sábado, 19 de julio de 2025

SÁBADO XV T.O. C


Buenos días. Feliz sábado. Hoy, día de la Virgen María, encomendamos a ella nuestros agobios. Las lecturas nos hablan de grandes prodigios que Dios realiza a los necesitados, y todo por su gran misericordia. Sacó al pueblo elegido de la esclavitud, ellos salieron como bandidos pero el Señor se servirá de las circunstancias para enseñarles a amarle, a conocerle y a confiar en su mano providencial. El evangelio nos muestra a Jesús preocupado por el dolor de los que sufren y no se preocupa por los que lo rechazan, ha sido enviado porque la misericordia de Dios es eterna y su paciencia infinita. Aprendamos de Él, que es manso y humilde de corazón, y derramaremos su misericordia sobre los que la necesitan. Seamos buenos y confiemos en Dios, porque es eterna su misericordia.



1ª Lectura (Éx 12, 37-42): En aquellos días, los israelitas marcharon de Ramsés hacia Sucot: eran seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños; y les seguía una multitud inmensa, con ovejas y vacas y enorme cantidad de ganado. Cocieron la masa que habían sacado de Egipto, haciendo hogazas de pan ázimo, pues no había fermentado, porque los egipcios los echaban y no los dejaban detenerse; y tampoco se llevaron provisiones. La estancia de los israelitas en Egipto duró cuatrocientos treinta años. Cumplidos los cuatrocientos treinta años, el mismo día, salieron de Egipto las legiones del Señor. Noche en que veló el Señor para sacarlos de Egipto: noche de vela para los israelitas por todas las generaciones.


Salmo responsorial: 135

R/. Porque es eterna su misericordia.

En nuestra humillación, se acordó de nosotros.

Y nos libró de nuestros opresores.

Él hirió a Egipto en sus primogénitos.

Y sacó a Israel de aquel país.

Con mano poderosa, con brazo extendido.

Él dividió en dos partes el mar Rojo.

Y condujo por en medio a Israel.


Versículo antes del Evangelio (2Cor 5, 19): Aleluya. Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación. Aleluya.



Texto del Evangelio (Mt 12, 14-21): En aquel tiempo, los fariseos se confabularon contra Él para ver cómo eliminarle. Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a todos. Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante, hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su esperanza».








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