le contó sus males,
le bordó esas flores
que adornan su imagen;
puso en esa frente.
cubierta de sangre,
transida de pena,
sus labios amantes.
Juntó en ramillete
las rosas del valle,
y cubrió con ellas
las plantas del mártir.
Lo colgó a mi cuello
y con voz de ángel:
"Guárdalo!, me dijo,
llorando, mi madre.
El limpio sudario
que envuelve sus carnes,
las negras espinas,
los clavos punzantes;
la lámpara triste
que a intervalos arde,
al muro prestando
reflejos fugaces;
la cruz silenciosa,
y el santo cadáver
en ella clavado
por raza culpable.
¡Oh cuánta ternura
me inspira, al mirarle,
el Cristo que un día
guardaba mi madre!
Ya el sol, en el cielo,
se inflama radiante;
violetas y lirios
perfuman el aire;
ya tienen más música
las fuentes del valle;
vestidos de flores
se ven los altares;
se alegra mi aldea,
y allí, por las tardes,
al son de la esquila
se reza la Salve.
¡Feliz primavera!
¡Bendita la imagen
del Cristo a quien rezo
pensando en mi madre!
Yo siento a mis solas
hervir tempestades;
me acecha del mundo
la envidia cobarde;
el vicio asqueroso
con faz repugnante
su baba me arroja
su abismo me abre.
¡Oh cuánta ternura
me inspira, al mirarle,
el Cristo que un día
guardaba mi madre!
Ya el sol, en el cielo,
se inflama radiante;
violetas y lirios
perfuman el aire;
ya tienen más música
las fuentes del valle;
vestidos de flores
se ven los altares;
se alegra mi aldea,
y allí, por las tardes,
al son de la esquila
se reza la Salve.
¡Feliz primavera!
¡Bendita la imagen
del Cristo a quien rezo
pensando en mi madre!
Yo siento a mis solas
hervir tempestades;
me acecha del mundo
la envidia cobarde;
el vicio asqueroso
con faz repugnante
su baba me arroja
su abismo me abre.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Mas no la serpiente,
con lucha implacable,
podrá de sus furias
el dardo arrojarme.
La Cruz es mi escudo
y allí, del combate
el Cristo me salva
que adora mi madre.
Mas no la serpiente,
con lucha implacable,
podrá de sus furias
el dardo arrojarme.
La Cruz es mi escudo
y allí, del combate
el Cristo me salva
que adora mi madre.
Por esos a sus plantas
le rezo constante
por eso en él busco
remedio a mis males;
por eso, arrancando
violetas del valle,
perfumo con ellas
las plantas del mártir.
Por eso, a mi cuello
llevando su imagen,
de mi cuerpo mismo
forma el suyo parte:
por eso, una noche,
cual siempre, al besarme,
"Guárdalo", me dijo,
llorando, mi madre.
le rezo constante
por eso en él busco
remedio a mis males;
por eso, arrancando
violetas del valle,
perfumo con ellas
las plantas del mártir.
Por eso, a mi cuello
llevando su imagen,
de mi cuerpo mismo
forma el suyo parte:
por eso, una noche,
cual siempre, al besarme,
"Guárdalo", me dijo,
llorando, mi madre.
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