Te pido, Cristo Rey, que me acompañes en esta bella jornada que estoy por iniciar.
Camina junto a mí, Jesús, y no permitas que me pierda por el ruido, la tensión y la rutina.
Que toda acción, por más repetitiva que sea, la convierta en una labor extraordinaria que alabe y dé gloria a todas las bendiciones que recibo siempre de Ti, dulce Jesús.
Me encomiendo a Ti y a todos los que amo. Amén.
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