sábado, 30 de junio de 2018

ORACIÓN A SAN JOSÉ (42)

¡Oh San José! No creo tomes a mal ni juzgues a exceso de nuestra imaginación si te decimos, movidos del amor que te profesamos, que tu gloria aun rebasa los angelicales confines, ya que traspasando, por sus numerosas falanges, te remontas a una altura que sea proporcionada, por sus resplandores, a la grandeza de que estuviste en la tierra revestido. Mas como en esta te hallaste junto a Jesús y María, es natural que en la gloria, para ser a tus méritos conforme, te debías encontrar en igual posición, no lejos, antes a tu hijo y esposa bien unido. ¡Oh, qué dicha para ti, José, tener a los lados a aquellos carísimos seres que constituyen la felicidad de los Cielos, cuyos moradores a ti te felicitan al enviar sus saludos a su rey Jesús y a María, su emperatriz!
JACULATORIA. Que merezcamos hallarnos un día entre aquellos seres felices que sin descanso te festejan. Amén.

viernes, 29 de junio de 2018

ORACIÓN DE SAN METODIO A LA VIRGEN MARÍA (2)

Dios te salve, singular ornamento del cielo y amparo de la tierra; Dios te salve, Madre mil veces dichosa del Rey Eterno. Tú, Señora, después de tu Unigénito Hijo, tienes el imperio de todas las cosas. Ante Ti todas las edades y todas las generaciones inclinan la cabeza; a tus pies se rinde toda la redondez de la tierra; oyendo tu nombre tiemblan los demonios; descubriéndose tu resplandor huyen las tinieblas, y a tu mando se abren de par en par las puertas del cielo...
¡Oh esperanza de los cristianos, después de Jesucristo tu Hijo! ¡Oh reina de misericordia, dulzura de la vida! A Ti suspiro desterrado en este valle de lágrimas; ayúdame, Señora, en mis trabajos, defiéndeme en mis desmayos, y después de este destierro muéstrame el bendito fruto de tu vientre, Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACIÓN DE SAN METODIO A LA VIRGEN MARÍA (1)

¡Oh mi dulcísima María! Ahora te he de decir con San Bernardo que eres la Reina de la misericordia, y ¿quiénes son los vasallos de la misericordia sino los miserables? Tú eres la Reina de la misericordia y yo el más miserable de todos los pecadores; pues Señora, si Tú eres la Reina de la misericordia y yo el mayor de todos los pecadores, y en consecuencia el mayor de tus vasallos, debes tener más cuidado de mí que de todos los otros. ¡Oh mi Soberana Abogada! Tú sabes bien cuan grande es mi necesidad, defiéndeme y ten piedad de mí.

LA ROPA DEL SACERDOTE


miércoles, 27 de junio de 2018

ORACIÓN DE SAN METODIO A LA VIRGEN MARÍA

Tu nombre ¡oh Santa Madre de Dios!, contiene todas las gracias y todas las bendiciones divinas. ¡Tú has llevado en tu seno al que es incomprensible y has alimentado al que alimenta a todas las criaturas! El que llena el cielo y la tierra, el que es Soberano de todas las cosas ha querido serte deudor del vestido de carne que antes no tenía. Regocijaos, ¡oh Madre de Dios, regocijaos de tener por deudor al que da el ser a todas las criaturas. Todos somos deudores de Dios, pero puede decirse que Dios ha querido serlo tuyo en cierto modo. Así es, Madre amantísima, que tu caridad y tu crédito para con Dios exceden a la caridad y al crédito de todos los Santos. Nosotros celebramos tu gloria, sabemos cuan grande es tu bondad, y te suplicamos que te acuerdes de nosotros y de nuestras miserias. Amén.

