Buenos días. Hoy la Iglesia nos llama a vivir la caridad con generosidad. Dice san Pablo que nuestra caridad no sea una “farsa”, porque quien se da con alegría y practica la limosna, el ayuno y la oración que lo haga no por “postureo”, sino por verdadera fe. Porque quien se entrega con sinceridad y cosecha con generosidad, compartiendo lo que tiene, recibirá con esa misma medida, pero tengamos claro que la recompensa no viene del mundo, sino de nuestro Padre que está en el Cielo. Seamos buenos y confiemos en Dios, que hace brillar al justo en medio de las tinieblas.
1ª Lectura (2Cor 9, 6-11): Hermanos: El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta». El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia. Siempre seréis ricos para ser generosos, y así, por medio nuestro, se dará gracias a Dios.
Salmo responsorial: 111
R/. Dichoso quien teme al Señor.
Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la Tierra, la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo.
Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad.
Versículo antes del Evangelio (Jn 14, 23): Aleluya. El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor. Aleluya.
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