domingo, 31 de marzo de 2019

VE, MADRE DE MI DIOS

Ve, Madre de mi Dios, única esperanza mía; María, ve a tus pies un miserable pecador que te pide piedad, Tú eres predicada y llamada de toda la Iglesia y de todos los fieles el refugio de los pecadores.Tú, pues, eres mi refugio; Tú me has de salvar. Ya sabes cuánto ama tu Hijo nuestra salud. Ya sabes también lo que padeció Jesús para salvarme. Yo te presento, Madre mía, los trabajos de Jesús: el frío que padeció en el establo, los pasos que dio en el viaje de Egipto, sus fatigas y sudores, la sangre que derramó y el dolor que le quitó la vida delante de tus ojos en la cruz. Haz conocer que  amas a este Hijo, pues por su amor te pido que me ayudes. Da la mano a un caído que os pide piedad. 
Si yo fuera santo no buscaría misericordia; porque soy pecador acudo a Ti, que eres Madre de las misericordias. Sé que tu corazón piadoso halla consuelo en socorrer a los miserables, cuando por no hallarlos obstinados les puedes ayudar. Consuela pues hoy a tu corazón piadoso, y consuélame a mí, ya que tienes ocasión para salvarme, pues soy un pobre digno del infierno; y puedes ayudarme, porque no quiero ser obstinado.
Me pongo en tus manos, dime qué he de hacer, y dame fuerzas para ejecutarlo, pues yo propongo hacer cuanto pueda para volver a la divina gracia. Yo me refugio debajo de tu manto. Jesús quiere que yo acuda a Ti, para que por tu gloria y la suya, pues eres su Madre, no solo su sangre sino también tus ruegos me ayuden para salvarme. Él te envía para que me socorras. ¡Oh María! Heme aquí, a Ti acudo y en Ti confío. Tú ruegas por otros muchos; ruega y di también una palabra por mí. Dile a Dios que quieres que me salve, que Dios ciertamente me salvará. Dile que soy tuyo, y que no busco más que a Ti.

sábado, 30 de marzo de 2019

HISTORIA DE ARNESTO

(Del libro "Las glorias de María" de san Alfonso María de Liguori, Barcelona 1870).

Refiere Vicente de Beauvais "el Belvacense" en su obra "Speculum Historiale" que en la ciudad de Ridolio (Inglaterra) en el año 1430 había un noble joven llamado Arnesto, el cual, habiendo dado todo su patrimonio a los pobres, se hizo monje. Llevaba en el monasterio una vida tan perfecta que los superiores le estimaban mucho, especialmente por la particular devoción que tenía a la Virgen santísima.
Ocurrió entonces que por haberse encendido en aquella ciudad la peste los ciudadanos acudieron al monasterio por el socorro de las oraciones, y el abad mandó a Arnesto que fuese a orar delante del altar de María, y que no partiese de allí hasta que la Virgen le diese respuesta. Después de haber permanecido allí tres días el joven, alcanzó finalmente la respuesta de María de algunas preces que debían decirse, lo cual practicado cesó la peste.
Sucedió después que este joven se enfrió en la devoción de María, por lo cual el demonio le asaltó con muchas tentaciones, especialmente de impureza y de huir del monasterio, y el miserable, por no haberse encomendado a María, resolvió ya el huir con determinación de echarse por una pared del monasterio; pero pasando por delante de una imagen de María, que estaba en el corredor, le habló la Madre de Dios y le dijo: Hijo mío, ¿por qué me dejas? Arnesto entonces, atónito y compungido, cayó en tierra y respondió: Pero, Señora, ¿no veis que no puedo resistir más? Y la Madre de Dios le replicó: ¿Y tú por qué no me has invocado? Si te hubieras encomendado a mí no hubieras llegado a ese estado. De hoy en adelante, concluyó María santísima, encomiéndate a mí y no dudes.
Volvió Arnesto a la celda; pero volvieron las tentaciones, y ni aun con todo eso cuidó él de encomendarse a María. Por lo cual finalmente huyó del monasterio, y dándose a una pésima vida, pasando de pecado a pecado, se redujo en fin a hacerse asesino, tomando arrendada una venta, donde por la noche quitaba la vida a los pobres pasajeros y les robaba. Entre estos mató una noche al primo del gobernador de aquel lugar, el cual, haciéndole proceso por los indicios que tenía, le condenó a muerte de horca. Pero mientras se formaba el proceso, llegó a la venta un caballero joven, y el maldito ventero, haciendo la acostumbrada traza con él, entró por la noche en su cuarto para asesinarlo; pero ved aquí que sobre la cama no halla al caballero, sino a un llagado Crucifijo que, mirándole con ojos de piedad, le dice: ¿No te basta, ingrato, el que yo haya muerto una vez por ti?, ¿me quieres volver a matar? Ea, pues, extiende presto la mano y vuelve ahora a matarme. Confuso entonces el pobre Arnesto, empezó a llorar, y llorando dijo: Señor, heme aquí; ya que usáis conmigo de tantas misericordias, yo quiero volver a Vos. Y de hecho luego salió de la venta para volver al monasterio a hacer penitencia. Mas hallándole en el camino los ministros de la justicia, lo prendieron y llevaron delante del juez, en cuya presencia confesó todos los asesinatos que había hecho. Por lo cual fue condenado a morir ahorcado sin darle tiempo aun para confesarse; pero entonces se encomendó de veras a María santísima. Lo ahorcaron, pero la Virgen hizo que no muriese, y ella misma lo descolgó después y le dijo: Vuelve al monasterio, haz penitencia, y cuando veas en mi mano un papel del perdón de tus pecados, entonces aparéjate para la muerte. 
Volvió Arnesto, y, refiriéndole todo al abad, hizo gran penitencia. Después de muchos años, he aquí que vio en manos de María el papel de su perdón; luego se aparejó para la muerte y murió santamente.

