lunes, 31 de julio de 2017

LA COMUNIÓN ESPIRITUAL

La Comunión espiritual consiste en un gran deseo de recibir dignamente a Jesús sacramentado, y participar de las gracias y favores que Él prodiga a los que logran la feliz suerte de acercarse debidamente a la sagrada Mesa. Pero este deseo para ser eficaz exige no tener pecado mortal en la conciencia, o excitarse primeramente a una fe viva, animada de la caridad.
La Comunión espiritual es fácil y muy provechosa, y puede cada cual hacerla cuando quiera. Hay personas que comulgan espiritualmente siempre que oyen Misa, o van a la Iglesia, y otras lo practican en sus casas muchas veces al día. Aunque la Comunión espiritual no produce todos los frutos de la sacramental, con todo, tal vez una persona fervorosa sacará más fruto de ella que otra tibia cuando se acerca a la sagrada Mesa.

PRÁCTICA DE LA COMUNIÓN ESPIRITUAL

¡Oh Jesús mío y Señor mío! ¡Creo con firmísima fe que Tú estás realmente en el augusto Sacramento del altar!¡Oh Dios mío, y qué feliz sería yo si pudiera ahora recibirte con buena disposición dentro de mi pecho! Te amo, dulcísimo Jesús mío. ¡Oh, quién te hubiera amado siempre! Me pesa en el alma haberte ofendido. Mi alma desea unirse a Ti. Disponla Tú mismo y ven, si te agrada, a mi corazón. No permitas, Señor, que jamás me aparte de Ti.

Aquí callamos, adoramos a Jesús y nos entregamos a Él sin reserva.


LA DIVINA PROVIDENCIA

(Del "Catecismo de la Iglesia católica", 1992)

La creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada "en estado de vía" hacia una perfección última todavía por alcanzar, a la que Dios la destinó. Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esta perfección.
Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creó, alcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y disponiéndolo todo con dulzura. Porque todo está desnudo y patente a sus ojos, incluso lo que la acción libre de las criaturas producirá.
El testimonio de la Escritura es unánime: la solicitud de la divina providencia es concreta e inmediata; tiene cuidado de todo, de las cosas más pequeñas hasta los grandes acontecimientos del mundo y de la historia.
Jesús pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las más pequeñas necesidades de sus hijos.
Dios no da solamente a sus criaturas la existencia, les da también la dignidad de actuar por sí mismas, de ser causas y principios unas de otras y de cooperar así a la realización de su designio.
Dios concede a los hombres incluso poder participar libremente en su providencia confiándoles la responsabilidad de "someter" la tierra y dominarla. Dios da así a los hombres el ser causas inteligentes y libres para completar la obra de la creación, para perfeccionar su armonía para su bien y el de sus prójimos. Los hombres, cooperadores a menudo inconscientes de la voluntad divina, pueden entrar libremente en el plan divino no solo por sus acciones y sus oraciones, sino también por sus sufrimientos. Entonces llegan a ser plenamente colaboradores de Dios y de su Reino.

LETANÍA DE LA PROVIDENCIA

Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, escúchanos.
Jesucristo, óyenos.
Dios Padre, desde el alto Cielo, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad santa, que eres un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, digno objeto del amor de los ángeles y de los hombres, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, conducida por el Corazón de Jesucristo, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, que gobiernas todo con número, peso y medida, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, esperanza de salud, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, consolación del alma peregrina, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, camino del Cielo, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, guía fiel del alma en todos los peligros para evitarlos, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, digna dispensadora de las gracias, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, tesoro inagotable de todos los bienes, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, sostén de los justos, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, esperanza de los pecadores más abandonados,
ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, refugio de miserables, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, recurso en todas las necesidades, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, calma en las tempestades, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, reposo del corazón, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, asilo de los afligidos, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, remedio eficaz a todos nuestros males, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, que alimentas al hambriento, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, manantial de refrigerio, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, apoyo de los pobres, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, sostén de la viuda y del huérfano, ten misericordia de nosotros.
Providencia de Dios, atributo divino, que mereces nuestros homenajes y adoraciones, ten misericordia de nosotros.

