Se cuenta que en una localidad del interior un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia que vivía haciendo pequeños mandados por limosnas.
Diariamente algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 40 reales y otra de menor tamaño, pero de 200 reales.
Él siempre cogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no se había dado cuenta de que la moneda de mayor tamaño valía menos, y este le respondió:
- Lo sé, no soy tan tonto, vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra se acaba el jueguecito y no voy a ganar más mi moneda.
Conclusiones de la historia:
1ª) Quien parece tonto no siempre lo es.
2ª) ¿Quiénes eran los verdaderos tontos?
3ª) Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
4ª) Podemos estar bien, aunque los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros.
5ª) Lo que importa no es lo que piensan de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.
El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente.
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