viernes, 29 de abril de 2022

ORACIÓN A SANTA CATALINA DE SIENA


Nadie se acercó a ti sin volverse mejor. Irradia, pues, tu bondad sobre nosotros y haz con tu oración que la gracia dé su fruto en nuestras vidas en el tiempo y para toda la eternidad. Amén.

jueves, 28 de abril de 2022

DOS LIBROS DE MEMORIAS (Ramón de Campoamor)

 
- I -

LO ESCRITO EN EL LIBRO DE ÉL

   Así se hace uno querer.
¡Cuánto gusto a aquella fatua
con mis posturas de estatua!
Miro... y mira... Al fin, mujer.
Escribe para hacer ver
que tiene las manos bellas.
¿Se va? Pues sigo sus huellas,
porque prueba su rubor
que ya está muerta de amor.
Esta es como todas ellas.


- II -

LO ESCRITO EN EL LIBRO DE ELLA

   Aquel don Juan de parada
pone, para enternecerme,
los ojos como quien duerme:
cree el muy necio que me agrada.
¡Qué osadía en la mirada!
¡Qué modos tan importunos!
Me voy, me voy; hay algunos
que, amantes dignos de algunas,
creen que todas somos unas
porque ellos todos son unos.

ORACIÓN DE PERDÓN (1)

Queridísimo Jesús, te pido perdón por todos mis pecados y por el daño y las heridas, que he causado a otros.
Humildemente pido las gracias para evitar ofenderte otra vez y para ofrecer penitencia, de acuerdo a tu Santísima Voluntad.
Suplico el perdón de cualquier ofensa futura, de la cual podré tomar parte y la que te causará dolor y sufrimiento.
Te amo Jesús, te necesito, te honro a Ti y a todo lo que representas.
Ayúdame, Jesús, para que sea digno de entrar en tu Reino y pueda ser parte de tu familia por toda la eternidad. Amén.

MEDITACIÓN JUEVES II DE PASCUA C (P. Damián Ramírez)

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 31-36

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.






miércoles, 27 de abril de 2022

MEDITACIÓN MIÉRCOLES II DE PASCUA C (P. Damián Ramírez)

“Dios envió a su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él” (Jn 3,16-21)

Señor Jesús, buen Jesús, ¡qué suerte tenemos los que te conocemos y por mediación tuya sabemos del Padre! ¡Qué privilegiados nos sentimos una mañana más al sabernos en Ti salvados! Me gustaría que en esta nueva jornada mi rostro, mi sonrisa, mis manos, mis gestos, mis abrazos y mis palabras hablaran a los demás de Ti, de tu manera de hacer las cosas, de tu modo de hablar del Padre, de tu inclaudicable pasión por cada uno de nosotros!

Señor Jesús, si el Padre te ha enviado a nuestro mundo para que por Ti se salve, haz que te conozca cada día más. Haz que quiera saber siempre más de Ti. Haz que en todo te vea y cuando te busque, sal a mi encuentro. Haz que te espere activo, lleno de vida, comprometido, fiel a la causa del Reino, agradecido por tanto bien recibido.

Señor Jesús, el mundo que has de salvar está patas arriba, parece que no somos capaces de desterrar el odio, la guerra, la pobreza, la indiferencia, la ignorancia, la mentira, el mal. Te pedimos que cuentes con nosotros para salvar este mundo nuestro. Que nos encuentres hoy alegres y dispuestos a echarte una mano, porque sabemos que nosotros solos no podemos, pero contigo a nuestro lado somos invencibles. 

Así te lo pedimos. Así sea.


Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 16-21

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.






martes, 26 de abril de 2022

MEDITACIÓN MARTES II DE PASCUA C (P. Damián Ramírez)

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 13-16


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 

«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».





lunes, 25 de abril de 2022

MEDITACIÓN LUNES II DE PASCUA C (P. Damián Ramírez)

"Fueron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban" (Mc 16,15-20)

Señor Jesús, comienza esta nueva semana y quiero pedirte que como aquellos también yo vaya a predicar el Evangelio por todas partes. Gracias por contar conmigo una jornada más.

Señor Jesús, te pido que acompañes mi misión confirmando mi palabra con las señales que creas convenientes. Haz que nunca piense que soy yo quien hace posibles las cosas por mis propias fuerzas, sino Tú con tu presencia, tu gracia y tu amor.

Señor Jesús, qué bonito leer que Tú cooperas con nosotros. Qué bueno saber que no vamos solos, sino bien acompañados. Qué suerte tenemos de ser, en medio del mundo, testigos de tu Evangelio. Te pido que hoy me hagas estar atento a tu llamada y a tu presencia. Que no me pierda nada. Que nada me distraiga de la misión que hoy me encomiendas: “Ir a predicar el Evangelio por todas partes”. Sin miedo.

Así te lo pido. Así sea.


Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo:
«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». 
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.