V. Nosotros ensalzamos, Señor, tu Providencia.
R. Y nos sometemos a todos sus decretos.

ORACIÓN

Oh Dios eterno, que no desdeñas dirigir una mirada de providencia para conducirnos, aunque indignos, concédenos, si te place, la gracia de que nos abandonemos tan absolutamente a todas las disposiciones de esta misma Providencia sobre nosotros durante el curso mudable de esta vida que podamos llegar a la inmutabilidad de los bienes celestiales. Por Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo por todos los siglos de los siglos. Amén.

domingo, 30 de julio de 2017

¿DE QUÉ COLOR ES LA PIEL DE DIOS?

Buenas noches dije a mi hijo pequeño,
cuando cansado se acostó.
Entonces me dijo con clara voz:
Papá, ¿de qué color es la piel de Dios?

¿De qué color es la piel de Dios?
¿De qué color es la piel de Dios?
Dije negra, amarilla, roja y blanca es,
todos son iguales a los ojos de Dios.

Con grandes ojos me miró,
y asombrado preguntó:
¿Por qué luchar a causa del color,
si somos iguales ante el Señor?

¿De qué color es la piel de Dios?
¿De qué color es la piel de Dios?
Dije negra, amarilla, roja y blanca es,
todos son iguales a los ojos de Dios.

Hijo, eso es parte de un pasado infeliz,
pero eso llegará a su fin,
debemos aprender para el porvenir,
todos como hijos de Dios vivir.

¿De qué color es la piel de Dios?
¿De qué color es la piel de Dios?
Dije negra, amarilla, roja y blanca es,
todos son iguales a los ojos de Dios.

Dios nos ha dado otra oportunidad,
de crear un mundo de fraternidad,
las diferentes razas han de trabajar,
unidas con fuerza de mar a mar.

¿De qué color es la piel de Dios?
¿De qué color es la piel de Dios?
Dije negra, amarilla, roja y blanca es,
todos son iguales a los ojos de Dios.
Todos son iguales a los ojos de Dios.
Todos son iguales a los ojos de Dios.


ORACIONES CORTAS (JACULATORIAS)

Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de tu gloria. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.
Jesús, María y José.
Jesús mío, misericordia.
Todo por Ti ¡oh Sagrado Corazón de Jesús!
Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo.
Dulce Corazón de Jesús, sé mi amor.
Dulce Corazón de mi amado Jesús, haz que te ame cada vez más.
Corazón Sagrado de Jesús, en Ti confío.
Sea alabado y reverenciado en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.
Bendita sea la santa e inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios. Nuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros.
María, esperanza nuestra, compadécete de nosotros.
Madre de amor, de dolor y de misericordia, ruega por nosotros.
Dulce Corazón de María, sé la salvación mía.


TRIDUO O NOVENA EN HONOR DE CUALQUIER SANTO

(Del "Devocionario litúrgico", Zaragoza 1939)

1. Sin multiplicar los ejercicios de piedad, procura pasar los tres o nueve días con especial recogimiento y fervor.
2. Haz con todo esmero las obras ordinarias, y ofrécelas cada día al Santo a quien consagras la novena o triduo, pidiéndole que supla tus defectos y presente tus acciones y súplicas al Señor.
3. Emplea cada día un rato en meditar o leer la vida del Santo; compara tus imperfecciones con sus virtudes; humíllate y confúndete, excitándote a su imitación.
4. Si no sabes meditar o leer, oye a lo menos una Misa en su honor, por poco que las ocupaciones lo permitan.
5. Reza cada día de la novena o triduo tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad, dándole gracias por los favores y beneficios que hizo al Santo, y luego pide lo que por su intercesión deseas conseguir.
6. Para más obligarse, suelen algunas personas piadosas practicar aquellos días alguna ligera mortificación o penitencia, y ayunar la vigilia de la fiesta, con licencia del confesor.
7. Acaba la novena o triduo confesando y comulgando con todo el fervor que deseas, si fuere conducente a tu eterna salvación. 

ESQUELA DEL REY ALFONSO XIII



ORACIÓN A SANTA MARÍA (Léonce de Grandmaison)

Santa María, Madre de Dios, consérvame un corazón de niño, puro y cristalino como una fuente. Dame un corazón sencillo que no saboree las tristezas; un corazón grande para entregarse, tierno en la compasión; un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien ni guarde rencor por ningún mal. Fórmame un corazón manso y humilde, amante sin pedir retorno, gozoso al desaparecer en otro corazón ante tu divino Hijo; un corazón grande e indomable que con ninguna ingratitud se cierre, que con ninguna indiferencia se canse; un corazón atormentado por la gloria de Jesucristo, herido de su amor, con herida que solo se cure en el cielo.

