domingo, 25 de octubre de 2015

DIVINOS MISTERIOS Y RITOS DEL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA

    El venerable sacrificio de la Misa es una representación y reiteración del sacrificio del Calvario que Jesucristo instituyó en la noche antes de su sagrada pasión y muerte para recordar a todos el amor inmenso con que murió por los hombres en el patíbulo de la Cruz. Este perpetuo y adorable sacrificio es el alma de nuestra religión, es el gran pacto de alianza entre Dios y los hombres y el único holocausto de la ley de gracia que ha de durar hasta la consumación de los tiempos. Cuando cese el sacrificio de la Misa, habrá llegado el fin del mundo.
    Todas las cosas de este divino sacrificio tienen sublime y misteriosa significación.
    El altar representa el monte Calvario donde el Salvador del mundo consumó el gran misterio de nuestra Redención. Es en el altar donde Jesús es crucificado y donde resucita como primicia del rescate de nuestro cuerpo, alma y espíritu. Por lo tanto, el altar también es la representación de Jesús resucitado.
    El altar es el centro de la celebración eucarística de la Misa. Por eso se saluda al altar en diversas ocasiones o cuando se pasa delante de él, ya sea para trasladadarse en el Templo, para proclamar alguna lectura bíblica, etc. Es besado por los sacerdotes y diáconos al comenzar la celebración litúrgica, y por quien preside al finalizar.
    El crucifijo que se levanta sobre el altar o a su lado y mirando al Pueblo nos dice que allí se representa y renueva el sacrificio de la cruz, que Jesús dio su vida por nosotros y que vamos a resucitar como Él.
    Los cirios encendidos no solo sirven de esplendor, sino que también significan la luz de Cristo, que alumbró a los hombres sentados en tinieblas y sombras de muerte.
    El misal, donde lee el sacerdote las oraciones y los Evangelios, representa el sagrado depósito de la verdadera fe y piedad cristiana que Cristo confió a su Iglesia.
    El cáliz y la patena son vasos sagrados y preciosos que representan la limpieza y santidad de los fieles que han de recibir el cuerpo y la sangre de Jesucristo.
    El pan y el vino, los alimentos más conocidos, significan que la Sagrada Eucaristía es el verdadero y divino alimento de nuestras almas.
    Son también misteriosos recuerdos de la Pasión del Señor todas las vestiduras sacerdotales.
    El amito representa aquel lienzo o pañuelo con que los sayones cubrieron el rostro de Jesucristo cuando le daban bofetadas, diciéndole "adivina quién te hirió".
    El alba significa la vestidura blanca que le puso Herodes cuando le hizo pasar como hombre loco.
    El cíngulo representa la cuerda con que fue atado el Señor cuando le prendieron en el huerto de Getsemaní y le llevaron preso a diversos tribunales de Jerusalén.
    El manípulo nos recuerda los cordeles con que le ataron a la columna cuando en el pretorio de Pilatos fue inhumanamente azotado.
    La estola significa la soga que le echaron al cuello cuando llevó la cruz a cuestas en el camino del Calvario.
   La casulla significa la púrpura que le pusieron los soldados cuando le coronaron como Rey de burlas y también la túnica ensangrentada de la que le desnudaron para clavarle en la cruz.

    Sobre los ritos de la misa los más frecuentes son:
    La señal de la cruz la hace el sacerdote unas veces para bendecir las cosas que usa en el santo sacrificio y otras veces sobre la hostia y el cáliz ya consagrados porque allí está presente la misma Víctima sacrosanta que fue inmolada en la cruz por nuestros pecados.
    La genuflexión la hace el sacerdote como reverencia a la divina Majestad de Jesucristo que tiene ya presente desde el momento solemne de la Consagración.
    La elevación de los ojos al cielo la hace el sacerdote imitando a nuestro Señor, que estando clavado en la cruz levantó los ojos a su Eterno Padre para rogar por los mismos que le estaban crucificando.
    La unión de las manos la hace el sacerdote en algún paso de la Misa que pide una gran devoción y recogimiento. 
    El beso al altar u a otros objetos sagrados lo hace el sacerdote manifestando así su amor y gran aprecio de todas las cosas que sirven al divino sacrificio o representan de algún modo tan augusto Misterio.

EL PERRO FIEL


Una pareja de jóvenes llevaba varios años casados y no habían podido tener hijos. Para no sentirse solos, compraron un cachorro y lo querían como si fuera su propio hijo. El cachorro creció hasta convertirse en un grande y hermoso perro; salvó en más de una ocasión a la pareja de ser atacada por ladrones. Siempre fue muy fiel, quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.
Después de siete años de tener al perro, la pareja logró tener el hijo tan ansiado. La pareja estaba muy contenta con su nuevo hijo y disminuyeron las atenciones con el perro. Este se sintió relegado y comenzó a sentir celos del bebé y ya no era el perro tan cariñoso y fiel que tuvieron durante siete años.
Un día la pareja dejó al bebé plácidamente durmiendo en la cuna y fueron a la terraza a tomar café. Cuál no sería su sorpresa cuando se dirigieron al cuarto del bebé y vieron al perro por el pasillo con la boca terriblemente ensangrentada, moviéndoles la cola. El dueño del perro pensó lo peor, sacó un arma y en el acto mató al perro. Corrió al cuarto del bebé y encontró en el suelo una gran serpiente venenosa degollada. El dueño comenzó a llorar y exclamó: ¡He matado a mi perro fiel!
¿Cuántas veces hemos juzgado injustamente a las personas? Y lo que es peor, las juzgamos y condenamos sin investigar a qué se debe su comportamiento, cuáles son sus pensamientos y sentimientos. Muchas veces las cosas no son tan malas como parecen, sino todo lo contrario. La próxima vez que nos sintamos tentados a juzgar y condenar a alguien recordemos la historia del perro fiel, así aprenderemos a no levantar falsos juicios de condena contra una persona hasta el punto de poder llegar a dañar su imagen ante los demás.

domingo, 18 de octubre de 2015

EPÍCLESIS DE CONSAGRACIÓN Y DE COMUNIÓN


La Iglesia, por medio de determinadas invocaciones, implora la fuerza del Espíritu Santo para que los dones que han presentado los hombres queden consagrados, es decir, se conviertan en el Cuerpo y Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la Comunión sea para salvación de quienes la reciban.

