Buenos días. La Iglesia hoy nos invita a descubrir cómo llegar a la vida eterna. Y Jesús responde muy claramente: al cielo llegaremos todos juntos. Por eso hay que tratar de ayudar al prójimo. ¿Cómo? Practicando la misericordia. Seamos buenos y confiemos en Dios, para que rebose nuestro corazón.
1ª Lectura (Dt 30, 10-14): Moisés habló al pueblo, diciendo: «Escucha la voz del Señor, tu Dios, observando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el libro de esta ley, y vuelve al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Porque este precepto que yo te mando hoy no excede tus fuerzas, ni es inalcanzable. No está en el cielo, para poder decir: ‘¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?’. Ni está más allá del mar, para poder decir: ‘¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?’. El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas».
Salmo responsorial: 68
R/. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Mi oración se dirige a Ti, Señor, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mi.
Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y alegraos; buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos.
Dios salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella.
2ª Lectura (Col 1, 15-20): Cristo Jesús es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Versículo antes del Evangelio (Jn 6, 63c.68c): Aleluya. Tus palabras, Señor, son Espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. Aleluya.
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