Lectura del santo evangelio según san Lucas 18,35-43
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.
Te pedimos, Padre, por nuestra Iglesia, que apartes a todos quienes le intentan hacer daño y gastan sus fuerzas por el mal de la Iglesia; te pedimos que cambies sus corazones y nos des sabiduría para siempre estar firmes en la fe y que por intercesión de san José Pignatelli sepamos cómo defender nuestra santa Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Buenos días. Es viernes y recordamos hoy las maravillas que Dios ha creado, y nos preguntan las lecturas por qué no somos capaces de descubrir a Dios en lo sencillo. Por eso, en el evangelio, Jesús explica que los hombres, en tiempos de Noé y Lot, vivían sus vidas, pero no descubrieron la profundidad de Dios, y sus vidas se apartaron de Él. Hoy nos invita Jesús a encontrar la Verdad de Dios, convirtiéndonos y siendo capaces de amar con sinceridad y entrega al Dios creador de todo. Seamos buenos, confiemos en Dios y proclamemos sus maravillas en nuestra vida.
Texto del Evangelio (Lc 17, 26-37): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste. Aquel día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada». Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?». Él les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres».
“Sucederá también en los días en que venga el Hijo del hombre” (Lc 17, 26-37)
Señor Jesús, termina la semana. Estamos orgullosos y agotados, contentos por un lado y preocupados por otro. Necesitamos una inyección de optimismo, de buena onda, de alegría, de ánimo compartido. Pero tu Evangelio de hoy… estas palabras tan duras, tan de final.
Señor Jesús, aunque las lecturas del final del año litúrgico nos sitúan en el final del mundo, en ese ambiente apocalíptico, y aunque a nuestro alrededor estamos contemplando escenas que nos gustaría que jamás hubieran visto nuestros ojos (guerras que no terminan, corrupción, deterioro de la convivencia, crispación política, pobreza…), nosotros hoy queremos mirar al horizonte, renovar la esperanza, esa que no defrauda; nos adelantamos un poco y nos conectamos a la dinámica de adviento que en dos semanas iniciaremos.
¡Entiéndenos! Necesitamos luz para seguir caminando. Y sabemos, Señor Jesús, que si pretendemos guardar la vida la perderemos y que si la entregamos la ganaremos, por eso andamos regalando vida a raudales en casa, en la escuela, en el trabajo, en la comunidad...
Y por eso hoy te digo:
- dame sentido del humor
- dame motivos para el optimismo
- dame la capacidad de dibujar horizontes
- dame el don de mirar con misericordia
- dame la capacidad de abrazar como Tú
- dame la fuerza para echarme a la espalda lo que pese
- dame la sencillez para seguir sonriendo
- dame la grandeza de ser pequeños
- dame el don de ser hija e hijo del Padre.
Señor Jesús, gracias una jornada más por renovar tu alianza con nosotros. Gracias por queremos tanto. Estate con nosotros.
Así te lo pido. Así sea.
Oh Dios, que en los humildes y en los pequeños manifiestas admirablemente las grandes obras de tu gracia, te rogamos que, por intercesión del beato Artémides Zatti, podamos reconocer y servir, en los hermanos que sufren, el rostro de Cristo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Oh Dios misericordioso, que nos diste en el gran san Homobono un defensor de los niños pobres, pues usaba su dinero para financiar su educación, te ruego me concedas por su intercesión que no fracase yo en mis estudios, para que con ellos pueda darte gloria y trabajar por el bien de mis hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Buenos días. Es jueves, recemos por las vocaciones. Aprendamos hoy a descubrir el Reino de Dios. Las lecturas de hoy podrían unirse, e identificar perfectamente la Sabiduría con el Reino de Dios. Jesús explica que el Reino de Dios está en medio de nosotros, que no llega aparatosamente, sino que hay que estar atento para que no nos distraigamos con el ruido del mundo; como nos dice el libro de la Sabiduría, es sutil y lo penetra todo. ¿Seremos capaces de hacer silencio y dejarnos llenar de su Presencia Salvadora? Seamos buenos y confiemos en Dios, que su Palabra es sabiduría eterna.
Texto del Evangelio (Lc 17, 20-25): En aquel tiempo, los fariseos preguntaron a Jesús cuándo llegaría el Reino de Dios. Él les respondió: «El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: ‘Vedlo aquí o allá’, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros». Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: ‘Vedlo aquí, vedlo allá’. No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación».