ORACIÓN A SAN JOSÉ (41)

También en el Cielo hay quien vigila de un modo especial por los hombres, custodiándolos, dándoles traslado de los decretos del Altísimo y notificándoles sus nobilísimos encargos y resoluciones; y de esto cuidan los tres coros de la última jerarquía, que se llaman principados, arcángeles y ángeles. ¡Ay! que también tú ejercitaste con Jesús tan nobilísima misión: le custodiaste a sol y a sombra, de día y de noche, en paz y en guerra; eras el encargado de hacer saber a la Sagrada Familia la voluntad de Dios, y a sus impulsos, que milagrosamente sabías, obraste en todos los solemnes momentos de vuestra vida. Muy puesto a razón es, por lo tanto, que también juntes en ti toda la gloria que justamente debías, con estos oficios, alcanzar. ¡Oh, qué pequeños somos para contemplarte!
JACULATORIA. Que sepamos custodiar en nosotros la gracia de Dios y hacernos dignos de la voluntad que tiene de salvarnos. Amén.

LA NOCHEBUENA ( Ramón de Campoamor)

Son hija y madre; y las dos
con frío, con hambre y pena,
piden en la Nochebuena
una limosna por Dios.

- Hoy los ángeles querrán -
la madre a su hija decía-
que comamos, hija mía,
por ser Nochebuena, pan.

Y al anuncio de tal fiesta
abre la madre el regazo,
y sobre él a aquel pedazo
de sus entrañas acuesta.

Al pie de un farol sentada,
pide por amor de Dios...
Y pasa uno... y pasan dos...
mas ninguno le da nada.

La niña con triste acento,
- Pero ¿y nuestro pan? -decía.
- Ya llega -le respondía
la madre... ¡Y llegaba el viento!

Mientras de placer gritando
pasa ante ellas el gentío,
la niña llora de frío,
la madre pide llorando.

Cuando otra pobre como ella
una moneda le echó,
recordando que perdió
otra niña como aquella.

- ¡Ya nuestro pan ha venido! -
gritó la madre extasiada...
mas la niña quedó echada
como un pájaro en su nido.

¡Llama... y llama!... ¡Desvarío!
Nada hay ya que la despierte:
duerme, está helando, y la muerte
solo es un sueño con frío.

La toca. Al verla tan yerta,
se alza, hacia la luz la atrae,
se espanta, vacila... y cae
a plomo la niña muerta.

Del suelo, de angustia llena,
la madre a su hija levanta,
y en tanto un dichoso canta:
- ¡Esta noche es Nochebuena!...

ESTAMPA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES DE EL ESCORIAL



lunes, 18 de junio de 2018

ORACIÓN DEL ABRAZO

Señor, enséñame a dar abrazos que acaricien el alma, llenos de ternura y que envuelvan al corazón que los recibe.
Que sanen y devuelvan el gozo, que sostengan al que está por derrumbarse y levanten al que está abatido.
Permíteme mandar abrazos espirituales que abracen aun en la distancia a quienes más amo. Amén.

GRACIAS, DIOS MÍO

Gracias, Dios mío, por este nuevo día, porque nos das la salud y las fuerzas para llevarlo adelante con bendición, con tu presencia en nuestras vidas.
Gracias, Dios, porque con fe podemos lograr las cosas, porque Tú eres el mismo que hizo cosas hermosas, que las hace aún y las hará por el amor que nos tienes y por tu fidelidad, que es maravillosa.
Gracias, Dios, por ser nuestro abrigo, por permitirnos vivir cerca de Ti, refugiados bajo tus alas de amor y buscando tu perfecta voluntad. Amén.

OH VIRGEN MARÍA

Oh Virgen María, visita mi casa noche y día, sé mi compañera y mi guía, sé mi luz y mi camino; que donde vayamos mi familia y yo seas Tú, Madre Santa, nuestra luz y nuestra compañía, y te encontremos como guardia de nuestro camino.
Favoréceme todos los días, seas Tú la dueña de mi casa y de mis hijos. Y voy así a Ti, paso a paso, hasta que Tú, Virgen Santa y Madre mía, me des salud, paz, tranquilidad y seas para mí y los míos la Madre que nos acompaña noche y día. Amén.

ORACIÓN DE DESAGRAVIO

Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. (Tres veces).