MEMORARE (Fray Luis de Granada)

No me desampare tu amparo,
no me falte tu piedad,
no me olvide tu memoria.
Si tú, Señora, me dejas, ¿quién me sostendrá?
Si tú me olvidas, ¿quién se acordará de mí?
Si tú, que eres Estrella de la mar
y guía de los errados, no me alumbras, ¿dónde iré a parar?
No me dejes tentar del enemigo,
y, si me tentare, no me dejes caer;
y, si cayere, ayúdame a levantar.
¿Quién te llamó, Señora, que no le oyeses?
¿Quién te pidió, que no le otorgases?

ORACIÓN DE SANACIÓN POR LAS FAMILIAS ROTAS O EN PROBLEMAS

¡Señor Jesús! Hoy venimos a Ti, en nombre de cada una de las personas de nuestra familia. Tú, en tus designios de amor por cada uno de nosotros, nos has colocado en ella y nos has vinculado a cada una de las personas que la componen. En primer lugar, te queremos dar gracias de todo corazón por cada uno de los miembros de mi familia, por todo el amor que he recibido tuyo a través de ellos y te queremos alabar y glorificar porque nos has colocado en ella. A través de la familia y en la familia, Tú nos has dado la vida y has querido para nosotros que formemos un núcleo de amor.
Hoy, Señor, queremos que Tú pases con tu sanación por cada uno de nosotros y realices en cada uno tu obra de amor. Y antes de nada, Señor, queremos pedirte perdón por todas las faltas de amor que hayamos tenido en casa, por todas nuestras indelicadezas, por todas nuestras faltas de comprensión, por no ser a veces cauce de tu amor para ellos.
En primer lugar, Jesús, te pedimos que entres en el corazón de cada uno de los miembros de esta familia en problemas, y toques aquellas experiencias de nuestra vida que necesiten ser sanadas. Tú nos conoces mucho mejor que nosotros mismos; por lo tanto, llena con tu amor todos los rincones de nuestro corazón herido por el rencor a causa de heridas pasadas, sufridas en nuestra niñez, adolescencia o juventud. Y llena de tu amor cada rincón de nuestras heridas en este presente.
Vuelve a recorrer nuestra vida, la vida de cada uno de nosotros, desde el principio, desde el mismo momento de nuestra concepción. Purifica las líneas hereditarias y líbranos de aquellas cosas que puedan haber ejercido una influencia negativa en aquel momento. Bendícenos mientras íbamos formándonos en el vientre de nuestra madre y quita todas las trabas que puedan haber dificultado, durante los meses de gestación, nuestro desarrollo en plenitud.
Danos un profundo deseo de querer nacer y sana cualquier trauma tanto físico como emocional, que pudiera habernos dañado durante nuestro nacimiento. Gracias, Señor, por estar ahí presente para recibirnos a cada uno de nosotros en tus brazos en el momento mismo de nuestro nacimiento, para darnos la bienvenida a la tierra y asegurarnos que Tú nunca nos faltarías ni nos abandonarías.
Jesús, te pedimos que rodees nuestra infancia con tu luz y que toques aquellos recuerdos que nos impiden ser libres. Si lo que más necesitamos cada uno fue más cariño maternal, mándanos a tu Madre, la Virgen María, para que nos dé lo que nos falta. Pídele que nos abrace a cada uno, que nos arrolle a cada uno, que llene el vacío que necesita el calor y el consuelo que solo una madre puede dar.
Quizá el niño interior siente la falta de amor del padre. Señor Jesús, déjanos gritar con libertad, con todo nuestro ser: ¡Abba!, ¡padre! Si necesitábamos alguno de nosotros más cariño paternal y la seguridad de que nos deseaban y nos amaban de verdad, te pedimos que nos levantes y nos hagas sentir la fuerza de tus brazos protectores y paternales. Renueva nuestra confianza y danos el valor que necesitamos para hacer frente a las adversidades de la vida, porque sabemos, Padre nuestro, que tu amor nos levantará y nos ayudará si tropezamos y caemos.
Recorre nuestra vida, Señor, y consuélanos cuando otros nos trataban mal. Sana las heridas de los encuentros que nos dejaron asustados, que nos hicieron encerrarnos en nosotros mismos, y levantar barreras de defensa ante la gente y ante familiares que nos hirieron. Si alguno de nosotros se ha sentido solo, abandonado y rechazado por la familia, concédenos por medio de tu amor, que lo sana todo, un nuevo sentido del valor de cada uno como persona.
¡Oh Jesús!, te presento a tus pies a toda mi familia y te pido que sanes nuestras relaciones, que sean unas relaciones llenas de cariño, de comprensión y de ternura.
Que nuestra familia se parezca a la tuya.
Te pedimos, por intercesión de tu Madre la Reina de la Paz, que nuestros hogares sean lugares de pez, de armonía y donde realmente experimentemos tu presencia. ¡Gracias, Señor!
Amén.

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO (1)

(Breve pero muy eficaz).


Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesucristo en reparación de mis pecados, por las benditas almas del Purgatorio y por las necesidades de la Santa Iglesia. ¡Padre Eterno!, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesús con todos sus merecimientos:

- Para expiar todos los pecados que he cometido durante toda mi vida.
- Para purificar el bien que haya hecho con mezquindad durante toda mi vida.
- Para suplir por todo el bien que debí hacer y no hice en toda mi vida. Amén. 





ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO

(Muy eficaz para ahuyentar al demonio y de gran protección en situaciones de enorme gravedad, peligros inminentes y contratiempos serios).

Señor Jesús, que nos quieres y nos has liberado de nuestros pecados por tu sangre. Yo te adoro, te bendigo y me consagro a ti con toda mi confianza. Con la ayuda de tu Espíritu Santo y animado por el recuerdo de tu Preciosísima Sangre, me comprometo a poner toda mi existencia bajo la obediencia y al servicio de tu Padre para el advenimiento de tu Reino. Por tu Sangre derramada para el rescate de nuestros pecados, purifícame de todas mis faltas y renueva mi corazón para que brille cada vez más en mí la imagen del hombre nuevo creado según la justicia y la santidad. Por tu Sangre, signo de reconciliación con Dios y entre los hombres, haz de mí un instrumento dócil de comunión fraterna. Por el poder de tu Sangre, prueba suprema de tu caridad, dame la valentía de amarte así como a mis hermanos, hasta dar mi vida.
Oh Jesús Redentor, ayúdame a llevar mi cruz de cada día, para que mi pequeña gota de sangre, unida a la tuya, participe en la redención del mundo.
Oh Sangre Divina, cuya gracia vivifica el Cuerpo Místico, haz de mí una piedra viva de tu Iglesia. Dame la pasión por la unidad entre los cristianos. Pon en mi corazón un gran celo por la salvación de mi prójimo. Suscita en la Iglesia muchas vocaciones misioneras para que sea dado a todos los pueblos conocer, amar y servir al verdadero Dios.
Oh Preciosísima Sangre, símbolo de liberación y de vida nueva, concédeme perseverar en la fe, la esperanza y la caridad para que, marcado con tu sello, pueda dejar el exilio de esta vida, entrar en la tierra prometida del paraíso y cantar con todos los redimidos tus alabanzas en la eternidad. Amén.

ORACIÓN A SAN JOSÉ PARA OBTENER UNA BUENA MUERTE

A ti acudo, San José, Patrono de los moribundos, y a ti en cuyo dichoso tránsito estuvieron solícitos Jesús y María, por estas dos carísimas prendas te encomiendo con empeño mi alma cuando luche en la extrema agonía: para que por tu protección sea libre de las asechanzas del diablo y de la muerte perpetua, y merezca ir a los gozos eternos. Amén.

