Dicen que ya la tierra raya el cielo,
que a la luz se le acaban los
espejos,
y los acaparados maquinistas,
tapados, no ven llegar la movida.
Si son falsedades...¡qué sabe
nadie!
es preciso no perder el control
por aparentes vaivenes melosos
de estos contagiados sublunares.
Ve los quejidos que van en el
viento
de ancestrales palabras heredadas,
acaso oscuras, sin duda sordas,
por la borde ley que nadie impuso.
No mires los ensangrentados codos
en la tierra, por las lenguas
viperinas,
ni los verdes brazos falangistas,
traidores, en error, a la victoria.
No dejes de correr, saluda al mundo
que ve en ti los invisibles
laureles,
y no cejes en tu empeño por
problemas
que vuelan sobre hormigas
deglutidas.
Ya ni los pregoneros de Prudencio
ni los regios descendientes de
Horacio
ni los dormidos tribunos de Cicerón
podrán pararte en tu veloz carrera.
Ayúdame a agitar el aire
para formar un ancho torbellino
que absorba a patronos y
esquiroles,
que con la mente en los corazones
nos hunden con el cuello a ras de
suelo
intentando romper nuestros destinos
de frágiles criaturas de juguete.
O subimos al carro de fuego,
por la cara, hasta los dioses.
JOSÉ MARÍA LÓPEZ MADROÑERO
25 ENERO 1983
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