domingo, 20 de julio de 2025

DOMINGO XVI T.O. C


Buenos días. Feliz domingo. Las lecturas nos hablan de acogida y servicio. Abraham acoge a los misteriosos hombres, siente que es Dios mismo y los acoge dándoles lo mejor que tiene y ellos le hacen una promesa (su hijo legítimo). Jesús pasa por Betania y dos mujeres y su hermano los reciben y Marta se esmera en servir, pero se cansa y se da cuenta de que no va a terminar nunca y pide a Jesús que haga de juez y envíe a su hermana a trabajar con ella, pero Jesús contesta de manera especial: “María ha escogido la mejor parte y no se la quitarán". Escoger a Dios es la mejor parte, y no porque vamos a estar absortos mirando al cielo, sino porque, como san Pablo nos señala, tendremos que trabajar y sufrir mucho por la Iglesia siendo sus servidores y llevando a todos la Palabra de Cristo con nuestras vidas, y nuestra recompensa será grande. Seamos buenos y confiemos en Dios y nadie nos quitará jamás la mejor parte de trabajar por el Reino de los Cielos.



1ª Lectura (Gén 18, 1-10a): En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo: «Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo». Contestaron: «Bien, haz lo que dices».

Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: «Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas». Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían. Después le dijeron: «Dónde está Sara, tu mujer?». Contestó: «Aquí, en la tienda». Y uno añadió: «Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre Sara habrá tenido un hijo».


Salmo responsorial: 14

R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?

El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua.

El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor.

El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará.


2ª Lectura (Col 1, 24-28): Hermanos: Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios, el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo.


Versículo antes del Evangelio (Cf. Lc 8, 15): Aleluya. Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. Aleluya.



Texto del Evangelio (Lc 10, 38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».




Señor Jesús, como a María, enséñame a sentarme a tus pies para escuchar tu palabra. Dame aquella auténtica sabiduría que busca tu voluntad mediante la plegaria y la meditación, a través del contacto directo contigo, más que por razonamientos mentales o por la lectura de muchos libros.

Concédeme la gracia de distinguir tu voz de la de los extraños; concédeme la gracia de dejarme guiar por ella y de buscarla ante todo como una realidad superior a mí mismo.

Respóndeme mediante la conciencia cuando te adoro y confío en tu grandeza, que llega mucho más allá de lo que yo puedo entender.


Cardenal John Henry Newman








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