PORQUE, SEÑOR, YO TE HE VISTO (Gerardo Diego)

Porque, Señor, yo te he visto
y quiero volverte a ver,
quiero creer.
Te vi, sí, cuando era niño
y en agua me bauticé,
y, limpio de culpa vieja,
sin velos te pude ver.
Devuélveme aquellas puras
transparencias de aire fiel,
devuélveme aquellas niñas
de aquellos ojos de ayer.
Están mis ojos cansados
de tanto ver luz sin ver;
por la oscuridad del mundo,
voy como un ciego que ve.
Tú, que diste vista al ciego
y a Nicodemo también,
filtra en mis secas pupilas
dos gotas frescas de fe.

viernes, 29 de marzo de 2019

EL ÁNGEL DE LA GUARDA (Antonio Fernández Grilo)

Cuando ya ha muerto el sol; cuando aún sus huellas
las cumbres pintan de purpúreas gasas;
cuando el Ángelus llena de oraciones
los templos y las almas;
cuando los tristes álamos del río
parece que se acuestan en el agua
por el fondo que finge en la corriente
la luna plateada;
cuando el ciprés medroso y solitario
más bien parece aterrador fantasma
al asomar su aguja melancólica
del huerto por las tapias;
cuando perfuman el sereno ambiente
trémulas al abrir las pasionarias,
y hasta parece que las hojas rezan
y llora la campana,
un ángel con dulcísima sonrisa
desciende a la bohardilla y al alcázar,
y el lecho del monarca y del mendigo
defiende con sus alas.
Es el ángel que ruega por nosotros,
el que se sienta al pie de nuestra cama,
el ángel de la noche y del silencio,
¡el Ángel de la Guarda!

jueves, 28 de marzo de 2019

AMA A TU PAREJA COMO SI FUESE EL ÚLTIMO DÍA

Cierta vez, un hombre volviendo del trabajo, encuentra a su mujer cocinando. Habiéndola echado de menos, le da un besito dulce y otro y otro y muchos más.
Muy felices mientras están en la mesa cenando, el móvil de la mujer suena, un mensaje de su amigo que le deseaba buenas noches.
El marido ve el mensaje y se molesta, y sin hablar del asunto con su mujer, va al dormitorio a acostarse sin cenar.

