La Iglesia, por medio de determinadas invocaciones, implora la fuerza del Espíritu Santo para que los dones que han presentado los hombres queden consagrados, es decir, se conviertan en el Cuerpo y Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la Comunión sea para salvación de quienes la reciban.
EPÍCLESIS DE CONSAGRACIÓN
El sacerdote, imponiendo sus manos sobre las ofrendas, pide al Espíritu Santo que, así como obró la encarnación del Hijo en el seno de la Virgen María, descienda ahora sobre el pan y el vino, y realice la transubstanciación de estos dones ofrecidos en sacrificio, convirtiéndolos en cuerpo y sangre del mismo Cristo:
"Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas las criaturas... Por eso, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos preparado para Ti, de manera que sean cuerpo y sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro”.
EPÍCLESIS DE COMUNIÓN
Esta invocación pide al Espíritu divino que realice el Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia: «Para que, fortalecidos con el cuerpo y la sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu. Que Él (el Espíritu Santo) nos transforme en ofrenda permanente”.
pregunto: es propio cuando estamos por iniciar alguna sesión de trabajo en cualquier pastoral decir.- "hagamos la epiclesis al espíritu santo" para que ilumine nuestra reunion.?
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