Confórtalos, Señor, en este desastre. Sé su roca, cuando la tierra no deja de sacudirse, y refúgialos bajo tus alas cuando sus casas ya no existan. Envuelve en tus brazos a los que murieron de repente este día. Consuela los corazones de los que lloran y alivia el dolor de los que están al borde de la muerte.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y siempre. Amén.
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