 





















domingo, 24 de abril de 2022

ORACIÓN SAN FIDEL DE SIGMARINGA


Señor Dios, 
que te has dignado conceder la palma del martirio a san Fidel de Sigmaringa cuando, abrasado en tu amor, se entregaba a la propagación de la fe, concédenos, te rogamos, que arraigados como él en el amor, lleguemos a conocer el poder de la resurrección de Jesucristo, que vive y reina contigo. Amén.

MEDITACIÓN DOMINGO II DE PASCUA C (P. Damián Ramírez)

¡Buenos días!

Jesús resucitado nunca falta a la cita del encuentro cada domingo en la Eucaristía. Que él hoy, como entonces, en este domingo de la Misericordia, aumente en nosotros la fe; así podremos salir diciendo, a los que nos encontremos por el camino de la vida: “Hemos visto al Señor”; somos su comunidad y queremos ser testigos de su presencia en medio de nosotros.

Adjunto en viñetas las obras de Misericordia espirituales y corporales para visualizarlas y rezar hoy con ellas. 

¡Feliz y bendecido Domingo!


 

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.





















sábado, 23 de abril de 2022

MEDITACIÓN SÁBADO OCTAVA DE LA PASCUA (P. Damián Ramírez)

Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 9-15

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: 
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».


 



































viernes, 22 de abril de 2022

EL AMOR Y EL INTERÉS (Ramón de Campoamor)

Sentía envidia y pesar
una niña que veía
que su abuela se ponía
en la garganta un collar.
- ¡Necia! -la abuela exclamó-.
¿Por qué me envidias así?
Este collar irá a ti
después que me muera yo-. 
Mas la niña que aún no vela
con la ficción la codicia,
le pregunta sin malicia:
- Y ¿morirás pronto, abuela?

MEDITACIÓN VIERNES OCTAVA DE LA PASCUA (P. Damián Ramírez)

«Es el Señor» (Jn 21,1-14)

Señor Jesús, ayúdanos a reconocerte en la vida. Ayúdanos a encontrarte hoy en los rostros de la gente, en los encuentros que tengamos con otros, en los saludos, en los abrazos, en las miradas y en todas esas cosas que sin estar programadas nos sorprenden y nos asombran. Que todo me ayude a confesar, como a Pedro, que Tú eres el Señor.

Señor Jesús, ayúdanos a reconocerte en la solidaridad con los demás, en el darnos sin esperar nada a cambio, en los gestos y palabras oportunas ante aquellos que peor lo están pasando. Ayúdanos a reconocerte en el compartir, en el escuchar con el corazón y en el deseo sincero de que a nadie le falte ni el pan ni la paz. Que todo me ayude a confesar, como a Pedro, que Tú eres mi Señor.

Señor Jesús, que a lo largo de esta nueva jornada también nosotros digamos “Es el Señor” al verte encarnado en los otros, en tantas Buenas Nuevas, en tantos signos de tu Reino, en tanta esperanza, en tanta belleza como nos rodea, en tanta vida, en tanto. Gracias, Señor, por esta nueva mañana. Ayúdanos a reconocerte vivo y verdadero. 

Así te lo pido. Así sea.


Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 1-14

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
Ellos contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. 
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos. 



























jueves, 21 de abril de 2022

MEDITACIÓN JUEVES OCTAVA DE LA PASCUA C (P. Damián Ramírez)

«Paz a vosotros» (Lc 24,35-48)

Señor Jesús, dame tu paz. Haz que me sienta en paz conmigo mismo. Haz que nada me quite la paz y si algo lo hace, que sepa rápidamente volver a recobrarla porque sé que vas conmigo. Dame esa paz tuya que reconforta el corazón y que relativiza todo cuanto no es importante.

Señor Jesús, hazme pacífico. Que en todo vea siempre posibilidades y no problemas; que en todo tenga una palabra de aliento y no de desesperanza; que en todo a ti te vea y viéndote recuerde tu saludo: “Paz a vosotros”. Que en todo cuanto vivo pueda ser instrumento de tu paz y ser en medio de los otros signo vivo de que se puede ser feliz siendo bueno, de que se puede vivir en paz aunque no siempre se gane.

Señor Jesús, hazme una persona de paz, pacífica y pacificadora. Que los demás al encontrarse conmigo sientan que a mi lado están seguros, tranquilos, escuchados y acogidos tal y como son. Que sea una persona de paz y bien en todo, y en todo practique esa paz y ese bien que hace más feliz a los demás y que también a mí me hace inmensamente feliz. 

Que hoy diga muchas veces “la paz contigo, hermano”, “la paz contigo, hermana”. 

Así te lo pido. Así sea.


Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se pr
esentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

































miércoles, 20 de abril de 2022

SANTA SARA DE ANTIOQUÍA, MÁRTIR


Hija de una familia rica, se casó con un funcionario de alto rango involucrado en la persecución iniciada por Diocleciano. Prefirió no bautizar a los niños en la ciudad, por lo que decidió hacerlo en Alejandría, donde vivía una comunidad próspera de cristianos que no eran todavía demasiado acosados por la persecución.

Durante el viaje, complicado por una tormenta, con el barco a punto de hundirse, Sara se hirió el pecho con un cuchillo, y con su sangre marcó una cruz en la frente de los dos hijos. Los sumergió tres veces en agua de mar e invocó a la Trinidad, según el rito del bautismo. La tormenta pasó y el barco llegó al puerto de Alejandría. Sara se fue a visitar al obispo Pedro, para que bautizara a sus hijos. A la hora de recibir el bautismo, sin embargo, pasó un hecho inexplicable: cada vez que Sara se acercaba para que los hijos recibieran el sacramento, el agua se congelaba al instante. Sara preguntó al obispo, el cual, una vez sabido del bautismo administrado en un momento de gran peligro, aseguró de la validez del sacramento ya impartido.

Sara volvió a Antioquía con sus hijos. Al llegar a casa relató los acontecimientos a su marido Sócrates, quien informó a su comandante Diocleciano. Este llamó a Sara y la inquirió con dureza, y por miedo ella se encerró en un silencio total. Irritado por la actitud de la mujer, la condenó a la hoguera con sus dos hijos.

MEDITACIÓN MIÉRCOLES OCTAVA DE PASCUA C (P. Damián Ramírez)

¡Quédate con nosotros porque atardece! (Lc 24,13-35)

Señor Jesús, atardece cuando no somos capaces de buscarte.
Atardece cuando no somos capaces de encontrarte en medio de la vida.
Atardece cuando tiramos la toalla y creemos que no hay nada que hacer.
Atardece cuando nos conformamos con ese “es lo que hay” y no luchamos más.
Atardece cuando solo y siempre vemos el vaso medio lleno.
Atardece cuando no salimos fuera, allí donde la primavera despliega su esplendor y preferimos quedarnos dentro, al resguardo, por si acaso.
¡Porque atardece, quédate con nosotros!
Señor Jesús, atardece cuando en la fracción del pan no te reconocemos.
Atardece cuando nuestra casa es sólo nuestra.
Atardece cuando no nos dejamos enseñar por Ti mientras caminamos.
Atardece cuando el dolor, el mal y la impotencia se hacen fuertes en nosotros.
Atardece cuando no sentimos a los demás como hermanos.
Atardece, Señor, cuando pretendemos en todo ser los primeros, los más fuertes, los más independientes, los más autosuficientes.
Atardece cuando queremos ser inmortales y olvidamos que estamos llamados a ser eternos.
¡Porque atardece, quédate con nosotros!
Señor Jesús, atardece cuando no llevamos la alegría dentro.
Atardece cuando nos cuesta sonreír.
Atardece cuando, a pesar de tener de todo, nos invade la tristeza y no somos capaces de reponer el ánimo porque no andamos en amor.
Atardece cuando las palabras que pronunciamos están vacías y no dicen nada o expresan justo lo contrario de lo que somos y sentimos.
Atardece cuando olvidamos agradecer tanto bien recibido y sobrevivimos contentándonos con lo mediocre.
Atardece cuando en nuestra vida no está el Señor, cuando no le vemos y profesamos resucitado.
¡Porque atardece, quédate con nosotros!
Atardece... Señor Jesús, quédate en nuestra casa hoy.
Míranos a los ojos, siéntate en nuestra mesa, cuéntanos tu historia, enamora nuestro corazón.
Así te lo pedimos. Así sea.


Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13-35

Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana la sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». 
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.




ORACIÓN

Señor Jesús, que en nuestra vida te podamos reconocer al partir el pan, especialmente, desde el amor sin egoísmos a nuestros hermanos necesitados, tus predilectos. Que no pases inadvertido por nuestra vida, cuando te acercas y caminas a nuestro lado y que nuestro corazón arda por la presencia viva de tu Santo Espíritu para que cada día nos adhiramos a ti con el mismo convencimiento y amor por la causa del Reino de Dios de una vida digna y justa para todas y todos, Amén.
 

martes, 19 de abril de 2022

ORACIÓN A SAN EXPEDITO (2)

¡Señor Jesús, acudo a tu auxilio! ¡Virgen Santísima, socórreme! 
San Expedito, tú que lleno de valor abriste tu corazón a la gracia de Dios y no te dejaste llevar por la tentación de postergar tu entrega, ayúdame a no dejar para mañana lo que debo hacer hoy por amor a Cristo.
Ayúdame desde el cielo a renunciar a todo vicio y tentación con el poder que Jesús me da.
Que yo sea diligente, valiente y disciplinado al servicio del Señor, y no me acobarde ante las pruebas.
Tú que eres el santo de las causas urgentes, te presento mi necesidad (decir la intención).
Sobre todo te pido que intercedas por mí para que persevere en la fe, y así llegue al gozo del cielo con Cristo, con la Virgen María, los ángeles y los santos. Amén. 

MEDITACIÓN MARTES OCTAVA DE PASCUA (P. Damián Ramírez)

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 11-18

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice.
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, ande, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: 
«He visto al Señor y ha dicho esto».