viernes, 28 de julio de 2017

ORACIÓN PARA ANTES DE CONFESARSE CON LAS JACULATORIAS DE UN PECADOR ARREPENTIDO

Dios y Señor de las misericordias, todo cubierto de confusión y penetrado del dolor de mis culpas, vengo, Señor, a tus pies. Vengo con firme resolución de abominarlas todas, y con un verdadero pesar de haber ofendido a un Dios tan bueno, tan amable y tan digno de ser amado. ¡Ay Dios mío de mi alma! ¿Esta es, Señor, la correspondencia que merecen tus piedades? ¿Este es, Dios mío, el reconocimiento que Tú esperas de mí, después de haberme amado, hasta derramar tu preciosa sangre para librarme de mi eterna perdición? Sí, señor, yo he sido contigo muy vil e ingrato. He despreciado tu santa ley, de tus mismos beneficios he hecho armas para ofenderte, he tenido el atrevimiento de pecar en tu misma presencia, y siendo delante de Ti más despreciable que un gusano de tierra, te he dicho, si no de palabra al menos con las obras, que no te quiero servir. ¿Qué hubiera sido de mí si me hubieses querido castigar como yo merecía? ¿Cuántos pecadores arden por ventura en el infierno por menores culpas que las que yo he cometido? ¿Qué he de hacer ahora sino arrojarme a tus pies y confesar mis maldades, ya que con tan gran bondad quieres recibirme a penitencia? Oh Padre misericordiosísimo, a tus brazos me arrojaré como el hijo pródigo, confesaré enteramente todas mis culpas en este santo tribunal de tu clemencia, y no desecharás Tú los sentimientos de mi corazón contrito y humillado, antes recibiéndome en tu gracia y amistad me restituirás el título de hijo tuyo y el derecho a tu eterna gloria.

JACULATORIAS DE UN PECADOR ARREPENTIDO

Compadécete, Señor, compadécete de mí, según la grandeza de tus misericordias.
Perdóname mis culpas, por tu bondad infinita, por los merecimientos de Jesucristo y de su santísima Madre.
¿A dónde iré, Dios mío? ¿A dónde iré para huir de los terrores del infierno sino al seno de tu infinita clemencia?
¡Gravemente te ofendí, Creador y Padre mío! Pero yo sé que tu bondad es incomparablemente mayor que mi malicia.
En Ti hallará paz mi alma, Tú restituirás la tranquilidad a mi espíritu, y cesará de remorderme la conciencia culpable.
Llagada está mi alma. Solo Tú puedes curarme, porque eres mi médico celestial.
Tarde vengo a Ti, y lleno de rubor y confusión, cuando mis pecados se han multiplicado sobre los cabellos de mi cabeza.
Acuérdate ahora de tu gran misericordia, Tú, que ves el abismo de mi gran miseria.
He pecado, Señor, contra Ti, he obrado el mal en tu presencia; y te he vuelto a ofender después de haberme ya perdonado.
Destruye con tu gracia esta ley del pecado que me oprime, muéstrate desde hoy más fuerte para salvarme que yo soy débil para perderme.
Confieso que no hay otra cosa en mí que flaqueza, mentira y pecado; solo de tu gracia espero todo mi bien.
Sácame, Señor, de los peligros del infierno, y dame tu mano para ponerme en el camino del cielo.
¡Oh dulce Salvador de mi alma! He hecho firme propósito de guardar de hoy en adelante tus santos mandamientos.
Confirma pues, Señor, la resolución de mi voluntad, con la maravillosa virtud de tu divina gracia.
Clava mis carnes con tu santo temor, que es cosa horrenda caer en las manos de tu espantosa Justicia.
No permitas que ninguna cosa de este mundo me separe de Ti; ni la pobreza ni la riqueza, ni la honra ni la deshonra, ni la salud ni la enfermedad, ni la vida ni la muerte.
¡Dios mío! ¡Creador mío! ¡Jesús mío! Antes morir mil veces que ofenderte. Envíame la muerte si sabes que de abusar de la vida para agraviarte y pecar gravemente contra Ti. 
Me basta haber sido ya un monstruo de ingratitud, no quiero afear más en mí la hermosura de tu imagen y semejanza.
Podías repentinamente condenarme cuando pequé; si ahora me perdonas, me haces un beneficio igual al que me hicieras librándome del infierno.
¡Qué hombre ha sido tan ingrato a otro hombre como lo he sido yo contigo, Dios mío, Rey mío y Padre mío!
No puedo sin lágrimas acordarme de tanta ingratitud; recíbelas, Señor, y mézclalas con la preciosísima sangre de mi Redentor adorable.
¿Qué hubiera sido de mí si mi buen Jesús no hubiese muerto por mí? Pon, Señor, los ojos en esa víctima de propiciación por nuestros pecados.
¡Malditos los abominables placeres que me habían hecho perder para siempre las delicias eternas de tu paraíso!
¡Malditos los torpísimos gustos que había de pagar con sempiternos suplicios!
¡Malditas ambiciones, las que me costaban la pérdida de la gloria inmortal de los cielos!
¡Maldita codicia, la que me sumergía en el abismo de eterna miseria!
¡Malditas aficiones desordenadas de mi corazón, las que me apartaban de Ti que eres el único centro de mi alma, en donde solo puedo hallar descanso y reposo!
No merezco levantar los ojos a Ti, Dios mío, y apenas me atrevo a llamarte con el nombre de Padre.
Pero no me desprecies, Señor, y no mires la multitud de mis pecados sino la grandeza de tu misericordia.
Por tu amor aborrezco todas mis culpas, y las detesto más que a la muerte y al infierno.
Te amo ahora tanto, oh Bien mío, que aunque no hubiera infierno ni paraíso, me pesaría con toda mi alma haberte agraviado.
Estoy resuelto a cambiar de vida con tu gracia, y a amarte tanto como te he ofendido.
Lejos de mí, perversos amigos, cómplices de mis iniquidades; desde hoy solo quiero ser amigo de Dios y de los que le aman y sirven.
Lejos de mí, ocasiones de pecar, lazos del infierno; desde hoy huyo de las sendas de la maldad, y solo quiero andar por el camino de la virtud y de la voluntad divina.
Mucho he servido al mundo, al demonio y a la carne; desde hoy solo quiero servir a mi Dios.
Mucho tiempo de mi vida he perdido; lo que falta ha de ser para prepararme a la eternidad, sirviendo con toda fidelidad a mi Dios.