La mujer mira a su marido y piensa: ¡No! ¡Él no tiene razón! ¿Se molesta por un simple mensaje? No voy a ir detrás de él, no es un niño.
La mujer cena y se va a acostar; los dos se duermen enfadados, dándose la espalda aquella noche.
A media noche, la esposa está sudando con mucha fiebre, entonces sin conseguir hablar toca la espalda del esposo y él de espaldas, con un aire de no me molestes, retira la mano de su esposa.
La mujer sin más aire, muere de un ataque al corazón.
Por la mañana, se despierta, prepara sus cosas para ir a trabajar, se da un baño y va a la empresa.
La esposa aún estaba en la cama, entonces el hombre la miró y no le parecía que estuviera muy bien, pero la ignora y piensa: ¡No le voy a dirigir la palabra, hasta que ella lo haga primero!
Entonces se viste, desayuna y se va al trabajo .
Por la tarde el esposo, al regresar a casa, ve en una tienda un hermoso reloj que le encanta, y lo compra para dárselo a su esposa.
Al llegar a casa, el marido estaba feliz, iba a regalar ese reloj a su amada esposa y decirle lo mucho que la amaba, lo enamorado que estaba de ella y la llenaría besos.
Entonces, él abre la puerta y va hasta la cocina, pues  estaba listo para sorprender a su amada con una gran cena, pero ve que el desayuno todavía estaba allí; entonces él, triste, piensa: ¡Ella todavía está enfadada conmigo!
El hombre va a la habitación a dejar su maletín, y ve que la esposa aún estaba en la cama acostada en la misma posición.
Asustado, se dirige hacia ella y algo le dice que estaba muerta.
Entonces el esposo llora, llora mucho y un poco más. Grita de desesperación, pues la esposa estaba muerta.

Reflexión :
¡No lleve el orgullo a la habitación! El tiempo es muy corto para peleas. Sepa aprovecharlo.
¡Cuide bien de su pareja! Ame a su mujer o marido, dele muchos mimos y besos diciéndole cuánto le ama o la ama, dele cariño y amor.
Porque el tiempo nunca esperó a nadie. Por encima de todo no sea orgulloso en el amor y resuelvan todo, no se acuesten enfadados.
Dios quiere que cada uno ame al otro como Cristo amó a la iglesia.
Pare y piense: por no querer dejar a un lado el orgullo y resolver las cosas, las consecuencias pueden ser irreversibles. A veces, tenemos que sacrificar por amor y por amar; no hay personas perfectas, existen amores verdaderos dispuestos a sacrificar por ese amor.

EN LOS BOSQUES DE PENNSYLVANIA (Gloria Fuertes)

Cuando un árbol gigante se suicida,
harto de estar ya seco y no dar pájaros,
sin esperar al hombre que le tale,
sin esperar al viento,
lanza su última música sin hojas,
sinfónica explosión donde hubo nidos,
crujen todos sus huecos de madera,
caen dos gotas de savia todavía
cuando estalla su tallo por el aire,
ruedan sus toneladas por el monte,
lloran los lobos y los ciervos tiemblan,
van a su encuentro las ardillas todas,
presintiendo que es algo de belleza que muere.

ORACIÓN DE BOB KENNEDY

Yo me abandono, oh Dios, en tus manos. Moldea esta arcilla como el barro en manos del alfarero y después destrúyela, si quieres, como fue destruida la vida de mi hermano John.
Pídeme, mándame, ¿qué quieres que haga? Ensalzado, humillado, perseguido, incomprendido, calumniado, sufriendo, inútil para todo, solo me queda decir como tu Madre: "Hágase en mí según tu palabra".
Dame el amor por excelencia, el amor de la cruz, no de cruces heroicas que alimentarían mi amor propio, sino de aquellas cruces vulgares que desgraciadamente llevo con repugnancia, de aquellas cruces con las que me encuentro cada día: en la contradicción, en la derrota, en los falsos juicios, en la frialdad, en el rechazo y en el desprecio de los otros, en el malestar y en los defectos de mi cuerpo, y en el silencio y sequedad del corazón. Entonces sabrás que te amo y, aunque yo no lo sepa, eso me basta.

sábado, 23 de marzo de 2019

EL REY Y LA MENDIGA

Cuentan que había una vez un rey muy apuesto que estaba buscando esposa.
Por su palacio pasaron todas las mujeres más hermosas del reino y de otros más lejanos; muchas le ofrecían además de su belleza y encantos muchas riquezas, pero ninguna lo satisfacía tanto como para convertirse en su reina.
Cierto día llegó una mendiga al palacio de este rey y con mucha lucha consiguió una audiencia.
"No tengo nada material que ofrecerte, solo puedo darte el gran amor que siento por ti" le dijo al rey. "Puedo hacer algo para demostrarte ese amor".
Esto despertó la curiosidad del rey, quien le pidió que le dijera qué era eso que podía hacer.
"Pasaré 100 días en tu balcón, sin comer ni beber nada, expuesta a la lluvia, al sereno, al sol y al frío de la noche. Si puedo soportar estos 100 días, entonces me convertirás en tu esposa".
El rey, sorprendido más que conmovido, aceptó el reto. Le dijo: "Acepto. Si una mujer puede hacer todo esto por mí, es digna de ser mi esposa".

Dicho esto, la mujer empezó su sacrificio.
Comenzaron a pasar los días y la mujer soportaba valientemente las peores tempestades. Muchas veces sentía que desfallecía del hambre y el frío, pero la alentaba imaginarse finalmente al lado de su gran amor. De vez en cuando el rey asomaba la cara desde la comodidad de su habitación para verla y le hacía señas de aliento con el pulgar. Así fue pasando el tiempo, 20 días, 50 días... La gente del reino estaba feliz, pues pensaban ¡Por fin tendremos una reina!... 90 días... y el rey continuaba asomando su cabeza de vez en cuando para ver los progresos de la mujer. "Esta mujer es increíble" pensaba para sí mismo y volvía a darle aliento con señas.
Al fin llegó el día 99 y todo el pueblo empezó a reunirse en las afueras del palacio para ver el momento en que aquella mendiga se convertiría en esposa del rey. Fueron contando las horas... ¡A las 12 de la noche de ese día tendrían reina!... La pobre mujer estaba muy desmejorada, había enflaquecido mucho y contraído enfermedades.

Entonces sucedió. A las 11 de la noche de aquel día 99, faltando apenas una hora para que llegara el día 100, la valiente mujer se rindió.... y decidió retirarse de aquel palacio. Dio una triste mirada al sorprendido rey y sin decir ni media palabra se marchó.
¡La gente estaba conmocionada! Nadie podía entender por qué aquella valiente mujer se había rendido faltando tan solo una hora para ver sus sueños convertidos en realidad. ¡Había soportado tanto!

Al llegar a su casa, su padre se había enterado ya de lo ocurrido. Le preguntó: "¿Por qué te rendiste a tan solo instantes de ser la reina?". 
Y ante su asombro ella respondió: "Estuve 99 días y 23 horas en su balcón, soportando todo tipo de calamidades y no fue capaz de liberarme de ese sacrificio. Me veía padecer y solo me alentaba a continuar, sin mostrar siquiera un poco de piedad ante mi sufrimiento. Esperé todo ese tiempo un atisbo de bondad y consideración que nunca llegaron. Entonces entendí que una persona tan egoísta, desconsiderada y ciega, que solo piensa en sí misma, no merece mi amor".

MORALEJA: Cuando ames a alguien y sientas que para mantener a esa persona a tu lado tienes que sufrir, sacrificar tu esencia y hasta rogar... aunque te duela, retírate. Y no tanto porque las cosas se tornen difíciles, sino porque quien no te haga sentir valorado, quien no sea capaz de dar lo mismo que tú, quien no puede establecer el mismo compromiso, la misma entrega... simplemente no te merece.

viernes, 22 de marzo de 2019

MI PADRE (Juan de Dios Peza)

Yo tengo en el hogar un soberano
único a quien venera el alma mía;
es su corona de cabello cano,
la honra su ley y la virtud su guía.

En lentas horas de miseria y duelo,
lleno de firme y varonil constancia,
guarda la fe con que me habló del cielo
en las primeras horas de mi infancia.

Ve del mundo las fieras tempestades,
de la suerte las horas desgraciadas,
y pasa, como Cristo el Tiberíades,
de pie sobre las ondas encrespadas.

Seca su llanto, calla sus dolores,
y solo en el deber sus ojos fijos,
recoge espinas y derrama flores
sobre la senda que trazó a sus hijos.

Me ha dicho: "A quien es bueno, la amargura
jamás en el llanto sus mejillas moja;
en el mundo la flor de la ventura
al más ligero soplo se deshoja.

Haz el bien sin temer el sacrificio;
el hombre ha de luchar sereno y fuerte,
y halla quien odia la maldad y el vicio
un tálamo de rosas en la muerte.

Si eres pobre, confórmate y sé bueno;
si eres rico, protege al desgraciado,
y lo mismo en tu hogar que en el ajeno,
guarda tu honor para vivir honrado.

Ama la libertad; libre es el hombre,
y su juez más severo, la conciencia;
tanto como tu honor guarda tu nombre,
pues mi nombre y mi honor forma tu herencia".

