Soy el farolero de la Puerta del Sol,
cojo mi escalera y enciendo el farol.
Después de encendido me pongo a contar,
y siempre me sale la cuenta cabal.
Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho, y ocho dieciséis,
y ocho veinticuatro y ocho treinta y dos,
¡Ánimas benditas, me arrodillo yo!
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