jueves, 27 de julio de 2017

DIOS ESTÁ AQUÍ

Dios está aquí. Tan cierto como el aire que respiro. Tan cierto como en la mañana se levanta el sol. Tan cierto como yo le hablo y me puede oír. 
Santo, Santo, Santo. Mi corazón te adora, mi corazón que sabe decir: "Santo eres Tú".
Dios está aquí. Tan cierto como el aire que respiro. Tan cierto como en la mañana se levanta el sol. Tan cierto como yo le hablo y me puede oír. 
Tan cierto como yo le hablo y me puede oír.

ORACIÓN PARA LA SANTA MISA PARA EL MEMENTO DE LOS DIFUNTOS

Acuérdate también, Señor, de las benditas ánimas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio, y muy en particular de las almas de mis padres, parientes, amigos y bienhechores, de las que tienen mayor necesidad de nuestros sufragios, y de las que están más próximas a pasar de aquellas penas al lugar del refrigerio, descanso y gloria perdurable.

ORACIÓN PARA LA SANTA MISA PARA LA ELEVACIÓN DEL CÁLIZ

Te adoro, sangre preciosa de mi Señor Jesucristo, que en la santa cruz fuiste derramada para nuestra salvación.

ORACIÓN PARA LA SANTA MISA PARA LA ELEVACIÓN DE LA HOSTIA

Te adoro, oh Sagrado Cuerpo de mi Señor Jesucristo, que en la ara de la cruz fuiste digno sacrificio para la redención del mundo.

ORACIÓN PARA LA SANTA MISA PARA ANTES DE LA CONSAGRACIÓN

Ven, Señor Jesús, ven amable Reparador del mundo, ven para santificarnos y cumplir en el gran Misterio de tu amor el compendio de todas las maravillas.

ORACIÓN PARA LA SANTA MISA PARA EL EVANGELIO

Hermosísimo Señor y Redentor mío Jesucristo, divino Maestro del mundo, yo me levanto para testificar que estoy dispuesto a defender aun con la sangre de mis venas, si fuese necesario, la verdad eterna de tu doctrina. Dame gracia para guardar tu santísima ley para que mi vida pura, virtuosa y verdaderamente cristiana, sea también un constante testimonio de la santidad de tu santo Evangelio.

ORACIÓN PARA LA SANTA MISA CUANDO EL SACERDOTE SUBE AL ALTAR

Señor mío Jesucristo, ya que por tu infinita misericordia te dignas permitir que el sacerdote se acerque a tu Santuario para reconciliarnos contigo, apiádate de mí y no permitas que yo sea excluido de tu amistad y gracia divina.

lunes, 24 de julio de 2017

ORACIÓN A LA MADRE ANTONIA DE JESÚS, AGUSTINA RECOLETA

Dios todopoderoso y eterno, que concediste a tu sierva Antonia de Jesús el don de la contemplación con un gran amor a Jesús sacramentado, una intensa caridad para con los pobres y un celo ardiente por la salvación de las almas, concédenos, por su intercesión, vivir con aquella fe y confianza en la divina providencia que animaron siempre su vida, y que esta sierva tuya sea glorificada entre los beatos y santos de la Iglesia. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Pídase la gracia que se desea alcanzar. 