“El reino de Dios ya está entre vosotros” (Lc 17, 20-25)
Señor Jesús, ¡con lo que nos gusta a nosotros el espectáculo, el que se sepa quiénes somos, qué currículo nos avala, de qué somos conocidos, a quién conocemos que pueda influir en no sé qué temas, lo que nos chifla que hablen bien de nosotros y que por pequeño que sea lo que hagamos haya ruido y fuegos artificiales que lo anuncien! ¡Cómo vamos a entender que tu Reino viene sin mucho atrezzo, que se hace presente en lo cotidiano de cada jornada y que se ve en lo pequeño, en lo simple y en lo insignificante!
Señor Jesús, ayúdanos a entender qué significa que tu Reino ya está entre nosotros. Ayúdanos a comprender que, o nos habitas o no te conocemos, que o te haces vida en nuestra vida o nuestro creer es puro artificio, que o nuestras acciones hablan de ti o solo hablamos de nosotros mismos y de nuestros reinos. Ayúdanos hoy a encontrarte en nuestro diario vivir y a ser constructores de tu Reino en todo aquello en lo que estemos implicados.
Señor Jesús, hazme gustar internamente qué significa que tu Reino está entre nosotros, dentro de mí, ¡qué privilegio es ese y qué gran responsabilidad! Hazme digno de tu reino. Reina en mí. Y en los que tengo cerca de mí.
Así te lo pido. Así sea.
Ángel de caridad san Estanislao, me gozo contigo de aquella ardiente llama de amor que conservó siempre elevado y unido a Dios tu corazón puro e inocente, y te suplico humildemente me alcances tal fuego divino que consuma todos los afectos terrenos y me inflame tan sólo el amor celestial.
Ángel de pureza y caridad san Estanislao, me gozo contigo de tu muerte dichosa, originada por el deseo de contemplar a María el día de su asunción al cielo y causada por un ímpetu amor hacia Ella; doy gracias a María por haber querido escuchar tus deseos y te pido, por tu muerte dichosa, que me alcances de la Santísima Virgen una muerte tranquila bajo tu protección.
Oh Dios, que entre las maravillas de tu sabiduría infundiste, aún en la tierna edad, la gracia de una santidad madura, te suplicamos nos concedas que, a ejemplo de san Estanislao, rescatando el tiempo con fervorosa actividad, nos apresuremos para entrar en el descanso eterno. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
Buenos días. Hoy miércoles la Sagrada Escritura nos muestra de dónde viene el auténtico poder. Dios nos ha creado a todos, y a cada uno le da una tarea, y nos enseña su palabra, sabiduría divina, para que nos ayude a vivir y llegar a la salvación. Por eso, la lectura de la Sabiduría especifica que los que han recibido la responsabilidad sobre sus hermanos deben cuidar de ellos. Este es el ejemplo que pone el evangelio, Jesús tiene poder y los leprosos creen en su poder, y cumplen con su mandato de presentarse ante la autoridad terrena para que puedan volver a llevar una vida normal, pero sólo un leproso da gracias a Dios por todo y este no sólo queda curado sino también salvado por su fe. Seamos buenos y confiemos en Dios, que cuida de todos sus hijos y nos pedirá cuentas de cómo nos cuidemos entre nosotros.
Texto del Evangelio (Lc 17, 11-19): Un día, de camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes». Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?». Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».
Gracias, Señor por el nuevo día.
Gracias por el sol que nos calienta e ilumina.
Gracias por la luna que alivia oscuridades.
Gracias por el viento, los árboles, los animales...
Gracias por la casa que nos acoge y protege.
Gracias por las sábanas, las toallas y los pañuelos.
Gracias por poder vestir cada día ropa limpia.
Gracias por el agua que brota en cada grifo.
Gracias por los alimentos de la despensa y la nevera.
¡Cuantas cosas tenemos, Señor, y a veces no somos conscientes!
Y sobre todo, Señor, gracias por tu amistad, tu perdón y tu compañía.
Gracias por el cariño de los amigos y la familia.
Gracias por las personas que hoy me ayudarán a sonreír y a seguir adelante.
Gracias por las personas a las que hoy podré amar y servir.
¡Gracias, Señor!
Oh piadoso san Martín Caballero, hoy me dirijo hacia ti con mucha fe y respeto para que tengas la misma misericordia que tuviste en vida con el mendigo y con algunas personas que requerían de tu ayuda. Tú que de la forma más noble repartiste lo que tenías, no me desampares en estos momentos de extrema necesidad.
Te imploro que intercedas por mí ante el Señor Todopoderoso para encontrar una solución efectiva a todos mis problemas económicos, a las deudas que tanto me preocupan y a la desgracia que he tenido en los negocios y en mi vida profesional en general.
Oh santo Martín, eleva mis plegarias hasta el cielo para que Dios permita que mis caminos se iluminen y puede elegir el mejor para salir de tanto desosiego, luego de que Él pueda escuchar cada una de mis súplicas y atender por completo mi petición: (en este punto debes dar detalles sobre lo que esperas conseguir con la ayuda de San Martín Caballero, en cuanto a tu vida financiera).
Ayúdame a conseguir los recursos necesarios para vivir en paz y tranquilidad y bendice mi vida para tener éxito en cada negocio que emprenda, o en el desarrollo de mi carrera profesional. Así como diste tu mano a aquel mendigo en tiempos pasado, dámela ahora a mí para tener una pronta solución a mis inconvenientes. Deposito toda mi confianza en ti, hoy y siempre. Amén.
Buenos días. Hoy martes la Palabra de Dios nos presenta una palabra: gratis (gracia). Y en el evangelio nos enseña que debemos actuar con coherencia. El libro de la Sabiduría lo expresa diciendo que los fieles a su amor reciben gracia y misericordia. Ser fiel significa que somos servidores de Dios y de los hermanos, que lo que hacemos deber ser por amor sincero, gratis. Porque si hemos recibido su Gracia, gratuitamente, así debemos darla, sin importar la recompensa del mundo, sino la alegría que siente nuestro corazón por ser justos. Seamos buenos, confiemos en Dios y bendigamos su misericordia para con nosotros.
Texto del Evangelio (Lc 17, 7-10): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’. ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’. ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: ‘Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer’».
“Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”
Señor, ¿merece la pena decir la verdad? ¿trae cuenta renunciar a caprichos? ¿tiene sentido ser generoso y compartir? ¿qué voy a recibir por ser buen cristiano? ¿qué me vas a dar por seguirte?
A veces siento, Señor, que no merece la pena, que es mejor buscar únicamente mi interés dejar de sentir los problemas de los demás y vivir la vida alegremente, sin renunciar a nada.
Así lo siento... y no me gusta esta sensación. Sé qué Tú das el ciento o el mil por uno, incluso el cien por cero o el mil por nada, que Tú pagas sin saber si vas a recibir algo; pero a veces no lo siento así, Señor, y te pido que me ayudes a experimentarlo.
Señor, ayúdame a comprender y a sentir que amar y servir a los demás es un regalo, que vivir en la verdad es una gracia tuya, que Tú haces posible mi esfuerzo y mi renuncia, que seguirte y estar a tu lado es el mejor don, que somos pobres siervos y sólo hacemos lo que tenemos y debemos hacer.
Así te lo pido. Así sea.
Buenos días. Comenzamos el lunes y hoy el Señor nos habla de descubrir la fe, que nos ayuda a dar ejemplo de que somos verdaderos cristianos. Y una señal de ser cristiano es el perdón. Perdonar es una cualidad divina; perdonar es de sabios, porque el perdón libera, pero descubrir esta gracia es difícil porque nuestro mundo nos quiere confundir y hacernos creer que el yo, el egoísmo es la verdadera sabiduría, pero nuestro corazón sabe que la verdad está en Dios y perdonar y ser ejemplos de amor es lo que nos hace auténticos hijos de Dios. Seamos buenos y confiemos en Dios, que conoce nuestros corazones.
Texto del Evangelio (Lc 17, 1-6): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros mismos. Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás». Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe». El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido».
Señor, no nos dejes caer en el "ojo por ojo" o en el "diente por diente"; no permitas que me deje llevar por la rabia o por los deseos de venganza. Ayúdame a seguir amando a quién se equivoca, a quien me hace daño.
Dame sabiduría para convertir el dolor en compasión afectiva y efectiva. Enséñame a rezar por las personas que me han herido con sus palabras y obras; a corregir sin humillar, por amor, con delicadeza, buscando el bien del otro.