Perdón, Señor, perdón.
- Por los sacrilegios, robos y blasfemias contra la Sagrada Eucaristía.
- Por tantos lugares del mundo donde los sacerdotes y fieles no pueden celebrar libremente la Santa Misa o se ven obligados a hacerlo en secreto por persecución.
- Por las faltas de respeto e impiedad en las iglesias y ante el Sagrario.
- Por las comuniones sacrílegas.

ORACIÓN 

Señor nuestro, Jesucristo, que has querido permanecer en el Sacramento hasta la consumación de los siglos para dar a tu Padre una gloria infinita y a nosotros el aliento de la inmortalidad, que te has expuesto a todos los ultrajes de los impíos antes de abandonar a tu Iglesia, concédenos la gracia de llorar con verdadero dolor los ultrajes y descuidos que cometen los hombres contra el mayor de los sacramentos, y danos celo eficaz para reparar los oprobios que has sufrido en este misterio inefable. Tú que vives y reinas con Dios Padre, en unión del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

ALABANZAS

Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Amén.

Señor, perdona todos los sacrilegios eucarísticos.
Señor, perdona todas las santas comuniones indignamente recibidas.
Señor, perdona todas las profanaciones al Santísimo Sacramento del Altar.
Señor, perdona todas las irreverencias en la Iglesia.
Señor, perdona todas las profanaciones, desprecios y abandono de los sagrarios.
Señor, perdona a todos los que han abandonado la Iglesia.
Señor, perdona todo desprecio de los objetos sagrados.
Señor, perdona todos los que pasaron a las filas de tus enemigos.
Señor, perdona todos los pecados del ateísmo.
Señor, perdona todos los insultos a tu santo Nombre.
Señor, perdona toda la frialdad e indiferencia contra tu amor de Redentor.
Señor, perdona todas las irreverencias y calumnias contra el Santo Padre.
Señor, perdona todo desprecio hacia la santidad de la familia.
Señor, perdona todo desprecio a la vida humana.
Amén.

domingo, 17 de junio de 2018

GRATIA PLENA (Amado Nervo)

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía:
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como margarita sin par,
al influjo de su alma celeste amanecía...
era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

Cierta dulce y amable dignidad la investía
de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

Yo gocé el privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar,
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la Fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió... como gota que se vuelve a la mar.

LOS ÁRBOLES (Juan Ramón Jiménez)

Volvía yo con las nubes
que entraban bajo rosales,
grande ternura redonda,
entre los troncos constantes.  

La soledad era eterna
y el silencio inacabable.
Me detuve como un árbol
y oí hablar a los árboles.

El pájaro solo huía
de tan secreto paraje,
sólo yo podía estar
entre las rosas finales.

Yo no quería volver
en mí, por miedo de darles
disgusto de árbol distinto
a los árboles iguales.

Los árboles se olvidaron
de mi forma de hombre errante,
y, con mi forma olvidada,
oí hablar a los árboles.

Me retardé hasta la estrella.
En vuelo de luz suave,
fui saliéndome a la orilla
con la luna ya en el aire.

Cuando yo ya me salía,
vi a los árboles mirarme.
Se daban cuenta de todo
y me apenaba dejarles.

Y yo los oía hablar,
entre el nublado de nácares,
con blando rumor, de mí.
Y ¿cómo desengañarles?

¿Cómo decirles que no,
que yo era sólo el pasante,
que no me hablaran a mí?
No quería traicionarles.

Y ya muy tarde, ayer tarde,
oí hablarme a los árboles.


jueves, 14 de junio de 2018

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies renovamos alegremente la Consagración de nuestra familia a tu Divino Corazón.
Sé, hoy y siempre, nuestro guía, el jefe protector de nuestro hogar, el Rey y centro de nuestros corazones.
Bendice a nuestra familia, nuestra casa, a nuestros vecinos, parientes y amigos.
Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes y participa de nuestras alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de nuestras diversiones.
Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.
Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestras comunidades. Queremos ser instrumentos de paz y de vida.
Que nuestro amor a tu Corazón compense, de alguna manera, la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no te conocen, te desprecian o rechazan.
Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti. Confianza profunda, ilimitada.