Padrenuestro, Ave María y Gloria. 

ORACIÓN POR LAS ALMAS EN PARTICULAR DEL PURGATORIO

¡Oh Jesús! Tú sufriste y moriste para que toda la humanidad fuera salvada y llevada a la felicidad eterna. Escucha nuestras súplicas para que tengas mayor piedad de las almas de:
Mis padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos....... ¡Jesús, ten piedad!
Mis parientes cercanos....... ¡Jesús, ten piedad!
Mis benefactores temporales y espirituales....... ¡Jesús, ten piedad!
Mis amigos y vecinos....... ¡Jesús, ten piedad!
Todos los que por el amor me llevan a rezar....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que sufrieron daño o perjuicios por mí....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que son amados especialmente por Ti....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que están cerca de la liberación....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que más desean estar junto a Ti....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que soportan los mayores sufrimientos....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que son menos recordados....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que están lejos de la liberación....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que más lo merecen por sus servicios a la Iglesia....... ¡Jesús, ten piedad!
Los ricos, que ahora son los más indigentes....... ¡Jesús, ten piedad!
Los poderosos, que ahora no tienen poder....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos ciegos espiritualmente, que ahora ven su insensatez....... ¡Jesús, ten piedad!
Los frívolos, que dedicaron el tiempo a frivolidades....... ¡Jesús, ten piedad!
Los del Purgatorio que no buscaron los tesoros del cielo....... ¡Jesús, ten piedad!
Los tibios que dedicaron poco tiempo a la oración....... ¡Jesús, ten piedad!
Los indolentes, que se negaron a realizar buenas obras....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos de poca fe, que rechazaron recibir con frecuencia los sacramentos....... ¡Jesús, ten piedad!
Los habituales pecadores, que debieron su salvación a un milagro de gracia....... ¡Jesús, ten piedad!
Los padres que no cumplieron con el cuidado de sus hijos....... ¡Jesús, ten piedad!
Los superiores que no se ocuparon de la salvación de los que tenían a cargo....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que lucharon por riquezas y placeres mundanos....... ¡Jesús, ten piedad!
Los mundanos que no utilizaron sus riquezas y talentos al servicio de Dios....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que fueron testigos de la muerte de otros pero no pensaron en la propia....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que no se aseguraron la vida eterna....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que tienen una sentencia severa por las grandes responsabilidades encomendadas a ellos....... ¡Jesús, ten piedad!
Los Papas, reyes y gobernantes....... ¡Jesús, ten piedad!
Los obispos y sus consejeros....... ¡Jesús, ten piedad!
Mis maestros y asesores espirituales....... ¡Jesús, ten piedad!
Los sacerdotes y religiosos de la Iglesia Católica....... ¡Jesús, ten piedad!
Los defensores de la Santa Fe Católica....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que murieron en el campo de batalla....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que lucharon por su país....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que fueron sepultados en el mar....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que murieron por apoplejía e infarto....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que sufrieron y murieron de cáncer o SIDA....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que murieron inesperadamente en accidentes....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que se suicidaron por sufrir grave depresión....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que murieron sin cumplir con los últimos ritos de la Iglesia....... ¡Jesús, ten piedad!
Aquellos que morirán esta semana....... ¡Jesús, ten piedad!
Mi propia pobre alma cuando deba presentarme ante el trono de tu Juicio....... ¡Jesús, ten piedad!

Concédeles el descanso eterno y permite que la luz perpetua los ilumine por siempre junto a tus Santos, porque Tú eres misericordioso.

Te rogamos, oh Señor, que la oración de tu pueblo suplicante beneficie a las almas de tus siervos que partieron. Que Tú las liberes de todos sus pecados así como también las hagas participar de tu redención. Amén.



