Buenos días. Hoy martes el Señor nos invita al banquete del Reino de Dios. Y lo más hermoso es que no nos obliga, sino que somos libres de aceptar su invitación o rechazarla. Si aceptamos esa invitación seremos todos miembros del Cuerpo de Cristo, llamados a construir la Iglesia. Una Iglesia que se compone de diferentes carismas que nos permiten hacer un mundo mejor. Seamos buenos, confiemos en Dios y que nuestro amor a Dios y al prójimo sea real.
Texto del Evangelio (Lc 14, 15-24): En aquel tiempo, dijo a Jesús uno de los que comían a la mesa: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!». Él le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: ‘Venid, que ya está todo preparado’. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses’. Y otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses’. Otro dijo: ‘Me he casado, y por eso no puedo ir’. Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: ‘Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos’. Dijo el siervo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio’. Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa’. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena».
“Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos” (Lc 14, 15-24)
Señor Jesús, ¡si vieras cómo están nuestras calles y plazas de gente sin hogar, sin casa, sin alimento, sin ropa para vestirse, sin higiene, sin esperanza! Nosotros no necesitamos salir corriendo para encontrarlos, es el pan nuestro de cada día. Y cada día son más. ¿Qué no estamos haciendo? ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Qué nos ocurre que vivimos y dormimos tranquilamente sin que tanta injusticia nos despierte, nos conmueva y nos comprometa? ¿Qué nos pasa, Señor?
Señor Jesús, en la oración de hoy te pido que despiertes mi conciencia, que me sienta conmovido y revuelto por la vida destruida de tantos, que salga a las calles y plazas a saber de ellos, a atenderlos, a buscar soluciones, a quererlos, a buscarles casa y pan, educación y salud, horizonte y futuro.
Señor Jesús, que los últimos no sean para nosotros algo que tiene que haber, sino algo que convierta nuestro corazón y nos haga reaccionar en un mundo tan ciego, tan indiferente y tan injusto con los más débiles.
Señor Jesús, despiértanos. Haz que respondamos a los gritos de tantos hermanos que apenas tienen ya voz. Y sigue Tú no aceptando nuestras excusas.
Así te lo pido. Así sea.

