domingo, 10 de junio de 2018

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO A LA VIRGEN DE FÁTIMA

PEREGRINACIÓN DEL PAPA FRANCISCO
AL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
 
con ocasión del centenario de las apariciones de la Virgen María en la Cova de Iria
(12-13 de mayo de 2017)
ORACIÓN DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA VIRGEN DE FÁTIMA
Capilla de las Apariciones, Fátima
Viernes 12 de mayo de 2017


El Santo Padre:

Salve Reina,
Bienaventurada Virgen de Fátima,
Señora del Corazón Inmaculado,
refugio y camino que conduce a Dios.
Peregrino de la Luz que procede de tus manos,
doy gracias a Dios Padre que, siempre y en todo lugar, interviene en la historia del hombre;
peregrino de la Paz que tú anuncias en este lugar,
alabo a Cristo, nuestra paz, y le imploro para el mundo la concordia entre todos los pueblos;
peregrino de la Esperanza que el Espíritu anima,
vengo como profeta y mensajero para lavar los pies a todos, en torno a la misma mesa que nos une.

Estribillo cantado por la asamblea
Ave o clemens, ave o pia!
Salve Regina Rosarii Fatimæ.
Ave o clemens, ave o pia!
Ave o dulcis Virgo Maria.

El Santo Padre:

¡Salve, Madre de Misericordia,
Señora de la blanca túnica!
En este lugar, desde el que hace cien años
manifestaste a todo el mundo los designios de la misericordia de nuestro Dios,
miro tu túnica de luz
y, como obispo vestido de blanco,
tengo presente a todos aquellos que,
vestidos con la blancura bautismal,
quieren vivir en Dios
y recitan los misterios de Cristo para obtener la paz.

Estribillo…

El Santo Padre:

¡Salve, vida y dulzura,
salve, esperanza nuestra,
Oh Virgen Peregrina, oh Reina Universal!
Desde lo más profundo de tu ser,
desde tu Inmaculado Corazón,
mira los gozos del ser humano
cuando peregrina hacia la Patria Celeste.
Desde lo más profundo de tu ser,
desde tu Inmaculado Corazón,
mira los dolores de la familia humana
que gime y llora en este valle de lágrimas.
Desde lo más íntimo de tu ser,
desde tu Inmaculado Corazón,
adórnanos con el fulgor de las joyas de tu corona
y haznos peregrinos como tú fuiste peregrina.
Con tu sonrisa virginal,
acrecienta la alegría de la Iglesia de Cristo.
Con tu mirada de dulzura,
fortalece la esperanza de los hijos de Dios.
Con tus manos orantes que elevas al Señor,
une a todos en una única familia humana.

Estribillo ...

El Santo Padre:

¡Oh clemente, oh piadosa,
Oh dulce Virgen María,
Reina del Rosario de Fátima!
Haz que sigamos el ejemplo de los beatos Francisco y Jacinta,
y de todos los que se entregan al anuncio del Evangelio.
Recorreremos, así, todas las rutas,
seremos peregrinos de todos los caminos,
derribaremos todos los muros
y superaremos todas las fronteras,
yendo a todas las periferias,
para revelar allí la justicia y la paz de Dios.
Seremos, con la alegría del Evangelio, la Iglesia vestida de blanco,
de un candor blanqueado en la sangre del Cordero
derramada también hoy en todas las guerras que destruyen el mundo en que vivimos.
Y así seremos, como tú, imagen de la columna refulgente
que ilumina los caminos del mundo,
manifestando a todos que Dios existe,
que Dios está,
que Dios habita en medio de su pueblo,
ayer, hoy y por toda la eternidad.

Estribillo...

