Buenos días. Feliz sábado. Hoy una pregunta importante nos hace el Señor: ¿A quien servimos, a Dios o al dinero? Y nos invita a poner nuestra fuerza en los bienes del cielo, porque lo material pasa, incluso san Pablo nos lo intenta explicar, la fuerza de Dios se realiza en nuestra debilidad, no podemos añadir ni un solo día a nuestra vida, por más que nos empeñemos, ni por que seamos más ricos, tendremos mejor vida. La auténtica felicidad está en Dios, que nos regala todo lo que somos y tenemos, porque nos quiere como verdaderos hijos suyos. Pero nosotros, con nuestros egoísmos, deseamos más y eso nos lleva a la frustración. No podemos servir y amar a Dios y a la vez al dinero, porque en algún momento sufriremos y entonces ¿hacia quien miraremos? Seamos buenos y confiemos en Dios, porque nada les falta a los que le aman.
1ª Lectura (2Cor 12, 1-10): Hermanos: Toca presumir. Ya sé que no está bien, pero paso a las visiones y revelaciones del Señor. Yo sé de un cristiano que hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo, con el cuerpo o sin cuerpo, ¿qué sé yo? Dios lo sabe. Lo cierto es que ese hombre fue arrebatado al paraíso y oyó palabras arcanas, que un hombre no es capaz de repetir. De uno como ese podría presumir; lo que es yo, sólo presumiré de mis debilidades. Y eso que, si quisiera presumir, no diría disparates, diría la pura verdad; pero lo dejo, para que se hagan una idea de mí sólo por lo que ven y oyen. Por la grandeza de estas revelaciones, para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad». Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Salmo responsorial: 33
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a Él.
Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.
Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad?
Versículo antes del Evangelio (2Cor 8, 9): Aleluya. Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza. Aleluya.
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