Vendrás con las manos juntas,
mujer, pidiendo perdón,
y al mirarte tan humilde
te daré la absolución.
mujer, pidiendo perdón,
y al mirarte tan humilde
te daré la absolución.
Y tú con la absolución
me engañarás otra vez;
y yo, olvidando tu engaño,
te perdonaré también.
Te perdonaré otra vez...
por supuesto, que al final
el perdón se irá acabando,
pero el engaño jamás.
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