Es domingo y una luz nueva penetra en nuestras vidas: el día nuevo, el día del Señor. Las lecturas nos ayudan a descubrir que Cristo no nos trae una paz que adormece. Su paz es la que nace de la justicia, el amor apasionado por los que sufren. Por eso dirá que incluso será signo de contradicción y división. Si somos cristianos debemos ejercer nuestro amor al prójimo y eso significa decirle cómo llegar a Dios y a veces denunciar su pecado y eso no suele ser agradable. Seamos buenos y confiemos en Dios, que es nuestro auxilio y escudo.
Lectura del libro de Jeremías 38, 4-6.8-10:
En aquellos días, los dignatarios dijeron al rey: «Hay que condenar a muerte a ese Jeremías, pues, con semejantes discursos, está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y al resto de la gente. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia».
Respondió el rey Sedecías: «Ahí lo tenéis, en vuestras manos. Nada puedo hacer yo contra vosotros».
Ellos se apoderaron de Jeremías y lo metieron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. Jeremías se hundió en el lodo del fondo, pues el aljibe no tenía agua.
Ebedmélec abandonó el palacio, fue al rey y le dijo: «Mi rey y señor, esos hombres han tratado injustamente al profeta Jeremías al arrojarlo al aljibe, donde sin duda morirá de hambre, pues no queda pan en la ciudad».
Entonces el rey ordenó a Ebedmélec el cusita: «Toma tres hombres a tu mando y sacad al profeta Jeremías del aljibe antes de que muera».
Salmo 39 R/. Señor, date prisa en socorrerme
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 1-4
Hermanos: Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 49-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego a la Tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la Tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Como cada domingo el Señor nos vuelve a sorprender y a describir cuáles deben ser las actitudes de un fiel seguidor suyo, de un buen cristiano.
- El domingo pasado nos insistía en la vigilancia.
- Hoy insiste en la fortaleza como actitud necesaria para avivar ese "fuego" que Él vino a traer al mundo (su REINO).
Al igual que ocurre con el fuego, Jesús quiere transformar, cambiar y remover este mundo que tiene otras convicciones, que aprecia otros valores, que reacciona con indiferencia, hostilidad, sarcasmo, burla o incluso con una persecución más o menos encubierta de nuestra fe.
Y es que tener fe hoy, y vivir de acuerdo con ella, es una opción seria que exige fortaleza para ser fieles.
Si sólo buscamos en el Evangelio tranquilidad a cualquier precio y una especie de refugio libre de conflictos es que no hemos entendido bien a Jesús, o que su fuego no abrasa nuestra vida.
Hoy el Señor nos invita a hacer... a hacer lo que podamos, por poco que sea... Eso es lo que espera Dios de nosotros, que hagamos bien lo que podamos hacer, o lo que es lo mismo, a hacer de manera extraordinaria lo más ordinario. Y eso se consigue con AMOR.
Ojalá nos dejemos "quemar" por su fuego y seamos en medio del mundo verdaderas y auténticas llamas que alumbren la vida de los demás.
He venido a prender fuego, y cuánto deseo que arda en vosotros, mis amigos, y en el mundo entero! Fuego para purificar las conciencias, calentar las entrañas frías, cauterizar las heridas, quemar las cargas impuestas, iluminar las zonas oscuras, incendiar todas las barreras, acrisolar vuestras pertenencias y poner en ascuas los corazones. ¡Préndenos, Señor, con tu fuego!
Fuego para calcinar las cuerdas que os sujetan y dejaros en libertad en esta tierra; para infundiros calor de vida y moldear vuestros sueños y utopía; para reducir a cenizas las murallas y renacer con más brío de ellas; para prender vuestras entrañas y haceros presencia de mi buena nueva. ¡Préndenos, Señor, con tu fuego!
Fuego que aviva las mechas humeantes y los rescoldos de toda obra buena; que ilumina los caminos y sendas y hace que resplandezca vuestra presencia; que da calor de vida al mundo e infunde brillo y atracción a la Iglesia; que abrasa la maldad y la mentira y hace llamear la justicia. ¡Préndenos, Señor, con tu fuego!
Mi fuego es llama y hoguera en cumbres, valles y praderas; horno y brasero para encuentros, tertulias, cenas y acogidas; lámpara y faro en todo momento para quienes andan vagando; cirio pascual fuera y dentro, gratuito, sin precio y sin dueño. ¡Préndenos, Señor, con tu fuego!
Mi fuego arde sin consumirse, es zarza en el desierto y el silencio, es Espíritu abierto a todos los vientos; levanta los ánimos decaídos, infunde energía a los abatidos y reconforta a los esforzados; mi fuego es bautismo de vida, amor que prende y enamora. ¡Préndenos, Señor, con tu fuego!
Y, a vosotros, os envío a ser fuego: lumbre interior y antorcha en lo alto; hoguera, horno y brasero, llamarada incontenible y sin miedo, volcán, rayo, incendio; fogata de campamento y rescoldo mañanero, faro en este mundo proceloso y cera de mi propio cuerpo. ¡Préndenos, Señor, con tu fuego!
Acercaos a mí, saltad la hoguera, caminad sobre las ascuas, arded, incendiad, brillad, iluminad, cauterizad las heridas... ¡Dad calor al mundo! ¡Que prenda la buena nueva! ¡Préndenos, Señor, con tu fuego!
Así te lo pido. Así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario