Un hombre bueno dio de comer en su casa a una familia muy pobre. Ellos, agradecidos, quisieron devolverle el favor y lo invitaron también a la suya para compartir lo que tuvieran ese día para la cena. Él, consciente de lo poco que tenían, sintió lástima y les dijo amablemente que no se preocuparan. Rechazó la invitación. Ellos, en silencio, se alejaron de la casa y no volvieron a pedirle nunca más a este hombre nada, aunque, algunas veces, les faltaba lo necesario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario