Omnipotente Dios y Señor mío, corre mi corazón a recibir con suma ansia y reverencia el Sacramento de tu Hijo y Señor mío Jesucristo. Voy, Dios mío, como el ciervo a la fuente de las aguas, el ciego a buscar la luz, el pobre a buscar socorro, el necesitado de todo al todo rico, todo liberal y todo misericordioso. Suplico, pues, Dios mío, a esa liberalidad y largueza sobre toda largueza y liberalidad, que cure mis enfermedades, sane mis heridas, lave mis manchas, alumbre mis tinieblas, socorra mis necesidades, cubra mi desnudez y gobierne mis potencias, sentidos y facultades.
Concédeme, Señor, que dignamente reciba este Pan de los Ángeles, Rey de reyes, Señor de los señores, Criador de todo lo criado, gozo, consuelo, remedio de todas las criaturas. Recíbale, Señor, con tanta reverencia y humildad, con tan grande contrición, con tan pura intención y tierna devoción, con tan constante fe, cierta esperanza, ardiente caridad y con tan profunda humildad, que mi alma sea sana y salva. Concédeme el Cuerpo, Alma, Divinidad y Humanidad de tu Hijo Jesucristo, Señor mío. Dame en Él, con Él y por Él los tesoros de la gracia y las prendas de la gloria. Concédeme aquel mismo que nació y salió del tálamo virginal de su Madre la Virgen María. Concédeme que con Él eternamente me una, me estreche, me enlace, me incorpore y entre sus espirituales miembros sea yo en la gloria contado. Concédeme con tu Hijo preciosísimo, el don santo de la perseverancia en lo bueno y una eficaz gracia de apartarme y resistirme a todo lo malo. Concédeme, que a este mismo Jesús, Señor y bien de mi alma, que ahora he de recibir sacramentado, le vea en la gloria manifiesto, alabado, y adorado por todos los siglos de los siglos. Amén.
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