Este código augusto en mi alma pudo,
desde que lo escuché, quedar grabado;
en todas las tormentas fue mi escudo;
de todas las borrascas me he salvado.

La nobleza del alma es su nobleza;
la gloria del deber forma su gloria;
es pobre, pero encierra su pobreza
la página más grande de su historia.

Siendo el culto de mi alma su cariño,
la suerte quiso que, al honrar su nombre,
fuera el amor que me inspiró de niño
la más sagrada inspiración del hombre. 

jueves, 21 de marzo de 2019

ORACIÓN DE TODOS LOS DÍAS

Señor, te doy gracias.
Gracias, señor, por el don de la vida y de la inteligencia.
Gracias, Señor, por la libertad de querer y por la alegría de hacer el bien.
Gracias, Señor, por el gozo de amar y de ser amado.
Gracias, Señor, por la belleza que alegra el corazón y nos manifiesta tu rostro.
Gracias, Señor, por el don de la fe y la esperanza, por haberme creado a tu imagen y ser mi Padre.
Gracias, Señor, por el tiempo que me concedes para abrirme día a día a la vida eterna, a la vida en plenitud.
Gracias, Señor, por el regalo de mi vida que Tú pones, día a día, en mis manos. Amén.

JUSTICIA DE DIOS (Cuento de Calleja)











martes, 19 de marzo de 2019

JESÚS, TÚ ERES MI AMIGO

Tú eres mi Amigo, un tesoro vivo, una alegría permanente, un gozo que me hace estallar de esperanza.
Tú eres siempre mi Amigo, una sonrisa en la noche, una mano extendida cuando aprieta el dolor.
Tú eres mi Amigo, refugio y descanso, puerta siempre abierta, camino que siempre conduce a la verdadera libertad.

martes, 12 de marzo de 2019

EL GENIO DEL MAR (Colección "Tesoro de cuentos")













LLAMARON A MI CORAZÓN (Jacinto Verdaguer)

A mi corazón llamaron:
corrí a abrir con vida y alma.
Veo en la puerta a mi Amor
con una cruz que me espanta.
-Pasad, si os place, Señor,
pasad, que esta es vuestra casa;
si solo una choza es,
haced de ella vuestro alcázar.
Y, haciendo mi noche día,
Jesús entró en mi morada;
pero al entrar en mi pecho
dejó la cruz en mi espalda.

sábado, 9 de marzo de 2019

TIEMBLA EL FRÍO DE LOS ASTROS (Leopoldo Panero)

Tiembla el frío de los astros,
y el silencio de los montes
duerme sin fin
(Solo el agua de mi corazón se oye).

Su dulce latir, ¡tan dentro!,
calladamente responde
a la soledad inmensa
de algo que late en la noche.

Somos tuyos, tuyos, tuyos;

somos, Señor, ese insomne
temblor del agua nocturna,
más limpia después que corre.

¡Agua en reposo viviente,
que vuelve a ser pura y joven
con una esperanza!
(Solo en mi alma sonar se oye).

jueves, 7 de marzo de 2019

SI UNA ESPINA ME HIERE (Amado Nervo)

Si una espina me hiere, me aparto de la espina,
pero no la aborrezco.
Cuando la mezquindad envidiosa en mí
clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta, y se encamina
hacia más puro ambiente de amor y caridad.

¿Rencores? ¿De qué sirven?
¿Qué logran los rencores?
Ni restañan las heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores;
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
se llevará las rosas de más sutil esencia,
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer vertió, al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, trocada en flor de paz.

miércoles, 6 de marzo de 2019

ORACIÓN AL PADRE PÍO

Bienaventurado Padre Pío, testigo de fe y de amor, admiramos tu vida como fraile Capuchino, como sacerdote y como testigo fiel de Cristo. 
El dolor marcó tu vida y te llamamos "un crucificado sin cruz".
El amor te llevó a preocuparte por los enfermos, a atraer a los pecadores, a vivir profundamente el misterio de la Eucaristía y del perdón.
Fuiste un poderoso intercesor ante Dios en tu vida, y sigues ahora en el cielo haciendo bien e intercediendo por nosotros.
Queremos contar con tu ayuda. Ruega por nosotros. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

EN MIS NOCHES DE ANGUSTIA Y DE TRISTEZA (Rafael Ángel Marañón Barrio)

En mis noches de angustia y de tristeza
has sido Tú mi alivio, Jesús mío,
cuando ya deprimido, triste y frío
tu consuelo ofreciste a mi flaqueza.

Solo Tú, mi divina fortaleza,
amante eres y auxilio en mi extravío,
el único que con tu poderío
ahuyentas el pavor de mi cabeza.

¿Qué dicha encontrará ningún humano
lejos de Ti en afán desesperado,
que próvido no dé tu amor sagrado?

En Ti camino, mi celeste hermano,
de estúpidas querellas despojado,
radiante al gran final que Tú has forjado.

Amante y esforzado,
mi vida robusteces con tu aliento
y solo a Ti se rinde el pensamiento.



ORACIÓN A SAN JOSÉ POR LOS POBRES, POR LOS ENFERMOS Y POR LOS MORIBUNDOS

Estos son los elegidos de tu amor, San José, y en los que muestras a menudo la eficacia de tu protección.
Los que sufren estrechez y necesidad, los que padecen sufrimientos, los que en el trance duro de la muerte imploran tu consuelo.
Te pedimos por ellos, Padre de pobres, de enfermos y de moribundos.
Derrama sobre sus corazones el bálsamo de la santa confianza en Dios y ahuyenta de ellos el negro demonio de la desesperación.
Sonríe a los tristes con la dulzura de la esperanza, haz llegar a los necesitados el pan de la caridad, anticipa a los ojos vidriados de los agonizantes un rayo de luz del paraíso que les está prometido. Amén.

ORACIÓN A SAN JOSÉ (26)

ORACIÓN.- Acuérdate de nosotros. oh San José, y con el poder de tu plegaria intercede por nosotros ante tu Hijo adoptivo; vuélvenos también propicia a la Santísima Virgen tu Esposa, que es la Madre de Aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

REFLEXIÓN.- Elegido de Dios fue San José para ser el virginal Esposo de María, verdadera Madre de Dios. Gran dignidad fue la suya y grande el amor que le tuvieron Jesús y María y el que le hemos de tener nosotros. ¿En realidad le amamos?

ORACIÓN FINAL.- Confiando, oh Señor, en el Patrocinio del Esposo de la Santísima Madre de tu Hijo, suplicamos a tu clemencia nos concedas desprender nuestros corazones de los bienes de la tierra y amarte a Ti, Dios verdadero, con perfecto amor. Tú que vives y reinas por siglos sin fin. Amén.

domingo, 3 de marzo de 2019

OH SOBERANA REINA MÍA

¡Oh Soberana Reina mía y digna Madre de mi Dios, María santísima! Reconociéndome yo tan vil y tan sucio de pecados no debiera tener atrevimiento de acercarme a Ti y llamarte Madre. Pero no quiero que mis miserias me priven del consuelo y confianza que siento en llamarte Madre. Merezco, ya lo sé, que Tú me deseches, pero te ruego que atiendas a lo que ha hecho y padecido tu Jesús por mí, y después deséchame si puedes.
Yo soy un pobre pecador que he ofendido a la divina Majestad más que a ningún otro; pero, Señora, el mal ya está hecho. A Ti acudo, Tú me puedes ayudar: Madre mía, ayúdame. No me digas que no puedes, porque yo sé que eres omnipotente y que consigues de tu Dios cuanto deseas. Si en fin dices que no me quieres ayudar, dime al menos a quién debo acudir para que me socorra en tanta desgracia mía.
¡Oh! ten piedad de mí, te diré a tu Hijo y a Ti con san Anselmo: Tú, Redentor mío, perdonándome, y Tú, Madre mía, intercediendo por mí; o enséñame a qué personas he de acudir que sean más piadosas que vosotros y en quienes pueda yo confiar más. No, que ni en el cielo ni en la tierra puedo hallar quien tenga mayor piedad que vosotros de los miserables, ni quien mejor pueda ayudarlos.
Tú, Jesús, eres mi Padre, y Tú, María, eres mi Madre. Vosotros amáis a los más desdichados, y los vais buscando para salvarlos. Yo soy un reo del infierno, el más infeliz de todos; pero no tienes necesidad de ir buscándome ni yo pretendo que me busques. Yo me presento a Ti con esperanza cierta de que no quedaré desamparado.
Aquí estoy a vuestros pies: Jesús mío, perdóname; María mía, socórreme.