El Santo Padre junto con todos los fieles:

¡Salve, Madre del Señor,
Virgen María, Reina del Rosario de Fátima!
Bendita entre todas las mujeres,
eres la imagen de la Iglesia vestida de luz pascual,
eres el orgullo de nuestro pueblo,
eres el triunfo frente a los ataques del mal.
Profecía del Amor misericordioso del Padre,
Maestra del Anuncio de la Buena Noticia del Hijo,
Signo del Fuego ardiente del Espíritu Santo,
enséñanos, en este valle de alegrías y de dolores,
las verdades eternas que el Padre revela a los pequeños.
Muéstranos la fuerza de tu manto protector.
En tu Corazón Inmaculado,
sé el refugio de los pecadores
y el camino que conduce a Dios.
Unido a mis hermanos,
en la Fe, la Esperanza y el Amor,
me entrego a Ti.
Unido a mis hermanos, por ti, me consagro a Dios,
Oh Virgen del Rosario de Fátima.
Y cuando al final me veré envuelto por la Luz que nos viene de tus manos,
daré gloria al Señor por los siglos de los siglos.

Amén.


Estribillo

AVE CLEMENS, AVE PIA

Ave clemens, ave pia, ave dulcis o Maria Ave, ave plena gratia o Maria.

Ave mane sonet pie, ave medio sub die Ave sonet vespere, ave, ave Maria.

Ave, resonet in caelis, Ave ore Gabrielis Felix Virgo, prodiit. Ave, Ave Maria.

Salve Regina Rosarii Fatimae
Ave o dulcis Virgo Maria.


sábado, 9 de junio de 2018

LOS TRES ANCIANOS


Una cálida tarde de verano, cuando estaba a punto de ponerse el sol, una mujer salió al jardín de su casa con una gran jarra de agua entre las manos para regar las flores ¡Adoraba las plantas y nada le gustaba más que cuidarlas con esmero!
Mientras contemplaba sus hermosas begonias observó que tres ancianos de barba blanca  como la nieve traspasaban la valla de su propiedad y se sentaban sobre la hierba. Extrañada, dejó la jarra sobre el banco de piedra que tenía en la entrada y se acercó a hablar con ellos.
– Buenas tardes, caballeros. No les conozco… ¿Son nuestros nuevos vecinos?
Uno de los ancianos, el que estaba sentado a su derecha, se apresuró a responder:
– No, señora, no somos de por aquí.
La mujer se dio cuenta de que eran muy viejos y que además parecían cansados y hambrientos. Generosamente, les animó a entrar.
– Me da la sensación de que tienen apetito y me gustaría invitarles a probar el estofado que acabo de preparar. Mi marido y yo estaremos encantados de compartir nuestra humilde mesa con ustedes.
Los ancianos se miraron y el que estaba sentado a la izquierda tomó la palabra.
– Es usted muy amable pero no podemos ser invitados a una casa los tres juntos.
La mujer se quedó estupefacta.
– Perdone pero no entiendo lo que me dice ¿Qué quieren decir con que no pueden entrar los tres juntos? Mi casa no es muy grande pero hay sitio para todos.
El tercer anciano, situado en medio de los otros dos, sonrió y se lo explicó todo.
– Mi nombre es Riqueza y vengo a traerles toda la fortuna que se pueda imaginar. Mi compañero de la derecha se llama Éxito y viene cargado de fama y honores. El que está sentado a mi izquierda se llama Amor y quiere regalarles afecto y ternura a raudales.
Por un momento la mujer pensó que esos tipos tan extraños le estaban tomando el pelo pero antes de que pudiera decir nada, Riqueza siguió hablando.
– Solo uno de nosotros podrá cenar con ustedes, pues debe elegir entre la riqueza, el éxito o el amor. No se preocupe, esperaremos aquí mientras lo decide con su familia.
La mujer asintió con la cabeza y entró corriendo en la casa. Su esposo estaba tumbado en la cama, muy concentrado en la lectura del libro que tenía entre las manos; su hija, una linda niña de diez años, sentadita sobre el suelo de madera peinaba a su muñeca favorita.
– ¡Escuchadme, por favor, tengo algo urgente que contaros!
Los dos la miraron intrigados y ella relató palabra por palabra la conversación que acababa de tener con los ancianos de barba blanca. Cuando terminó, su marido  pensó que todo era muy raro.
– ¡Tranquilízate, cariño! ¿No se tratará de una broma?
– No, no, te aseguro que dicen la verdad ¡Sé reconocer cuando alguien miente descaradamente y estos tres caballeros parecen muy sinceros!
– Bueno, vamos a suponer que tienes razón. Si es cierto lo que cuentan ¡estamos ante una oportunidad increíble que no podemos desaprovechar!
– Sí, sí que lo es ¡pero tenemos que darnos prisa y decidir ya a cuál de los tres invitamos a cenar!
El hombre empezó a pasear de un lado a otro más nervioso que una lagartija dentro de una caja de zapatos.
– Creo que debemos elegir a Riqueza… ¿Te imaginas lo que sería ser ricos para siempre? ¡Tendríamos de todo y viviríamos como reyes!
La esposa negó con la cabeza.
– ¡Uy, no sé, no sé!…  No lo tengo nada claro ¿No sería mejor invitar a Éxito? Seríamos admirados por todo el mundo y la gente nos trataría de manera especial ¡Siempre he deseado ser una persona famosa e importante!
La niña, que escuchaba atentamente la conversación, los miró con incredulidad y expresó su más sincera opinión.
–          ¡Papá, mamá, no os entiendo! Lo más importante de la vida es el amor y es a Amor a quien debemos invitar a cenar.
Los padres se quedaron callados y se sintieron profundamente avergonzados. La madre se agachó y acariciándole la carita, le dijo:
– Tienes razón, cariño mío, el amor es lo que tiene más valor.
El padre también se puso a su altura y reconoció su equivocación.
–          ¡Ay, hija mía, qué bien hablas y qué bien razonas! ¡Ahora mismo salgo a comunicarles nuestra decisión!
Descalzo como estaba salió al jardín y vio a los tres ancianos esperando en silencio, tal y como habían prometido.
– Señores, nos gustaría muchísimo que pasaran los tres, pero como solo podemos escoger a uno hemos decidido que con mucho gusto invitamos a Amor. Si es tan amable, acompáñeme, por favor.
Amor, el anciano con más cara de bonachón, se acercó a él y juntos caminaron sobre la hierba. Entraron en la casa y la mujer le indicó que se sentara a la mesa.
– Es un placer tenerle con nosotros, señor Amor.
El anciano sonrió y tomó asiento. En ese mismo instante, los otros dos se presentaron en el comedor. La familia se miró desconcertada y la mujer se acercó a ellos con amabilidad.
  
