Oh Dios, que en este día has hecho pasar al bienaventurado Enrique, tu confesor, de un trono terrenal al reino eterno, haz, te lo imploramos, que así como él triunfó por tu gracia de las seducciones del siglo, despreciemos nosotros también los vanos atractivos del mundo para presentarnos a Ti con un corazón puro. Amén.
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