Buenos días. Feliz viernes que nos recuerda la muerte del Señor. Por eso las lecturas nos ayudan a interiorizar sobre el sufrimiento. Y nos hacen una pregunta muy importante: ¿dónde está tu tesoro?, porque allí es donde tendremos nuestro corazón y hacia donde caminaremos. San Pablo tiene claro que su única riqueza es Dios, porque ha descubierto con dolor las penurias del mundo y la “mala leche” que el hombre puede tener, por eso ha descubierto que en su debilidad es donde Dios ha actuado. Jesús en el evangelio también nos enseña a dirigirnos hacia los bienes que no se acaban y a poner en ellos nuestros corazones, pero nos advierte de la oscuridad que sentiremos si lo único que vemos y por lo que vivimos, es por la gloria pasajera. Seamos buenos y confiemos en Dios, porque el afligido invoca al Señor y Él lo escucha.
1ª Lectura (2Cor 11, 18.21b-30): Hermanos: son tantos los que presumen de títulos humanos, que también yo voy a presumir. Pues, si otros se dan importancia, hablo disparatando, voy a dármela yo también. ¿Que son hebreos?, también yo; ¿que son linaje de Israel?, también yo; ¿que son descendientes de Abrahán?, también yo; ¿que si ven a Cristo?, voy a decir un disparate: mucho más yo. Les gano en fatigas, les gano en cárceles, no digamos en palizas y en peligros de muerte, muchísimos; los judíos me han azotado cinco veces, con los cuarenta golpes menos uno; tres veces he sido apaleado, una vez me han apedreado, he tenido tres naufragios y pasé una noche y un día en el agua. Cuántos viajes a pie, con peligros de ríos, con peligros de bandoleros, peligros entre mi gente, peligros entre gentiles, peligros en la ciudad, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros con los falsos hermanos. Muerto de cansancio, sin dormir muchas noches, con hambre y sed, a menudo en ayunas, con frío y sin ropa. Y, aparte todo lo demás, la carga de cada día, la preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién enferma sin que yo enferme?; ¿quién cae sin que a mí me dé fiebre? Si hay que presumir, presumiré de lo que muestra mi debilidad.
Salmo responsorial: 33
R/. El Señor libra a los justos de sus angustias.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor y me respondió, me libró de todas mis ansias.
Contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo salva de sus angustias.
Versículo antes del Evangelio (Mt 5, 3): Aleluya. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Aleluya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario