jueves, 12 de diciembre de 2024

JUEVES II DE ADVIENTO C


Buenos días. Jesús habla de Juan el Bautista como Elías, el profeta que los judíos esperaban que volviera para anunciar y preparar la llegada del Mesías. Y así ocurre y se cumple la primera lectura: en el desierto Juan está preparando el camino del Señor, bautizando al pueblo para que se arrepientan del camino desviado y preparen ese camino llano al Salvador que viene a dar esperanza a los más pobres y débiles. Vamos al desierto con Juan y escuchemos su invitación a vivir la alegría de la conversión para que Dios pueda entrar en nuestras vidas. Seamos buenos y preparemos el corazón al Salvador.



Texto del Evangelio (Mt 11, 11-15): En aquel tiempo, dijo Jesús a las turbas: «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga».




"El que tenga oídos, que oiga" (Mt 11, 11-15)

Señor Jesús, ante tanta palabra vacía, ante tanto anuncio sin contenido, ante tanta expresión de lo mal que va todo, ante tanto grito desgarrado, ante tantas palabras para definir el sinsentido de nuestros ritmos y horizontes, hoy en tu evangelio nos dices “el que tenga oídos, que oiga”.

Señor Jesús, que oigamos, sin posibilidad de confundirnos, el grito de los más pobres, de las personas más vulnerables, de los que apenas tienen lo imprescindible para pasar el día. Que oigamos las historias de la gente que no tiene una casa para vivir, ni un pedazo de pan para llevarse a la boca, ni un trabajo digno. Señor Jesús, que yo oiga todo esto y no sea indiferente sino comprometido.

Señor Jesús, que oigamos el grito de nuestro planeta Tierra que clama un poco más de mesura, y menos basura, de equilibrio y de cuidado. Que oigamos cómo la casa común se ve tan dañada por nuestra avaricia, por nuestro progreso desmedido, por nuestra cultura de usar y tirar, por nuestro olvido cotidiano de que esta casa no es nuestra ni sólo para nosotros, sino regalada y para todos. Señor Jesús, que me comprometa en la salvaguardia de esta Tierra.

Señor Jesús, que oigamos a los mayores, a los que nos preceden, a los que tienen la sabiduría de la vida, a los que ya han vivido ¡tantas cosas! Que no repitamos las historias si no son porque en ellas el amor lo ha cambiado todo, que no despreciemos la cultura que nos abre la mente y el corazón al otro, que no demos por perdidas las buenas causas, las causas nobles de nuestro mundo.

Señor Jesús, que oigamos a tus profetas y los escuchemos. Que los escuchemos y hagamos vida lo que nos exhortan a hacer. Que tengamos oídos para oír lo que nos dices.

Así te lo pido.  Así sea.









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