sábado, 21 de septiembre de 2013

ORACIÓN DE SANACIÓN DE LOS RECUERDOS (PADRE EMILIANO TARDIF)



Padre de bondad, Padre de Amor, yo te bendigo, te alabo y te doy gracias porque, por amor, nos has dado a Jesús.
Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu comprendemos que Él es la Luz, la Verdad y el buen Pastor que ha venido para que tengamos vida en abundancia.
Hoy, Padre, quiero presentarme: me conoces por mi nombre. Me presento a ti para que pongas sobre mi vida tu mirada de Padre. Tú conoces mi corazón y todas las heridas de mi historia. Tú sabes todo lo que he querido hacer y no he hecho. Tú sabes lo que he hecho y el daño que me han hecho. Tú conoces mis límites, mis errores y mis pecados. Tú conoces mis traumas y los complejos de mi vida.
Hoy, Padre, te pido, por el Amor de tu Hijo Jesús, que derrames tu Espíritu Santo sobre mí, para que el calor de tu Amor sanador penetre hasta lo más íntimo de mi corazón.
Tú que sanas los corazones desgarrados y vendas las heridas, sáname. Padre, entra en mi corazón como entraste en la casa donde estaban tus discípulos acobardados. Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: «La Paz esté con vosotros». Entra en mi corazón y llénalo de tu Paz. Llénalo de tu Amor. Sé que el Amor expulsa el miedo. Entra en mi vida y sana mi corazón.
Sabemos, Señor, que lo haces cada vez que te lo pido y te lo pido ahora con María, Tu Madre. Ella que estuvo en las bodas de Caná, cuando ya no tenían vino, Tú respondiste a su deseo transformando el agua en vino.
Cambia mi corazón; dame un corazón generoso, afable, lleno de bondad. Dame un corazón nuevo. Haz brotar en mí los frutos de tu presencia. Dame los frutos de tu Espíritu, que son: Amor, Paz y Alegría. Haz que descienda sobre mí el Espíritu de las Bienaventuranzas para que pueda saborear y buscar a Dios cada día viviendo sin complejos ni traumas junto a mi cónyuge, familia y hermanos.
Te doy las gracias, Padre, por lo que haces hoy en mi vida. Te doy gracias con todo mi corazón porque eres Tú quien me sana, me libera y quien rompe mis cadenas y me devuelve mi libertad. Gracias, Señor porque soy templo de tu Espíritu y éste templo no puede ser destruido porque es la Casa de Dios. Te doy gracias Señor por el don de la fe y por el amor que has puesto en mi corazón. ¡Bendito y alabado seas siempre, Señor!

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