EPÍCLESIS DE CONSAGRACIÓN


El sacerdote, imponiendo sus manos sobre las ofrendas, pide al Espíritu Santo que, así como obró la encarnación del Hijo en el seno de la Virgen María, descienda ahora sobre el pan y el vino, y realice la transubstanciación de estos dones ofrecidos en sacrificio, convirtiéndolos en cuerpo y sangre del mismo Cristo: 
"Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas las criaturas... Por eso, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos preparado para Ti, de manera que sean cuerpo y sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro”.


EPÍCLESIS DE COMUNIÓN


Esta invocación pide al Espíritu divino que realice el Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia: «Para que, fortalecidos con el cuerpo y la sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu. Que Él (el Espíritu Santo) nos transforme en ofrenda permanente”. 

lunes, 12 de octubre de 2015

PECOS BILL









                            

DEPRECACIONES A JESÚS CRUCIFICADO PARA QUE POR SU PASIÓN Y MUERTE NOS LIBRE DE LA MUERTE ETERNA

    He considerado, Señor, la morada que creó tu ira omnipotente, para castigar la rebeldía de los ángeles y de los hombres; y asombrado, confuso y lleno de terror me arrojo a los pies de tu santa cruz, implorando tu misericordia infinita para que me libre de caer en los espantosos tormentos del infierno.
    De aquellas tinieblas oscurísimas en que yacen sepultados los réprobos, y de aquella noche lóbrega y sempiterna: Por tu pasión y muerte líbrame, dulcísimo Jesús.
    De aquel perpetuo llanto y crujir de dientes, con que se lastiman los condenados, heridos por el rayo de tu justicia omnipotente: Por tu pasión y muerte líbrame, dulcísimo Jesús.
    De aquel gusano roedor de la conciencia que siempre estará devorando las entrañas de lo réprobos, recordándoles la causa de su eterna condenación: Por tu pasión y muerte líbrame, dulcísimo Jesús.
    De aquella mala compañía de los demonios atormentadores, y de aquella maldecida sociedad de todos los réprobos: Por tu pasión y muerte líbrame, dulcísimo Jesús.
    De aquella horrible lamentación, que resuena perpetuamente en la espantosa cárcel de tu eterna justicia, donde todos se maldicen y te maldicen a Ti con infernales blasfemias: Por tu pasión y muerte líbrame, dulcísimo Jesús.
    De aquella furiosa desesperación con que padecen los condenados, encerrados para siempre en los abismos: Por tu pasión y muerte líbrame, dulcísimo Jesús.
    De aquellas llamas devoradoras, encendidas por tu ira omnipotente, que son el instrumento de tu eterna justicia en los infiernos: Por tu pasión y muerte líbrame, dulcísimo Jesús.
    De aquellos horrendos suplicios con que cada uno de los réprobos es castigado en lo mismo que pecó: Por tu pasión y muerte líbrame, dulcísimo Jesús.
    De aquella espantosa eternidad, que ha de durar por siglos infinitos: Por vuestra pasión y muerte líbrame, dulcísimo Jesús.
    De aquellas mortales agonías y de aquella horrible y sempiterna muerte: Por tu pasión y muerte líbrame, dulcísimo Jesús.

                                                Oración
    Oh Dios de infinita justicia y misericordia, que para darnos la vida eterna has muerto en el patíbulo de la cruz, imprime en mi alma vivos sentimientos de santo amor y temor, para que cesando de ofenderte comience a vivir de tal suerte que en lugar de glorificar tu justicia en las penas del infierno, pueda celebrar tu bondad y misericordia en la patria de los escogidos. Amén.





LO PRINCIPAL (Enrique Jordá)


    Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando delante de una caverna, escuchó una voz misteriosa que salía de adentro y le decía: "Entra y toma lo que desees durante cinco minutos, pero no te olvides de lo principal, después de ese tiempo la puerta se cerrará para siempre, por lo tanto aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo principal..." La mujer entró en la caverna y encontró joyas, monedas de oro y muchas riquezas. Fascinada por lo que veía, dejó al bebé en el suelo y empezó a juntar ansiosamente todo lo que podía en su delantal y empezó a hacer viajes de dentro a fuera de la gruta, sin parar. La voz misteriosa habló nuevamente: "Tienes solo cuatro minutos..." Cuando se terminó el tiempo, la mujer, cargada de oro y piedras preciosas, estaba fuera de la cueva y la puerta se cerró, pero su niño se había quedado dentro y la puerta estaba cerrada para siempre... La riqueza no duró mucho, pero la desesperación toda la vida.
    Lo mismo ocurre, a veces, con nosotros. Tenemos unos 80 años para vivir en este mundo, y una voz siempre nos advierte "no olvides lo principal"... Y lo principal son los valores espirituales, Dios, la oración, la familia, los amigos, la vida. Pero la ganancia, el dinero, el trabajo, los placeres materiales nos fascinan tanto que lo principal siempre lo dejamos de lado... Así agotamos nuestro tiempo aquí y dejamos a un lado lo esencial: "Los tesoros del alma". El tiempo pasa; ¡la eternidad se acerca! y Dios quiera que no tengamos que arrepentirnos eternamente por haber descuidado lo principal.