Dame amor para no criticar a la espalda, para corregir a la cara, a solas. Si no me hace caso, que no me dé por vencido y busque la ayuda de otras personas y de la comunidad. Y si, ni aún así, no se corrige, dame la paz del que hace todo lo posible para solucionar un problema.
Señor, dame amor para corregir a quién se equivoca y mucha humildad para dejarme corregir cuando me equivoco yo.
Así te lo pido. Así sea.
El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él.
Buenos días. Es viernes, día de mirar nuestra semana y descubrir cómo mejorar. Por eso, las lecturas de hoy nos presentan una cualidad, la astucia. Jesús alaba la astucia del administrador infiel para proceder con los asuntos terrenales, invitándonos a ser también nosotros inteligentes para saber qué deberíamos hacer para el bien. Tenemos un modelo de comportamiento que san Pablo alaba, nos explica que si de algo tiene que gloriarse es de la sabiduría de Dios, que le ha llevado a servir de guía a los que no conocían a Cristo. Seamos nosotros astutos para escoger a Cristo, cuya sabiduría es infinita. Seamos buenos y confiemos en Dios, su victoria ha llegado hasta el confín de la Tierra.
Texto del Evangelio (Lc 16, 1-8): En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: ‘¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando’. Se dijo a sí mismo el administrador: ‘¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas’.
Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’. Respondió: ‘Cien medidas de aceite’. Él le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta’. Después dijo a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’. Contestó: ‘Cien cargas de trigo’. Dícele: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta’.
El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz».
Señor, gracias por todas las capacidades que me has dado. Ayúdame a reconocerlas y agradecerlas, a ponerlas al servicio de los demás, de tu Reino de justicia, verdad, amor y paz.
Que mi astucia y habilidad no se vuelque en alcanzar mis caprichos y busque el crecimiento de los más pequeños y pobres.
Que mi inteligencia no sirva para justificar mis errores, y me ayude a crecer en sinceridad y humanidad.
Que mi creatividad no sea egoísta ni aprovechada y abra nuevos caminos para la generosidad y el amor.
Que mi talento no se centre en perseguir mi bienestar y trabaje para construir el bien común y la paz.
Señor, gracias por todas las capacidades que me has dado. Ayúdame a reconocerlas y agradecerlas, a ponerlas al servicio de los hermanos, de tu Reino de justicia, verdad, amor y paz. Ayúdame para que a través de mi habilidad consiga la Santidad.
Así te lo pido. Así sea.
Buenos días. Recemos, hoy jueves, por las vocaciones, especialmente por la sacerdotal. Las lecturas nos muestran que somos de Dios, y como decía san Agustín, no descansaremos hasta que volvamos a Él. Pero lo más grande es que Dios mismo, como señala el evangelio, es el pastor de la parábola, que ha venido al mundo a buscar a las ovejas perdidas. Quiere encontrarnos y rescatarnos del pecado y de la muerte. Seamos buenos y confiemos en Dios, que es la Luz que salva nuestra vida.
Texto del Evangelio (Lc 15, 1-10): En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».
Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.
O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
Jesús, Buen Pastor, queremos seguir tus pasos, como tantos hermanos nuestros que lo demostraron a través del martirio. Danos tu Espíritu, para aprender a vivir en la misericordia. Ayúdanos a descubrir la gratuidad de tu amor, entrega generosa, don de vida que se regala. Queremos compartir tu sueño de construir un mundo justo, donde exista igualdad y una fraternidad real, donde haya pan para todos y la libertad sea una luz que ilumine a todas las personas. Danos tu Espíritu, Jesús, Buen Pastor, para perseverar en nuestra búsqueda, para seguir en camino, para animarnos a la esperanza activa de hacer un Reino de paz y de bondad para todos como los mártires.
Jesús, Buen Pastor, que pasaste haciendo el bien, viviendo la misericordia en la atención a los enfermos, en la búsqueda de los marginados, en la denuncia de las injusticias, en la apertura al Dios de la vida, en la enseñanza paciente de los discípulos, en el anuncio del Reino para todos. Dame tu Espíritu, Jesús, para seguirte, para imitar tu entrega, para hacer el bien en nuestros días, en el camino que recorro cada día, para vivir en la bondad, caminando hacia tu Reino.
Así te lo pido. Así sea.