Padre, gracias por el maravilloso ejemplo de tu amor, pues al permitir que Cristo, tu Hijo amado, nos haya salvado al morir en la cruz, nos trajiste de la muerte a la vida. Te imploro que ese amor sea derramado sobre cada uno de mis hijos y que puedan repartirlo a sus semejantes, que ellos te amen con todo su ser y que ese amor nunca se enfríe. Que sepan reconocer tu amor real e infinito. Amén.
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