jueves, 30 de enero de 2020

PLEGARIA DE LOS MAYORES

Benditos sean los que comprenden mis pasos vacilantes y mis manos temblorosas.
Benditos los que saben que mis oídos van a tener hoy dificultades para oír.
Benditos los que aceptan mi vista cansada y mi espíritu ralentizado.
Benditos los que apartan benévolos sus ojos cuando se me cae el café en el desayuno.
Benditos los que, sonriendo, se paran a charlar conmigo un momento.
Benditos los que nunca me dicen: "Ya es la segunda vez que me cuentas hoy esa historia".
Benditos los que tienen tino para hacerme evocar mis días felices de otros tiempos.
Benditos los que hacen de mí un ser amado, respetado y no abandonado.
Benditos los que suavizan con su amor los días que me quedan en este último viaje hacia la casa del Padre.

CUÁNTO CUESTA UN MILAGRO

Micaela, una niña de ocho años oyó a sus padres decir que su hermanito Andrés estaba muy enfermo y que ellos no tenían el dinero necesario para pagar la operación que podría salvar su vida. «Sólo un milagro puede salvarlo», les oyó decir.
Micaela, fue a su habitación y sacó de un frasco todos sus ahorros. Vació el contenido y con todas las monedas que tenía fue a la farmacia. Esperó con paciencia al farmacéutico que estaba muy ocupado hablando con otro hombre.
Por fin, molesto, le preguntó. - ¿Qué necesitas? -  Estoy conversando con mi hermano que vino de Chicago y al que no he visto en mucho tiempo – añadió, sin esperar que la niña respondiera su pregunta.
- Es por mi hermano, dijo la niña - está muy enfermo y quiero comprarle un milagro.- ¿Cómo? - preguntó el boticario.- Se llama Andrés y tiene algo muy malo que le está creciendo dentro de la cabeza. Dice mi papá que sólo un milagro le puede salvar. ¿Cuánto cuesta un milagro?
- Aquí no vendemos milagros, lo siento, pero no puedo ayudarte - contestó éste, con un nudo en la garganta.

- Mire, tengo dinero para pagarlo. Si no es suficiente, conseguiré lo que falte. Dígame cuánto cuesta.
El hermano del farmacéutico era un hombre muy elegante. Se inclinó, y preguntó a la niña:- ¿Qué clase de milagro necesita tu hermano?- No sé, respondió Micaela, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Lo que sé, es que está muy enfermo y dice mamá que necesita una operación, pero como mi papá no puede pagarla, quiero hacerlo yo con mi dinero.
- ¿Cuánto tienes? -preguntó el señor que venía de Chicago-. -Un dólar y once centavos -respondió Micaela con voz apenas audible-. Es todo lo que tengo, pero si hace falta, puedo conseguir más.
- ¡Qué casualidad! -dijo sonriendo-, un dólar y once centavos es justo lo que cuesta un milagro para tu hermanito. Seguidamente, el hombre recogió el dinero en una mano y con la otra tomó la mano de la niña y le dijo:- Llévame a tu casa. Quiero ver a tu hermano y conocer a tus padres, para ver si tengo la clase de milagro que necesitas.
Aquel hombre bien vestido era el Dr. Carltom Armstrong, especialista en neurocirugía, quien realizó la delicada operación. Al poco tiempo, Andrés se había restablecido totalmente.
La madre emocionada comentó: Esta operación fue un milagro. ¿Cuánto habrá costado? Micaela sonrió. Sabía exactamente cuánto costaba un milagro: un dólar y once centavos...

Cuando Jesús les dijo a sus apóstoles que deberíamos ser como niños, se refería a la FE que debemos tener para alcanzar las metas inalcanzables.

Micaela es un gran ejemplo, ella salió de su casa convencida de conseguir el milagro para su hermano, solo porque en su fe e inocencia estaba el verdadero amor de Dios.
Para dar vida y hacer feliz a alguien basta una sonrisa, una buena palabra, un abrazo sincero.

SI YO FUERA MAYOR (Pablo García Baena)

Si yo fuera mayor,
lo cual parece casi imposible,
amaría los ríos limpios entre las aneas,
el arco de las truchas,
las ocas paseando una tras otra por la orilla,
bobas y solteras como señoritas puritanas,
la campana sonando lejana en la heredad,
todo como lo viera alguna vez
en un paraje nórdico.
Y allí, bajo el árbol de la vida,
sentarme a leer un libro hermoso,
ya leído.

viernes, 24 de enero de 2020

ORACIÓN AL PADRE PÍO POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

Hay que vaciar el purgatorio con nuestras oraciones. Abrid vuestro corazón cara a los cielos, para que descienda sobre él el rocío benéfico. (Padre Pío)

Querido Padre Pío, tú que tanto amas y nos enseñaste a amar a las almas del Purgatorio, por las que te has ofrecido como víctima que expió sus penas, ruega a Dios Nuestro señor para que ponga en nuestros corazones sentimientos de compasión y amor por estas almas.
También nosotros ayudaremos a las almas del Purgatorio y reduciremos sus tiempos de destierro y de gran aflicción. Ganaremos para ellas, con sacrificio y oración, el descanso eterno, y las santas indulgencias necesarias para sacarlas del lugar del sufrimiento.
Oh Señor, Padre Jesucristo, te suplico que salves a los pecadores y los libres pronto del tormento del Purgatorio. Amén.

ORACIÓN AL SANTO SUDARIO PARA LIBERACIÓN DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Hijo de Dios y Señor nuestro, que nos dejaste las señales de tu Pasión en la Sábana santa en la que fue envuelta tu cuerpo.
Santísimo es el sudario donde fue envuelto el cuerpo de Cristo, descendido por José de Arimatea de la santa Cruz, instrumento de la muerte de nuestro Señor Jesús.
Concédenos, oh piadosísimo Señor, que por tu muerte y sepultura santa, y por los dolores y angustias de tu Santísima Madre María, Señora nuestra, sean llevadas las almas del Purgatorio a la gloria de tu Resurrección, donde vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.