Chai Cai vivía en una aldea de montaña de China. En cierta ocasión que se encontraba leyendo un libro antes de acostarse llamaron a la puerta de su casa. Eran los padres de Yue Len, su compañera de ajedrez, que la buscaban desesperadamente. Hacía ya tres horas que debía haber regresado a casa.
- Ha estado aquí toda la tarde - dijo Chai Cai. Hemos estado jugando y charlando, pero hace unas cuatro horas que se marchó, antes de oscurecer.
Los padres de Yue Len preguntaron entonces a los vecinos. Y los vecinos dijeron que la vieron entrar a casa de Chai Cai pero no la vieron salir, y comenzaron a murmurar: "Ya decía yo que el viejo pasaba mucho tiempo con la niña"- decía uno. "Habrá abusado de ella, seguro"- decía otro. "Chai Cai es un pederasta, que nos diga qué ha hecho con Yue Len". "La habrá matado". "Puerco anciano, sinvergüenza, hay que avisar a la policía"... Todos estaban convencidos: Chai Cai había abusado de la niña, la había matado y luego, amparándose en la oscuridad de la noche, la había llevado hasta algún barranco y arrojado a algún lugar inaccesible.
Chai Cai, que había salido fuera al oír los gritos de la gente. No podía creer lo que estaba sucediendo. En sus 145 años había tenido una conducta ejemplar, pero ahora los vecinos lo miraban y veían que tenía cara de pederasta y asesino, su mirada era la de un criminal e incluso sus gestos lo delataban como un viejo asqueroso y depravado. Avisaron a la policía de la comarca y se presentaron cuatro oficiales en apenas unos minutos; afortunadamente porque algunos ya proponían linchar a Chai Cai. Todas las pruebas lo acusaban: Pasaba mucho tiempo con la niña, fue la última persona que la vio, y en el interior de su casa hallaron unos envoltorios de caramelos con los que la habría engatusado. Mientras se lo llevaban la gente le escupía y le tiraban piedras. Una de ellas le abrió la cabeza y comenzó a sangrar abundantemente.
- ¡Asesino!¡Criminal! - gritaba la turba enfurecida. ¡Dinos qué has hecho con su cuerpo, pervertido! - vociferaban con saña.
Y la policía se llevó a Chai Cai para interrogarle en sus dependencias. Y Chai Cai lloraba amargamente... Y quería morir.
Los padres de Yue Len y los demás vecinos de la aldea, provistos de antorchas, se dirigieron a los barrancos cercanos para buscar el cadáver de la niña. No podían esperar a la luz del día siguiente. Eran las tres de la madrugada. Pero no tuvieron que andar mucho. Por uno de los senderos vieron aparecer a Yue Len. Sus padres la abrazaron y besaron llorando de alegría.
- ¿Qué te ha ocurrido, hija? ¿De dónde vienes?
- Es que Chai Cai me estuvo contando otra vez la leyenda del viejo de la montaña, sentí curiosidad, y antes de ir para casa decidí subir, pero no me di cuenta y cayó la noche enseguida. Me desorienté y no encontraba el camino, hasta que por fin vi las luces de la aldea y escuché gritos. Lo siento, no pensé muy bien lo que hacía.
- Vamos, hija, no te preocupes, pensamos que te había pasado algo.
Nadie se atrevía a mirar a nadie. Nadie decía nada. Nadie llamó a la policía. Todos se fueron para sus casas. Todos se acostaron. Todos durmieron. Y Chai Cai, el criminal de 145 años, lloraba amargamente en su celda.
Al día siguiente lo dejaron libre.
- Al parecer ha habido un error. Cuando hemos llamado para organizar la búsqueda, nos han dicho que la niña está en su casa perfectamente, que se había desorientado en el bosque - le dijo un oficial de policía.
El anciano no dijo nada. Echó a andar. No paró hasta que llegó a su montaña. Se sentó en lo más alto, encima de una roca.
- ¡Maldita sea la gente! Y de nuevo rompió a llorar. Luego se quedó inmóvil y entró en una profunda meditación. Al amanecer del tercer día se levantó, alzó los brazos y con un pequeño impulso se elevó en el aire y comenzó a volar lentamente, luego más deprisa y finalmente a gran velocidad. Llegó a Orlando y descendió directamente junto al ratón Mickey en Disneylandia ante el estupor general. Pidió por favor que le hicieran una foto. El disparo de la cámara hizo para Chai Cai las veces de disparo de una pistola. En ese instante el hombre más viejo del mundo murió. Era el 27 de noviembre de 2010.
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