miércoles, 22 de enero de 2025

MIÉRCOLES II TIEMPO ORDINARIO C


Buenos días. Jesús en el evangelio vuelve a curar en sábado, día del descanso establecido por Dios. Y Cristo demuestra con su curación que es Señor también del sábado, que ha venido al mundo para hacer el bien y curar a los oprimidos, pero el hombre sigue teniendo el corazón cerrado a la bondad de Dios. También a nosotros hoy nos pregunta: “¿Qué está permitido hacer en sábado?” ¿El bien y la vida? o ¿el mal y la muerte? Seamos buenos y confiemos en Dios, que nos ama hasta darnos su propia vida.



Texto del Evangelio (Mc 3, 1-6): En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?». Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle.



"¿Qué está permitido..?" (Mc 3, 1-6)

Señor Jesús, ahora que parece que en la franja de Gaza hay esperanza, ahora que ha arrancado el año jubilar de la esperanza, ahora que los días comienzan a ser un poco más largos, ahora que nuestro mundo necesita razones verdaderas y profundas para seguir esperando... tu evangelio nos recuerda que está permitido hacer el bien, siempre, a todos.

Señor Jesús, haz que comprendamos no sólo con la mente sino sobretodo con el corazón, que está permitido todo aquello que humaniza, que dignifica, que socorre, que sostiene, que por puro amor perdona, que esperanza y alienta. Haznos así, mujeres y hombres, colmados de esperanza, peregrinos sin fronteras, ni banderas, personas agradecidas, alegres y misericordiosas.

Señor Jesús, que hoy vivamos conscientes de que está permitido todo aquello que no endurezca el corazón, todo aquello que nos haga mejores y ayude a los otros a ser mejores, a amar más y a amar mejor. A vivir realmente en paz. Permítenos quedar también nosotros restablecidos de nuestras parálisis y acompaña nuestra jornada. 

Así te lo pedimos por intercesión de nuestra Madre y Señora de la Paz en este segundo día de Triduo. Así sea.









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