  – Pasen, por favor, están en su casa. Estamos felices de que también se unan a la cena pero me gustaría saber por qué al final los tres aceptan nuestra invitación. Nos hicieron escoger a uno y decidimos que fuera Amor… ¡Perdonen, pero la verdad es que no entiendo nada!
El señor Amor miró a la niña que estaba sentada a su lado, le guiñó un ojo, y resolvió el misterio.
– Verá, buena mujer, todo tiene una fácil explicación: si hubiera escogido el éxito o la riqueza los otros dos nos habríamos quedado afuera, pero me han elegido a mí, y a donde yo voy ellos van, pues donde hay amor, siempre hay éxito y riqueza.
¡Ahora todo estaba aclarado! El matrimonio entendió que vivir rodeados de amor es lo que realmente da la felicidad completa. Gracias a su maravillosa hija habían elegido bien, pues el amor les traería también éxito y riqueza en la vida.
Los seis se dieron un cálido abrazo y después compartieron el aromático estofado casero, que por cierto, estaba para chuparse los dedos.

viernes, 8 de junio de 2018

OBJETOS SAGRADOS DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

En el presbiterio, o sea, en el área del altar mayor, que normalmente está más elevada que el resto de la iglesia está el altar o mesa del Señor, que es el centro de toda la liturgia eucarística y representa a Cristo, por eso el sacerdote lo reverencia y besa antes y después de la celebración. Se debe cubrir el altar al menos con un mantel de color blanco.
Sobre el altar, o cerca de él, como símbolo de Cristo resucitado, se colocan un mínimo de dos candeleros (puede haber hasta siete) con sus velas (blancas o color crema) encendidas. También sobre el altar o cerca de él ha de haber una cruz con la imagen de Cristo crucificado.
El empleo de las flores como adorno para el altar ha de ser siempre moderado y se colocarán, más que sobre la mesa del altar, en torno a él, y está prohibido durante la Cuaresma (excepto el IV Domingo y en solemnidades y fiestas).
Mirando hacia el altar, a su izquierda, está el ambón, un atril sobre el que está el Leccionario, que debe usarse solo para proclamar la Palabra de Dios, predicar y leer las preces y el Pregón Pascual. Cualquier otra intervención debe hacerse desde el atril o facistol que hay en el lado opuesto del presbiterio.
Cerca y a la izquierda del ambón vemos, desde la Vigilia de Pascua, el cirio pascual, que sigue encendiéndose para la Santa Misa hasta el día de Pentecostés, además de en ciertas solemnidades y durante la celebración del Bautismo para de él encender la vela del niño.
Detrás del altar y en el centro (o a un lado si allí está el sagrario) está la sede del presidente, que debe evitar toda apariencia de trono. Si no preside toda la celebración desde el altar mismo (excepto para sentarse durante las lecturas y después de la Comunión), puede hacerlo desde la sede (si allí tiene, en otro atril, el Libro de la Sede, que es optativo) hasta antes de la presentación de las ofrendas, predicando (si no lo hace desde el ambón) y otra vez sentado tras la Comunión. Si hay sacerdotes concelebrantes, también tienen sus sedes.
