con su doblada hilera de granados
que abril dejó de verte coronados
y junio con sus flores ha cubierto.
Y donde en flor segura y fruto incierto
se muestran los olivos blanqueados,
y van al amarillo los sembrados,
y al calor las gayombas se han abierto.
Aquí te espero, amor, por las veredas
que no vienen ni van a parte alguna
sino a aquel corazón en donde habitan,
y donde aún sin venir siempre te quedas
y haces mi soledad tan oportuna
que la paz y el silencio la visitan.
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