viernes, 14 de julio de 2017

ORACIÓN AL PADRE MARIANO JOSÉ DE IBARGÜENGOITIA

Señor Jesucristo, que elegiste a tu sacerdote Mariano José para testimoniar el Evangelio en el mundo por medio de la vocación sacerdotal, la vida consagrada, los pobres y las personas abandonadas. Te suplicamos, Señor, que la vida evangélica de tu siervo sea pronto reconocida por la Iglesia como camino de santidad para todos, y nos concedas, por su intercesión y confiados en tu misericordia, el favor que pedimos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Padre nuestro, Ave María y Gloria


miércoles, 12 de julio de 2017

ORACIÓN DE SAN BUENAVENTURA

Traspasad, dulcísimo Señor Jesús, lo íntimo de mi alma con la suavísima y salubérrima herida de vuestro amor y caridad verdadera, pacífica, apostólica y santísima; para que mi alma solo en vuestro deseo y amor languidezca y se liquide, a Vos solo anhele, desfallezca en vuestros atrios, y dese morir y estar con Vos. Dad a mi alma hambre de Vos, Pan de los Ángeles, alimento de las almas santas, pan nuestro cotidiano supersustancial, que tiene en sí toda dulzura y exquisito gusto, toda delicia y suavidad. A Vos, a quien los Ángeles desean contemplar, aspire siempre, y de Vos se sacie mi corazón, y con la dulcedumbre de vuestro sabor se harten las entrañas de mi alma; siempre tenga sed de Vos, fuente de vida, fuente de sabiduría y de ciencia, fuente de luz eterna, torrente de delicias, riqueza de la casa de Dios; a Vos siempre ambicione, a Vos busque, a Vos encuentre, a Vos tienda, a Vos llegue, a Vos medite, a Vos hable; y hágalo todo para gloria y alabanza de vuestro nombre, con humildad y discreción, con amor y complacencia, con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin. Vos solo seáis siempre mi esperanza, toda mi confianza,, mi riqueza, mi placer, mi alegría, mi gozo, mi quietud y tranquilidad; mi paz, mi suavidad, mi olor, mi dulzura, mi alimento, mi refacción, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi herencia, mi posesión, mi tesoro, en el cual, fija, firme e imperturbablemente, estén radicados siempre mi mente y mi corazón. Amén.

martes, 11 de julio de 2017

CÁNTICO PIADOSO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Altísimo Señor,
que supisteis juntar
a un tiempo en el altar
ser Cordero y Pastor;
quisiera con fervor
amar y recibir
a quien por mí quiso morir.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Cordero celestial,
Pan nacido en Belén,
si no te como bien,
entrará en mí Satán;
sois todo piedra imán
que atrae el corazón
de quien os rinde adoración.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Recibe al Redentor
en un manjar sutil;
el pobre, el siervo, el vil
esclavo y el Señor,
perciben su sabor
si con fe ardiente van;
si no, veneno en este Pan.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Sois muerte al pecador
que os llega a recibir,
dais al justo el vivir
con fino y tierno amor.
¡Oh inefable Señor,
que en un mismo manjar
sabéis la vida y muerte dar!

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Al tiempo de morir
mostrasteis vuestro amor,
quedándote, Señor,
y habiendo de partir.
¡Quién podrá referir
tal bien, fineza tal,
que en cielo y tierra no halla igual!

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Sois fuego abrasador,
Pastor, Cordero y Pan,
Esposo, Rey, Galán,
Dios, hombre y Redentor,
prodigio tal de amor,
que aun Dios no puede hallar,
qué más el hombre pueda dar.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Precioso candeal,
que el alma justa y fiel,
más dulce sois que miel
del más rico panal;
de gloria celestial
sois la prenda, mi Dios,
para reinar sin fin con Vos.

Padre nuestro, Ave María y Gloria.

jueves, 6 de julio de 2017

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

(Antífona de las completas en la liturgia de las horas)

Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.

ORACIÓN A JESÚS POR GRAVE PROBLEMA EN LA ECONOMÍA

¡Oh mi amado Jesús! Bien es cierto que no solo de pan vive el hombre, pero también es cierto que nos han enseñado a decir "danos hoy nuestro pan de cada día". Nuestra familia está pasando por un período de dificultades económicas, y aunque vamos a esforzarnos para superarlas te pedimos, ¡oh buen Jesús!, que vengas en nuestra ayuda y extiendas tus benefactoras manos para hacernos prosperar.
Ayúdanos con tu gracia a cumplir nuestro compromiso, y mover los corazones de la gente buena, ya que en ellos podemos encontrar ayuda. No dejes que la falta o posesión de los bienes de este mundo haga que nos alejemos de Ti. Ayúdanos a poner nuestra confianza en Ti y no solo en las cosas materiales.
Te pedimos, Señor, serenidad y bienestar de nuevo en nuestra familia y nunca olvidar a los que tienen menos que nosotros. Amén.