Junto al altar, o separada, se encuentra la mesita llamada credencia, con varios objetos, algunos de los cuales el mismo presidente, otro ministro o un concelebrante, pasará al altar al terminar la oración de los fieles: el cáliz (generalmente de metal precioso), y sobre él el corporal, paño de lino blanco que se desdobla en el centro del altar para poner sobre él los vasos sagrados (cáliz, copón y patena); la patena, platito redondo también de metal precioso, que se deja junto al cáliz y que contiene una forma u hostia de pan ázimo (que, al consagrar el sacerdote, será la Sagrada Hostia, con la que hace las ostensiones y comulga), y a veces otras formas pequeñas; la patena está tapada con la palia, pañito cuadrado de lino blanco almidonado que desde el Ofertorio tapará el cáliz, que ya contiene el vino (a no ser que la patena la cubra hasta el Ofertorio su propio pañito de lino blanco redondo, llamado hijuela); sobre el cáliz, bajo la patena, está el purificador, pañito de lino blanco alargado en varios dobleces, que también se deja cerca del cáliz y que sirve para limpiar este antes de poner en él el vino y el agua y para limpiarlo bien después de la Comunión.
También en la credencia está el Misal, que se lleva al altar y se pone sobre un atril o un cojín y se queda allí hasta el final de la Misa.
En la credencia, hasta la preparación de las ofrendas, están las vinajeras, recipientes para el vino y el agua de consagrar; y, para el lavabo, una pequeña jofaina o aguamanil, una pequeña jarra y, doblada sobre ella, una toallita de lino llamada manutergio.
También en la credencia puede haber una pequeña bandeja (también de metal noble) que en la Comunión el acólito mantiene bajo la barbilla de los comulgantes que reciben la hostia en la boca por si se cae, y siempre necesaria si se lleva a cabo la intinción (mojar la hostia en el vino para comulgar también la Sangre de Cristo, lo que no les está permitido hacer a los fieles).
Puede haber también en la credencia alguna patena más o copón (vacío) si hay más ministros de Comunión; el acetre, recipiente con agua bendita si se hace la aspersión al principio de la celebración, y dentro de él el hisopo para asperjar; la píxide, cajita redonda de metal noble para llevar hostias consagradas a los enfermos; la campanilla o gong, para que un acólito la haga sonar para realzar los momentos solemnes de la ostensión del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Aparte está el incensario o turíbulo, que cuelga de cuatro cadenas de un metro para poder balancearlo de un lado a otro al incensar el altar, el leccionario o evangeliario, al sacerdote y a la asamblea. El que lleva el incensario se llama turiferario y él mismo, en ocasiones especiales, inciensa al sacerdote y luego, con tres movimientos dobles del turíbulo, a los fieles, que deben hacer una inclinación. El incienso puede usarse libremente en cualquier forma: a) durante la procesión de entrada; b) al comienzo de la misa, para incensar la cruz y el altar; c) para la procesión y proclamación del Evangelio; d) cuando ya están colocados sobre el altar el pan y el cáliz, para incensar las ofrendas, la cruz y el altar, el sacerdote y el pueblo; e) en la ostensión de la hostia y del cáliz después de la consagración.
Dentro del sagrario se guarda el copón o ciborio (con tapa rematada por una cruz y preferentemente cubierto con un velo) con hostias consagradas anteriormente, como reserva para llevar la Comunión a los enfermos y, si es preciso, para complementar las recién consagradas para la Comunión en la Misa; también puede estar la cajita dorada que contiene el viril, formado por dos cristales transparentes montados en un borde de oro o dorado para encerrar entre ellos la Sagrada Hostia que se coloca en la custodia u ostensorio para la exposición del Santísimo o para la bendición con Él.  

