombres y has podido». Jacob, a su vez, preguntó: «Dime tu nombre». Respondió: «¿Por qué me preguntas mi nombre?». Y le bendijo. Jacob llamó aquel lugar Penuel, diciendo: «He visto a Dios cara a cara y he quedado vivo». Mientras atravesaba Penuel salía el sol, y él iba cojeando. Por eso los israelitas, hasta hoy, no comen el tendón de la articulación del muslo, porque Jacob fue herido en dicho tendón del muslo.
Salmo responsorial: 16
R/. Yo con mi apelación vengo a tu presencia, Señor.
Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño.
Emane de Ti la sentencia, miren tus ojos la rectitud. Aunque sondees mi corazón, visitándolo de noche, aunque me pruebes al fuego, no encontrarás malicia en mí.
Yo te invoco porque Tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Muestra las maravillas de tu misericordia, Tú que salvas de los adversarios, a quien se refugia a tu derecha.
Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme. Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.
Versículo antes del Evangelio (Jn 10, 14): Aleluya. Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Aleluya.
“Señor, gracias por compadecerte de nosotros”. “Danos un corazón compasivo y misericordioso”. “Gracias por las personas que se compadecen del prójimo”. También yo, en ocasiones, siento cansancio y agobio...
Vengo a Ti cansado y agobiado, Tú sabes bien lo que me sosiegas, Tú me serenas por dentro, Tú eres salud para mí.
Te necesito, Señor, para que me equilibres, para que me ayudes a poner mi cabeza en orden, para que me impidas trabajar compulsivamente, y pongas en orden mis valores vitales.
Siempre que vengo a Ti estresado y me dijo sanar por Ti, recupero el equilibrio y la armonía y mi ánimo se serena y me alegro...
No me dejes, Señor, vivir toda la vida de una vez; ayúdame a sosegarme por dentro y a vivir volcado en el momento presente.
Así te lo pido. Así sea.
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