jueves, 7 de junio de 2018

ORACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS

Oh, Corazón de Jesús, Dios y Hombre verdadero, delicia de los Santos, refugio de los pecadores y esperanza de los que en Ti confían, Tú nos dices amablemente: "Vengan a Mí", y nos repites las palabras que dijiste al paralítico: "Confía, hijo mío, tus pecados te son perdonados", y a la mujer enferma: "Confía, hija, tu fe te ha salvado", y a los Apóstoles: "Confíen, Yo soy, no teman".
Animado con estas palabras acudo a Ti con el corazón lleno de confianza para decirte sinceramente y desde lo más íntimo de mi alma: "Corazón de Jesús, en Ti confío".
Sí, Corazón de mi amable Jesús, confío y confiaré siempre en tu bondad y, por el Corazón de tu Madre, te pido que no desfallezca nunca esta confianza en Ti para que, habiendo sido mi consuelo en vida, seas mi refugio en la hora de la muerte y mi gloria por toda la eternidad. Amén.

lunes, 4 de junio de 2018

ORACIÓN PARA LA PROTECCIÓN DE LA FAMILIA

Señor, ruego tu protección emocional, física y espiritual sobre mi familia. Mantén el mal lejos de ellos y ayúdales a confiar en Ti como su refugio y fortaleza. Te ruego que mantengas alejadas sus mentes de cosas dañinas y les concedas la capacidad para distinguir lo bueno de lo malo.
Te ruego que los hagas fuertes y valientes en la presencia del peligro, y que se den cuenta de que un día vencerás y enderezarás toda injusticia.
Ayúdales a encontrar descanso en tu sombra, mientras viven en el refugio espiritual que Tú les provees. Hazles saber que el único lugar seguro está en tu camino, Jesús, y que su hogar en la Tierra es solo temporal. Te lo pido por favor. Amén.

ORACIÓN PARA LA PROTECCIÓN PERSONAL

Oh Padre Celestial, vengo a Ti hoy, inclinando mi cabeza y abriendo mi corazón, pidiendo protección contra todo el mal que tiene este mundo. Señor, somos asaltados continuamente cada día con imágenes en la televisión, Internet, libros, revistas y periódicos que nos dejan vulnerables a todo tipo de pecado.
Protégeme con tu divino manto de protección irrompible. Dame la voluntad necesaria para afrontar este mal a través de tu gloriosa fuerza. Consigue que todos los que se refugien en Ti sean felices y se sientan seguros.
Protégeme, Padre Celestial, para que aquellos que aman tu nombre puedan exaltarse aún más contigo. Tú que eres quien bendice al justo y a los que te dan su vida, te ruego que me des tu protección contra todo mal. Amén.